Conociendo a mis suegros alemanes

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          Amanda y Constanze estaban bastante nerviosas, aún más Amanda, esto definitivamente no era algo que se deba tomar a la ligera, quería causar una buena impresión si ya de por sí, era toda una rebelde esta vez no quería serlo. Calma Amanda, lo harás bien... Constanze confía en tí... ¡Aaaaahh! No puedo, es demasiada presión para mí.
—Amanda, ¿estás bien? –preguntó Constanze a Amanda, ya que estaba apretendo su mano con algo de fuerza, y con una mueca extraña.
—No. Aún no puedo quitarme de la cabeza de qué es lo que dirán tus padres al verme. No sé si lo acepten o no, o tal vez que no soy la mejor opción para... –Constanze utilizó uno de los aparatos para callar a Amanda, y vaya que con taparle la boca funciona.
—Amanda, entiendo tu preocupación. No importa lo que pase, si ellos me echan de casa o si me dicen que..., tu no eres la adecuada, te seguiré amando, porque se que tu eres la única chica que puede volverme una idiota.
          Amanda se zafó de lo que le tapaba la boca y fue hacia Constanze, la cargó y la besó, y no beso normal, sino uno apasionado y lleno de amor. Unos segundos después se separaron.
—Siempre sabes cómo hacerme sentir mejor –dijo Amanda aún cargando a Constanze.
—Jeje. Lo sé, pero ya bájame, hace que me sienta incómoda.
—Oh, lo siento –Amanda dejó a Constanze en el suelo y se acomodó un poco su camisa al igual que Constanze.
—No importa, pero será mejor entrar de una vez.
—Sí, tienes razón.
          Constanze se acercó a la puerta, tomo la perilla de bronce y la abrió, pero al contrario de lo que ella pensaba, no había nadie en casa, solo una melodía de música clásica resonaba en aquella sala donde sus padres estaban..
—Que raro, a esta hora ya deberían estar –ambas salieron de donde se encontraban, caminaron hasta toparse con los sillones, que Amanda tentaba a sentarse pero se contuvo y se mantuvo en orden.
—Entonces creo que hay que esperarlos.
—Tienes razón, mientras voy a preparar algo de comer –Constanze iba a ti a la cocina pero Amanda la detuvo tomándola del brazo.
—Deja que haga eso cariño, no quiero que te desgastes más.
—... Está bien. Si quieres puedes preparar lo que quieras.
—Verás que te va a encantar primor.
          Amanda se retiró y se dirigió a la cocina que estaba a unos metros de la sala y justo al frente de ella, el comedor. De pronto, la música clásica que estaba sonando cambió por una que, tenía un ritmo más acelerado.
—¿Acaso ese es... –Amanda se detuvo al escuchar la melodía.
—Sí. Es Queen. Mi papá es un gran fan de su música, incluso me contó que asistió al Live Aid, ¿conoces ese concierto?
—Sí. Es uno de los más grandes conciertos de la historia musical. Sigo a esa banda desde los 10 años, a pesar de que el bajista se retiró y Freddie Mercury ha muerto. Je, recuerdo que le había dicho a mis padres que quería ser una gran cantante como él. Pero, como tenía que seguir la tradición familiar, se evaporizó en unos años después –Amanda prosiguió con su camino a la cocina y una llegado, empezó a preparar lo necesario para cocinar.
—¿Y de que se trata esa tradición?
—De empresario. A mí no me gusta eso de los negocios, al menos no mucho. He considerado en ser bióloga o tal vez solista.
—Je, ¿cuál sería entonces tu nombre artístico?
—No lo sé, pero tal vez sería algo como..., The Rebeld Girl o algo así.
—Suena bien. Unas clases de canto y estarías lista.
           Amanda y Constanze siguieron conversando sobre sus sueños pasado y cosas por el estilo, pero en cierta parte de la conversación, Amanda le mencionó a Constanze que había practicado por unos años pole dance, lo cual hizo que se sonrojara bastante, ya que se imaginó a Amanda sobre un tubo bailando sensualmente, que era demasiado para ella, tanto que su nariz empezó a sangrar, ella lo notó y fue al baño a limpiarse, dejando en silencio el lugar.
—¿Amor, dónde estas? –preguntó Amanda ya que dejó de escuchar a Constanze.
—¡Aquí! En el baño. –escuchó la voz de Constanze y se tranquilizó.
—Ah, es que como no te escuché, pensé que te había pasado algo.
—N-no te preocupes. Solo fue una pequeña emergencia.
—Ok.
           Momentos después Constanze salió del baño y fue a la cocina a acompañar a su amada. Constanze miraba a Amanda cómo cortaba algo y después lo echaba sobre una olla pequeña; Lentamente se empezó a acercar y la abrazó por la espalda, sorprendiendo un poco a Amanda.
—C-constanze.
—Hmmm..., huele muy bien amor –dijo Constanze aferrándose un poco más a ella.
—En un rato estará listo, solo espera un poco... Tengo una mejor idea.
          Amanda se giró y fue a la cubierta del mueble menor, retiró todo lo que había encima y lo colocó en el fregadero, luego de un momento a otro, cargó a Constanze y la sentó sobre la cubierta y comenzó a besarla muy apasionadamente. Constanze solo se dejaba llevar, soltando un par de suspiros, ya que podía sentir la lengua de Amanda recorrer su cuello, incluso un poco más debajo. Poco a poco, Amanda iba quitándole el chaleco que traía, pero se detuvo de golpe al escuchar una puerta abrirse y unas voces que le eran familiares a Constanze: sus padres habían llegado.
          Amanda se apartó rápidamente de Constanze, ella se acomodó su ropa lo más rápido que pudo, se acomodó su cabello y en cuanto a Amanda, no sabía que hacer, esto fue demasiado repentino para ella, pensaba que sería algo más corriente y no algo así, así que decidió en quedarse ahí.
—... Sí, fue eso lo que ella me dijo –se escuchó la voz de un hombre que estaba más cerca, y la acompañaba una mujer más joven que él–, pero aún así, no quiso...
—¿Qué pasa querido? ¿Hay... –la mujer, al igual que el hombre se quedaron callados al ver a Amanda, con una sonrisa nerviosa.
—Jeje. H-hola –saludó Amanda, levantándo su mano derecha.
—¿Quién eres y cómo entraste aquí? –dijo el hombre con un tono amenazante.
—Papá, tranquilo –salió Constanze de pronto mientras caminaba hacía su padre.
—¿Hija? Dime quién es ella –su padre se acercó y la abrazó protectoramente.
—Jeje..., bueno, es algo que planeaba decirte pero como no estaban. En fin, ella es Amanda O'Neill, m-mi novia.
          El mundo parece que se detuvo, nadie hizo ni dijo nada, el ambiente se volvió incómodo para todos.
—H-hija, ¿es en serio lo que nos dices? –preguntó su madre, mientras se acercaba lentamente a Constanze.
—Sí..., se que creerán que es una broma, pero lo digo de verdad –de a poco Amanda salió de la cocina y se acercó a los padres y les extendió su mano.
—E-es un placer conocerlo señor... –el miedo de Amanda incrementaba a cada segundo que pasaba, pensando en que de seguro su suegro no quería que estuviera ahí.
—Ferdinand. Si mi hija hubiera avisado que la iban a visitar, no hubiera sido así de hostil, jeje –rio un poco Ferdinand mientras estrechaba su mano con la de Amanda.
—Y yo soy Leyna –Amanda soltó la mano de Ferdinand y estrechó la mano de Leyna–. Al fin tengo la oportunidad de conocer a una O'Neill. Dime, ¿cómo está tu familia?
—B-bien. Va bastante bien el negocio, que puedo decir, mis padres son buenos empresarios, jaja..., Oh, creo la comida está lista.
          Amanda se retiró y fue de vuelta a la cocina para poder apagar la estufa y agregarle los toques finales a un estofado que estaba realizando.
—Bueno, ya que estamos todos y la comida está lista –intervino Constanze–. Hay que preparar la mesa.
—Sí, apuesto que debe estar delicioso –dijo la madre con algo de entusiasmo.
         Constanze fue con Amanda y comenzó a tomar unos cubiertos y unos platos hondos para acomodarlos en la mesa, sin antes darle una mirada tierna a Amanda, que por supuesto, no pasó desapercibida por ella.
—Me encanta cuando me miras así –dijo Amanda, haciendo que se detuviera de golpe, un tanto avergonzada.
—Y-ya sabía que te habías dado cuenta –trató de defenderse Constanze.
—Jeje, tranquila, yo no vi nada.
—C-como sea, voy a preparar la mesa.
          Constanze se retiró un tanto sonrojada mientras Amanda aún la miraba desde la cocina; dejó eso aún lado y mejor llevaba comida a la mesa. Tomó un par de guantes de cocina, se los puso, tomó un cucharón y lo colocó dentro de la olla, luego tomó la olla sin antes ponerla sobre un plato grande y fue hacia la cocina, lo dejó en el centro, se quitó los guantes y los guardó; se sentó junto a Constanze.
—Bien, ya que estamos todos –anunció el padre–, realicemos la oración.
         Todos, con excepción de Amanda se tomaron de las manos, pero segundos después, para no quedar mal, tomó la mano de su amada y de su suegro.
—Olvidé decirte que mis padres son un tanto religiosos –susurró Constanze.
—No te preocupes por eso, luego pasaré por su interrogatorio, jaja.
—Señor, gracias por estar reunidos una vez más –comenzó Ferdinand a hablar–, con una nueva integrante de la familia. Gracias por estos alimentos y que mi hija haya vuelto a casa sana. Amén.
          Todos dijeron al unísono y comenzaron a servirse de la comida que Amanda había preparado, y para su suerte había preparado de más, así que había suficiente para todos. Sin más, se llevaron el primer bocado a la boca.
—Está delicioso Amanda –dijo Leyna una vez terminado el bocado–, ¿dónde aprendiste a cocinar?
—Pues mi mamá me enseñó al igual que mi papá, aunque más el, ya que había estudiado gastronomía y me enseñó todo lo que sabía.
—Pues felicitalo de mi parte. Hizo un buen trabajo.
—Je, lo haré.
           Todos siguieron comiendo hasta que ya no quedó más estofado, habían quedado más que satisfechos por la comida.
—Aaah, quedé satisfecha –dijo Constanze, dejando caer su espalda en el respaldo de la silla.
—Me alegra que te haya gustado –dijo Amanda mientras tomaba la mano de Constanze discretamente.
—Te quedó muy sabroso el estofado, a ver cuando me enseñas, jeje –dijo Leyna un poco juguetona.
—Claro, porque no.
—Ah, papá... –intervino Constanze–¿No tendrás inconveniente si voy por unos días a Estados Unidos?
—¿A qué viene la pregunta?
—Bueno..., es que pensaba en conocer a los padres de Amanda, o como tú veas.
—No lo sé hija, apenas acabas de llegar y...
—No no no –interrumpió Constanze a su padre–. No ahora, sino en unos días, quiero estar con ustedes, no es como si fuera a huir.
—... Está bien, solo ten cuidado. Y Amanda –Ferdinand fijó su mirada en Amanda–, cuida a mi hija cuando vayan allá, ¿sí?
—No se preocupe por eso, la protegeré si algo malo llega a pasar.
—Me alegra oír eso.
           Ferdinand, Constanze y Amanda continuaron conversando mientras que Leyna recogía la mesa y llevaba los platos sucios al fregadero para después, empezar a lavarlos, igualmente la olla en la que cocinó Amanda.

***

           Ya eran las 10 de la noche, todos los habitantes estaban listos para ir a dormir, pero para buena o mala suerte para Amanda y Constanze, el cuarto de sus suegros estaba algo alejado del de los padres de Constanze; Amanda comenzó a desvestirse  para ponerse su pijama, que normalmente no la usa, pero esta vez se sentía con más confianza, así que no hubo problema; igualmente Constanze, pero en realidad la pijama de Constanze consistía en una licra y una playera de tirones y ya, y esto no pasó desapercibido por parte de Amanda, que al salir del baño ya lista vio a Constanze, y se sintió muy atraída por el look de Constanze, tanto que le daban ganas de hacer cosas traviesas con su cuerpecito.
—C-constanze –dijo Amanda con una voz algo entrecortada.
—¿Qué pasa? –preguntó Constanze pero no pudo ver bien a Amanda debido a que estaba oscuro; Amanda tenía una cara de excitada, parecía que en cualquier momento sus hormonas se descontrolarian en cualquier momento; lentamente Amanda comenzó acercarse , la tomó de los hombros y la tumbó en la cama –¿Q-qué haces Amanda? En verdad no es bueno lo que quieras hacer en este momento.
—L-lo siento, pero con ese conjunto que tienes, te hace ver muy sexy y... En verdad ya no me puedo contener.
          Amanda comenzó a besar su cuello, haciendo que Constanze soltara un par de gemidos leves, pero  cuando Amanda estaba por quitarle la camisa, Constanze la detuvo de golpe.
—¿Qué pasa mi pequeña genio? –le preguntó Amanda en un tono pícaro.
—E-es que..., no me siento segura de hacerlo ahora con mis padres aquí.
—Oh..., entiendo. Entonces, ¿podríamos hacerlo en cuanto no estén?
—C-claro, aparte no hemos tenido mucho contacto íntimo estos últimos día, y al igual que tú... Lo necesito.
—Ok amorcito. Nos esperan unos días bastante interesantes.
          Y así las vacaciones para ellas dos  serían bastante interesantes, y tal como acordaron, tuvieron sexo hasta que cierto día Amanda habló a sus padres de una noche intensa.
—¿Hija? ¿Dónde has estado? Te he llamado en varias ocasiones pero no me contestaste –dijo su madre que estaba bastante alterada.
—Sí, lo sé, perdón por eso. Estoy en Alemania por si te lo preguntas.
—¿Y que rayos haces ahí?
—Bueno..., digamos que estoy con una persona que quiero que conozcas.
—Aaah..., vuelve pronto ¿Sí? Estamos muy preocupados por tí.
—No te preocupes, tal vez mañana estaré yendo para allá.
—Ok, cuídate hija, te quiero.
—Y yo a ti, que descanses.
          Amanda colgó y dejó su celular en el buró cerca de la cama, donde estaba acostada Constanze, mirando a Amanda. Se levantó de la cama y se dirigió al baño.
—Voy a tomar un baño, ¿quieres tomarlo conmigo? –preguntó Constanze antes de entrar al baño.
—Claro, estoy muy pegajosa por el sudor jeje.
         Y así las vacaciones para ambas comenzaron, un tanto inoportuno algunos eventos pero eso era lo de menos, lo importante era estar juntas, eso era lo que más les importaba a ambas.

Bueno chavos, aquí está el nuevo capítulo que es un poco diferente ya que ustedes quieren ver diakko shido. No sé preocupen, si lo habrá pero por ahora me enfocaré estos capítulos en otros personajes para que haya algo de variedad, bueno eso es todo y nos vemos en el próximo cap.

 No sé preocupen, si lo habrá pero por ahora me enfocaré estos capítulos en otros personajes para que haya algo de variedad, bueno eso es todo y nos vemos en el próximo cap

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Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora