Y de nuevo, Mar. (68)

181 8 0
                                    

Lucía.

    ¿Por qué tanto secretismo?

    A saber de qué estaríamos hablando para que no lo diga con todos delante.

    —Quiero mi móvil y lo quiero ya— exijo haciendo un gesto con las manos.

    —No, te quedas sin móvil— niega Marta y la miro mal— Más que nada porque está en tu casa.

    La puerta se abre bruscamente y entra una rubia corriendo hasta Dani para besarlo.

    ¿Otra vez tú?

    —Dani, mi amor, acabo de venir de Barcelona, no pude venir antes, ¿cómo estás?— el ya mencionado asiente aún en shock— ¿Y tú? ¿Estás bien?— pregunta indiferente refiriéndose a mí.

    —Hasta que llegaste tú, mejorando— contesto mostrando una falsa sonrisa burlona.

    —Hasta que llegaste tú, mejorando— contesto mostrando una falsa sonrisa burlona

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    —No sé qué he hecho ahora, enserio— se queja la última en llegar.

    —Mar, ¿qué haces aquí?

    —Julieta, ¿no te alegras de verme?

    —No, la verdad, la última vez ya jodiste demasiado— escupe tranquila.

    —Dejadla, ¿no?— sale Daniel en su defensa— Acaba de venir desde Barcelona a ver cómo estabamos.

    —Ha venido a husmear— hago una mueca de indiferencia— Y ahora, si tanto la quieres, vete.

    —Lucía, no es eso...— masculla dolido.

    —¿No me quieres?— pregunta asombrada la rubia— Pues bien que me dices lo contrario por mensajitos, guapo.

    Me quedo con los ojos como platos y la boca levemente abierta.

    ¿Tanto decir que quiere que estemos juntos para que le mande mensajitos a esa rubia descerebrada?

    —Fuera de aquí— ordeno firme— Los dos.

    —Lo siento por molestar— se disculpa la ojiverde— Adiós, mejórate.

    Dicho esto, sale de la habitación cabizbaja.

    Ahora me da pena, pobrecita.

    No, no, no, Lucía, esa zorra, rubia, descerebrada, calientabraguetas y estúpida no puede darte pena, no te reblandezcas.

    —Lucía, ¿de verdad quieres que me vaya?— pregunta Dani cabizbajo.

    —No es que quiera, es que debes irte, hay que estar con las personas que queremos— razono cruzándome de brazos girando mi cabeza hacia el lado contrario.

    Deposita un suave beso en mi mejilla y escucho sus pasos dirigirse a la puerta.

    —Te quiero, adiós, que te mejores— musita antes de cerrar la puerta.

    —¿Qué coño acaba de pasar?— dice Marta pensando en voz alta.

    —¿Qué coño acaba de pasar?— dice Marta pensando en voz alta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

    —Ni yo misma lo sé— respondo sacudiendo la cabeza.

    —Lucía, ¿por qué lo has echado de esa forma?— pregunta Jules— Osea, a ella trátala como un trapo, pero él realmente no te ha hecho nada.

    —Tanto insistir de que le de una oportunidad, para ir diciéndole te quiero a otra, a mí tampoco me parece bien— opina Guille dándome la razón.

    —Tengo un hermano subnormal— carcajea Jesús a la vez que se sienta en la camilla— Estoy muriéndome de ganas de que te den el alta y pasemos un rato solos tú y yo.

    —Uy, ten cuidado, usad protección— bromea Jules señalándome con su dedo índice.

    —Iros todos a la mierda— escupo revolviéndome en mi sitio— Quiero irme, ¿os ha dicho el médico cuando va a venir?

    Todos se miran con preocupación y miedo.

    —¿Me prometes que no te vas a enfadar?— pregunta Julieta mirándome por fin y niego— Se nos ha olvidado por completo avisar al médico.

    —Estábamos tan felices que se nos fue de la cabeza— defiende Guille sonriendo cabizbajo.

    —Si quieres lo llamo— ofrece Jesús con una sonrisa sin dientes.

    —Sí, por favor— ruego desesperada.

    —Uy, uy, ¿ya estamos suplicando?— bromea esta vez el novio de mi mejor amiga al cual le lanzo una mirada de odio— ¡Entiérrenme ya! ¡Me ha matado con la mirada!

    —Eres tonto— me burlo con una sonrisa— Aunque te voy a echar de menos.

    —Joder, cállate, no quiero volver a llorar— se queja cruzándose de brazos.

    —Seguid haciendo el inútil mientras llamo al médico— indica Jesús— No quiero llorar yo tampoco.

    Dicho esto, sale de la habitación cabizbajo con una sonrisa triste.

Me llamo Lucía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora