¿Que te pasó?

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          Al ver a Hanna y Adler juntos, Akko y Diana lo malinterpretaron por completo.
—Diana, n-no es lo que parece, yo solo...
—Debiste haberlosno dicho antes, aunque es increíble que se conozcan de apenas –dijo Akko dando unos pasos hacia adelante, pero Diana le dió un pequeño jalón en la oreja.
—Akko, no seas así –dijo Diana aún tomándola de la oreja.
—Perdón, perdón, ya sueltame –dijo Akko con algo de dolor, así que Diana la soltó.
          Akko se tomó la oreja por unos 10 segundos, ya que Diana si la había tomado con fuerza.
—Soy invisible, soy invisibleee –susurró Adler, y con suerte solo lo escuchó Hanna.
—Tranquilo, a veces Diana es así con Akko, así que no te sientas incomodo.
—Esto sí es incomodo, que se supone que haría yo en esta situación.
—... En fin –se incorporó Diana después un pequeño regaño a Akko–, ¿por qué estás aquí Adler?
—Bueno... A partir de hoy, seré su compañero de cuarto.
          En ese momento, Akko se puso atrás de Diana y la abrazó por la cintura, aferrandose a ella.
—No la vas a tocar –dijo Akko frunciendo el ceño.
—Tranquila Akko, te aseguro que no me va a hacer nada.
—Aun así no quiero.
—No tienes remedio... Está bien, te quedarás a dormir conmigo.
—¡Yaaaay! –dijo Akko ya soltando a Diana.
—Pero solo hoy y mañana.
—Buuu...
—Nada de buu, solo hoy y mañana.
—Ah, ya que.

          Cayó la noche, Bárbara había llegado y Diana tuvo que explicarle la situación, y está entendió con algo de rapidez pero algo confusa; Akko y Diana se cambiaron sus uniformes, se lavaron los dientes y se acostaron al igual que Hanna, Bárbara y Adler; Hanna y Adler fueron a acostarse, solo que estaban con bastante pena, así que lo hicieron con bastante lentitud, como si fuera cámara lenta.
—B-buenas noches Adler –dijo Hanna volteando a ver al lado contrario.
—Buenas noches...
          Hanna cerró los ojos y se quedó dormida, pero Adler estaba despierto, mirando el techo fijamente. Debo de aclarar mi mente antes de hacer cualquier estupidez, pensó Adler antes de cerrar los ojos para descansar.

          Adler abrió con lentitud los ojos, estando un poco aturdido por los rayos del sol y volteó hacia el otro lado, pero grata fue su sorpresa al ver que estaba tomando uno de los pechos de Hanna. ¡¿C-cómo carajos tengo mi mano ahí?! Adler quitó su mano antes de que Hanna se diera cuenta, pero fue demasiado tarde, ya que Hanna le había dando un fuerte golpe en la cara, tirandolo de la cama.
—¡E-eres un pervertido! –dijo Hanna que estaba cubriéndose los pechos.
—Hanna, no lo hice con esa intención, yo... estaba dormido y no me dí cuenta.
—A-aun así no quita el hecho de que eres un pervertido.
—De verdad lo siento Hanna... Si ya no quieres estar cerca mio, lo entiendo –Adler se puso de pie y se sentó en la cama, dandole la espalda a Hanna.
—No es eso –Hanna gateo hasta estar a lado de Adler–. Creo lo que me dices, a veces este tipo de cosas pasan, pero en la vida pensé que... alguien más, tocara mi cuerpo.
          Adler se quedó en silencio por unos momentos, no podía decir algo ante la situación, así que tomó algo de aire y habló.
—... Nunca tuve esas intenciones ¿sabes?, yo siempre fui la "oveja negra" en la escuela por provenir de una familia de clase media, todos lo días, recibía insultos de los demás, siempre me jugaban bromas, y eso... Aaah, que puedo decir.
          Hanna sintio una pequeña punzada en su pecho, le había recordado a lo que había hecho a Akko tiempo atrás, que hasta cierto punto no se arrepintió de hacerla sentir como un pedazo de basura barata, pero después de que ella liberara el Gran Triskelion, cambió por completo la forma en la que veía a Akko al igual que todos en Luna Nova.
—Adler...
—No tienes por que decir algo al respecto –interrumpió Adler a Hanna–, si piensas algo malo de mi, lo aceptaré, ya me acostumbré a vivir así.
—¿En serio eres así de pesimista?
—Sí. Siempre oculto mi verdadero ser, no quiero hacerle daño a alguien –Adler giró su cabeza, haciendo contacto visual con Hanna–, en especial a ti...
          Hanna se ruborizó al escuchar eso, le hacia sentir especial, pero debido a la situación, era menor el sentimiento.
—Hasta ahora tu –prosiguió Adler–, has sido una de las únicas personas que no me ha tratado como si fuera lo peor de este mundo –Adler abrazó a Hanna–. Gracias por ser mi amiga.
           Hanna estaba bastante sonrojada, sentía como su cuerpo se calentaba, como Adler se aferraba un poco más a ella, sentía un pequeño placer en ese momento, uno que jamás había experimentado, hasta ahora. Adler se quedó mirándola unos momentos y luego empezó a acercarse a Hanna, fundiendo sus labios en los de Hanna en un cálido beso en los labios.
          Hanna estaba perpleja, ¿cómo es que la persona que conociste hace un día ya te bese? Ni ella misma se la creía, pero solo fue cuestión de segundos para que se dejara llevar, no podía hacer nada más que eso.

Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora