Si esta noche me perdiera a mi misma

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        Una pequeña fiesta se iba a organizar en Luna Nova y asistirían personas importantes, por no decir que se presentarían Andrew y su padre, ya algo que les molestaba a Akko y Diana, y no por el chico por qué como quieran, el tampoco quiere estar ahí, solo les molesta el hecho de que está en todos los eventos, y eso de por si es frustrante.
—Aaahh, ¿por que cada vez que hay un evento aquí tiene que venir Andrew? –se quejaba Akko mientras veía el techo.
—Ya deja de quejarte Akko –dijo Sucy frustrada.
—Pero es que en serio, siempre tiene que venir.
—Sí, ahí muere*, ¿de acuerdo? –dijo Lotte.
*Para los que no entendieron esa expresión, ahí muere es como decir que es el fin de una conversación o cierta situación y ya no se discuta, al menos aquí en México, pero bueno, continuemos.

—Hmm, está bien, pero deben aceptar que ya es cansado.
—La verdad sí, pero ya déjale ahí.
—Oye... –Sucy le hizo una seña con su mano para que se fuera con ella.
—¿Qué pasa mi terroncito de azúcar? –dijo Lotte susurrando al oído de Sucy.
—Necesito que me acompañes a la biblioteca, necesito unas cosas.
—Esta bien, yo te acompaño.
      Lotte y Sucy salieron de la habitación dejando sola a Akko, que estaba bastante perdida en sus pensamientos. ¿Fue buena idea comprar ese vestido?, Akko empezó a cuestionar el hecho de haberlo comprado. Creo que ese color no queda, ¿o sí? Ñaah, creo que sí se ve bien, no cuestionare más mis decisiones.

       La noche había caído y ya faltaba poco para que la fiesta diera inicio. Akko se puso su vestido y posteriormente salió de la habitación para ir a ver a Diana, pero no fue necesario, pudo verla justo al final del pasillo.
—Amorcito –dijo Akko antes de envolverla en un abrazo.
—Mi amor –Diana correspondio al abrazo y después de unos segundos lo terminó y pudo ver a Akko– Wow, te ves radiante.
—Jeje, gracias... –Akko se separó un poco y vio a detalle a Diana.
—Veo que llevas el mismo del de esa vez.
—Sí, me gustó bastante y decidí usarlo...
       Akko recostó su cabeza en el pecho de Diana y se ruborizó demasiado, y cuando digo demasiado, es demasiado.
—A-akko, no te duermas ahora.
—¿Quién dice que estoy durmiendo? –dijo Akko quitándose del pecho de Diana.
—Bueno, pensé que...
—No te preocupes, sé que puedes llegar a pensar eso y lo entiendo –dijo Akko con una sonrisa.
—Bien, pero ya dejando eso aún lado, vamos al salón (no de clases, es otro tipo de salón, por si no les quedó claro), nos esperan.
—Esta bien.
        Diana y Akko fueron hacia allá tomadas de la mano, y nos les importaba si media Luna Nova las veía, solo eran ellas dos. Llegaron y pudieron ver a todos reunidos ahí, empezaron a bajar las escaleras para ir directamente con las demás, pero tenian que toparse con Andrew.
—Hola chicas –saludó Andrew.
—Ah, hola Andrew –dijo Diana algo cortante.
—Hola...
—¿Llegando? –dijo Andrew tratando de ser simpático.
—Sí, ¿y?
—No nada, solo preguntaba.
       Akko se acercó a Diana  y empezó a susurrarle algo que Andrew no pudo alcanzar a escuchar, y después de eso Akko se retiró, y en ese momento en padre de Andrew se hace presente (ejem, Colin Firth).
—Que hay hijo –el padre de Andrew tomó su hombro.
—Padre...
—Oh, señorita Cavendish, no la había visto –el padre de Andrew estiró su mano y Diana la estrechó.
—Buena noche señor.
—Lo mismo digo.
         Espero no te tardes tanto Akko, pensó Diana ya que sentía algo incómoda; Andrew empezó a irse discretamente de ahí, y para su "suerte", Diana no lo notó y siguió hablando con su padre.

        Akko fue a una de las mesas en donde había comida y empezó a comer demasiado rápido. Dios, está delicioso todo, pensó Akko mientras aún comía todo lo que había tomado.
       Andrew miraba a Akko desde la distancia, solo deseaba sentir esos carnosos labios, esa figura de su cuerpo, quería todo de ella. Atsuko Kagari, está noche, serás mía.
        Andrew se empezó a acercar a Akko con cautela, y como estaba tan concentrada en lo suyo, no se dió cuenta.
—Creo que fue suficiente –dijo Akko ya dejando la comida para volver con Diana, pero algo se lo impidió.
—Hey Akko –Akko pudo ver cómo Andrew salía de la nada.
—¡Aaah! No me asustes Andrew.
—Jeje, perdón, perdón.
—Como sea, ¿que quieres?
—Necesito hablar contigo... a solas.
—Lo siento, tengo que ir con Diana, así que despuesito.
         Akko se dispuso a irse, pero Andrew la tomó del hombro e hizo que detuviera su camino.
—Vamos Akko, no te quitaré más de 2 minutos.
         Akko solo soltó un suspiro y asintió, si de lo que le hablaría no le quitaba su tiempo, sería mucho mejor y pasaría tiempo con Diana o con sus amigas.

        Andrew y Akko se dirigieron al patio y esto desconcertó a Akko, ¿por qué ir hasta el patio?
—¿En serio? ¿Hasta el patio? –dijo Akko un poco frustrada.
—Sí, necesito un lugar tranquilo.
—Bueno, ¿qué es lo que me querias decir?
       Andrew empezó a acercarse demasiado a Akko, hasta quedar a solo unos centímetros de besarse.
—Akko... –empezo a hablar Andrew– Desde aquel día en la mansión, no he podido sacarte de mi mente, cada vez que duermo, siempre sueño contigo, no hay ni un solo día que no piense en ti..., así que...
        Andrew se separó un poco de Akko, tomó su mano derecha, se arrodilló y le colocó un anillo de oro en uno de sus dedos.
—Atsuko Kagari, ¿quisieras ser mi novia?
        Esto impactó a Akko, nunca pensó que Andrew se llegará a declarar, pero no podía aceptar sus sentimientos, ella amaba tanto a Diana que no la intercambiaria por nada.
—Lo siento Andrew –Akko se quitó el anillo que le había puesto Andrew y se lo dio–, pero soy novia de Diana, y yo la amo como a nadie.
—De acuerdo –dijo Andrew con una voz desanimada mientras se ponía de pie.
—No te pongas así Andrew, ya encontrarás a tu media naranja –dijo Akko con una sonrisa.
—... Ojalá... Bueno, puedes ir de vuelta con Diana.
—Esta bien, nos vemos luego.
        Akko fue de vuelta adentro, mientras que Andrew se quedó ahí, con la mirada perdida, aún sosteniendo aquel anillo que tanto ansiaba dárselo a Akko y que lo conservara si es que aceptaba. Pero Andrew planeaba algo, y creo que no sería bueno.

        Akko y Diana estaban gozando de la fiesta, con esas canciones algo aceleradas que ponían para que uno se aloque un poco, hasta que empezaron las pistas lentas, en donde uno se pone más serio.
—Señorita Kagari –Diana le extiende la mano a Akko–, ¿Me concedería está pieza?
        En respuesta de Akko, ella tomó su mano y le asintió, y caminaron hacia la pista y empezaron a bailar, aunque había un pequeño problema: Akko no sabía del todo bailar.
—Eemm.... Diana.
—¿Eh? ¿Qué pasa Akko?
—Bueno..., es que no se bailar.
—¿Y por qué no lo dijiste desde el principio? Aparte, no veo que lo hagas mal.
—Sí, pero no vamos sincronizadas.
—Bueno es de verdad... Mira, hay que detenernos por un momento.
       Akko asintió y se quedaron un momento paradas, hasta que Diana empezó a hablarle.
—Bien Akko... Empieza por mover tu pie derecho y después el izquierdo ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
       Akko empezó a hacer lo que Diana le había dicho, mirando constantemente abajo para no pisar a Diana y al cabo de unos segundos dejó de mirar hacia abajo y solo miraba a Diana. Akko estaba profundamente perdida en ese par de zafiros azules que la miraban, esos ojos tan hermosos que quisiera verlos cada mañana al despertar.
       Akko empezó a acercarse más a Diana y solo estaban a centímetros de besarse, podían oír su respiración, sus corazones empezaron a ir más rápido, como un caballo de carreras.
—Diana...
—Akko...
        Ambas se dieron un tierno y dulce beso en los labios, sus cuerpos empezaron a calentarse, y después, un pequeño escalofrío recorrió sus espaldas.
—Te amo Akko –susurro Diana al oído de Akko.
—Yo también te amo, mi solecito.
         Bailabamos como, si fuéramos las únicas en el lugar, a pesar de estar rodeadas de otras chicas, sentí como si hubiéramos escapado de ahí, ya ni recuerdo del como se sintió.

 
         La fiesta terminó sin más, todos los invitados se retiraron y las alumnas volvieron a sus habitaciones para continuar con sus labores.
—Hasta mañana mi amor –dijo Diana que acariciaba la mejilla de Akko.
—Que descanses corazoncito.
          Akko se fue a su habitación con una sonrisa dibujada en su rostro, estaba feliz en aquel momento, quizá demasiado. Akko entró a su habitación y pudo notar que Lotte y Sucy estaban dormidas, pero estaban durmiendo en una misma cama. Mientras no las despierte, mejor, pensó Akko mientras cerraba la puerta y sacaba su pijama para ponérsela. Terminada de cambiarse, dobló y guardo su vestido se recostó en la cama y solo se quedó dormida. Diana, este fue una maravillosa noche, me divertí mucho, ojala podamos tener más días así.
       
         

  
    

Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora