Hoy es un buen día para morir

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           "Lo que te mata, es lo que te hace sentir vivo. Recuerda, y vivirás para siempre..."

            El bosque Actrurus se había vuelto el campo de batalla entre las brujas y el demonio Belfegor que no tenía ninguna intención de detenerse. Todas empezáron a atacarlo con sus hechizos mientras pensaban en alguna forma de quitarle la espada.
—¡No podremos mantenerlo por mucho tiempo... –exclamó Bárbara que estaba a cubierto detrás de un árbol–. Tenemos que quitarle la espada a como dé lugar!
—Haganle caso –dijo burlón Belfegor–, ustedes solas no pueden hacerlo, lo saben a la perfección, pero no desperdiciare mi saliva y acabaré con cada una de ustedes.

                    *Mientras tanto*
          Hanna se hallaba corriendo por los pasillos tratando de encontrar a alguna profesora para que le ayudara con esa cosa, pero al pasar por la biblioteca, vio algo que la impactó de tal forma que se detuviera en seco: era Adler, y estaba sentado tranquilamente leyendo un libro,y este de pura casualidad despegó su mirada de su lectura y miró a Hanna; ella se fue acercando con lentitud a él, mientras que él se ponía de pie y se aproximaba a Hanna.
—... ¿E-eres real? –dijo Hanna tragando duro por el miedo que sentía recorrer sus venas.
—Tranquila Hanna –dijo Adler al notar que Hanna estaba temblando–. Soy yo, no tienes por que preocuparte.
—¿C-cómo es eso posible? Hace rato estabas en el bosque Actrurus y ahora estás... Aquí.
—No se que hablas del todo, pero calma, no te pasará nada.
—.... Espera. Adler, ¿has visto alguna profesora?
—Solo he visto a Chariot-sensei...
—¿Dónde? –interrumpio Hanna a Adler.
—En el patio trasero, pero no creo que sea buen momen...
           Antes de que pudiera terminar la oración, Hanna se había ido de ahí, dirigiéndose al sitio. ¿Qué le pasa?, eso fue lo que pensó Adler antes de volver a lo que estaba haciendo.

          La lucha con Belfegor continuaba, y este apenas y se cubría por los hechizos, al menos por el arma que portaba Constanze, que era de alta cadencia.
—No podrán detenerme patéticas brujas –dijo Belfegor desenfundando la espada, dando un golpe hacia el grupo de brujas, pero estas pudieron esquivarlo con éxito.
—... Es nuestra oportunidad. Concentren su magia en su brazo –dijo Diana al ver la ventaja.
—¡Sí! –exclamaron todas.
          Todas empezáron a atacar el brazo de Belfegor, este hacia todo lo posible por esquivarlos, pero al ser grande le era difícil maniobrar y pudieron hacer que soltará la espada, que Amanda no dudó en tomarla.
—¡¿Y ahora qué?! –dijo Amanda casi gritando mientras sostenía la espada con sus dos brazos.
—Yo que se, solo concentremonos en atacarlo.
          Amanda fue corriendo hacia Belfegor, este trataba de detenerla con bolas de fuego, pero al ser bastante hábil, Amanda no tuvo problemas en esquivarlos, trepó a su espalda, y cuando tuvo la oportunidad, se la incrustó, traspasando la espalda y el pecho de Belfegor, pero en vez de que se quejara de dolor, solo se tiró a carcajadas mientras se desvanecía y dejaba caer a Amanda y la espada.
—... Ok, eso sí dolió –dijo Amanda poniendose de pie.
—¿Estás bien? –preguntó Constanze poniéndose a lado de Amanda.
—Sí, no te preocupes, se acabó.
—No lo creo, fue fácil, a no ser... Mierda, tenemos que largarnos de aquí.
—¿Por qué?
—No hay tiempo de explicar, solo tenemos que irnos antes de que....
          En ese momento, la tierra comenzó a temblar con bastante fuerza, el cielo se tornaba rojo y de este, cayó un caballo con su jinete, pero estos dos eran puro esqueleto.
—¡Corran! –gritó Bárbara con desesperación.
           Todas empezaron a correr pero al dar un par de pasos, varias cadenas las sujetaron con fuerza y fueron atraídas hacia aquel cabello.
—Ese no es...
—Sí, es la Muerte –dijo Diana al ver su rostro.
—Prefiero que me digan Tánatos, eso de "Muerte" está muy oxidado –dijo Tánatos al escuchar a Diana.
—¿Que es lo que quieres de nosotras? –preguntó Amanda furiosa.
—¿Que? No quiero varias brujas adolescentes, son bastante tercas, solo quiero a la que se hace llamar Hanna.
—No vas a ponerle un solo de...
—Lo siento querida –dijo Tánatos poniéndole su dedo en la boca de Bárbara–, no tengo tiempo para escuchar tu discurso de heroísmo, solo iré por ella y listo.
           Tánatos hizo andar a su caballo, mientras que las demás iban colgadas, casi siendo arrastradas, sintiendo como las pequeñas piedras golpeaban sus piernas o la tierra rasgandoles levemente la ropa.
—Es el fin –dijo Akko con una voz de derrota.
—No digas eso, saldremos de esta como sea –dijo Diana tratando de consolarla.
—¿Ya viste bien a esa cosa? Solo le bastó un movimiento para atraparnos.
—Al menos trata de tener algo de fe, Amanda O'Neill.
—Mira princesita, yo no tengo la culpa de que terminaramos así y...
—¡Silencio! –exclamó Tánatos molesto– No tengo tiempo para escuchar sus tonterías, solo cállense.
          El caballo de Tánatos se detuvo a unos 40 metros de las puertas de Luna Nova y ahí estaban todas las profesoras, incluyendo a Hanna y Adler.
—¿Por qué Adler está ahí? –se preguntó Bárbara al verlo junto a Hanna– Oh no.
—No qué.
—El Adler que ví en el bosque Actrurus, solo fue una ilusión creada por él.
—Tiene sentido, pero aún así, no me agrada del todo.
         Tánatos se bajó de su caballo y caminó hacia las profesoras con su arma favorita: la Hoz de la Muerte.
—Saludos brujas, he venido desde las lejanas tierras de Grecia por la esfera de los 7 mundos.
—Usted no es bienvenido aquí –dijo Holbrook dando unos pasos hacia enfrente.
—Siempre lo soy, no importa en donde esté, así que si no le molesta –Tánatos dió unos pasos pero este fue detenido por Finnelan.
—No pondrá un solo pie dentro.
—Bien... –Tánatos apuntó su hoz hacia enfrente, haciendo que Finnelan diera un paso atrás – Haremos esto por las malas.
           Tánatos movió su hoz de arriba hacia abajo de forma rápida, y de un abrir y cerrar de ojos, Finnelan y las demás profesoras quedaron tiradas en el suelo; Hanna estaba petrificada alguna ver el poder de Tánatos, solo le tomó un segundo.
—Hanna, tenemos que irnos –dijo Adler al ver que Tánatos se acercaba.
          Hanna no reaccionaba en absoluto, era demasiado el shock, Adler sabía que él venía por Hanna y no permitir que se la llevara, así que en un movimiento rápido tomó la mano de Hanna y empezó a correr. Tánatos los siguió sin dudar, el solo quería a Hanna y aquel objeto: la esfera de los 7 mundos.
—¡Tenemos que salir de aquí! –exclamó Bárbara mientras se movía bruscamente para zafarse de las cadenas.
—¿Cómo piensas hacer eso? Este tipo nos ató con fuerza –dijo Amanda viendo a Bárbara.
—¡Eso no me importa, tengo que proteger a Hanna!
         Bárbara se movió tanto que al cabo de un par de minutos pudo liberarse, cayó al suelo y empezó a correr, pero el caballa de Tánatos enloqueció y empezó a perseguirla. Las chicas empezaron a ser arrastradas por el caballo, y este al ir más rápido, empezó a herirlas.
—¡Tenemos que liberarnos! –gritó Akko.
         Akko trató de alcanzar su varita, pero por el caballo que corría, se detenía unas veces, se le hacia complicado, hasta que lo logró y de alguna forma utilizando su magia, rompió las cadenas que las sujetaban, cayeron y rodaron por varios segundos.
—¿Están todas bien? –preguntó Diana poniéndose de pie.
—¡Sí! –exclamaron todas, a excepción de una persona.
—Esperen... ¿Dónde está Akko? –preguntó Diana mientras veía a los alrededores, sin encontrarla.
—No lo se –dijo Lotte poniéndose cerca de Diana–, pero dudo que esté lejos. Probablemente ella...
—¡Akko!
          Diana corrió hacia el cuerpo que yacía tirado a unos 30 metros lejos de ellas; se puso de rodillas y empezó a sacudir levemente el cuerpo de Akko.
—Akko despierta –decia Diana mientras sacudía su cuerpo– ¡Despierta maldita sea! No me dejes por favor...
            Diana empezó a soltar unas lágrimas mientras tomaba el cuerpo de Akko y lo abrazaba con mucha fuerza, llorando aún con más fuerza. No podían creer que había muerto, Lotte lloraba al igual que la mayor parte.
—... Me estás apretando demasiado –se oyó una débil voz y ésto hizo que Diana reaccionara y soltara un poco a Akko.
—¡Akko! Creí... creí que tú...
—Shhh –Akko le puso su dedo en sus labios–. No voy a dejarte sola en esta vida Diana, eso te lo aseguro.
          De la emoción Diana le dió un fugaz beso en los labios.
—... A veces eres una idiota.
—Pero mira que bien te gusta eso de mí.
          Casi como si fuera instinto, Lotte, Sucy y prácticamente todas fueron a abrazarla.
—Bien, no más tiempo para cursilerías –dijo Amanda haciendo que terminaran el abrazo–, hay que atrapar a... ¿cómo dices que se llama?
—Tánatos Amanda.
—Eso mismo.
       Akko trató de levantarse, pero estaba bastante herida que no pudo y cayó de nuevo al suelo.
—No te fuerces Akko –dijo Lotte preocupada–, mejor quédate a descansar.
—Pero... quiero ayudarles.
—Tal vez pueda utilizar mi magia curativa, pero aún tendrías que descansar –dijo Diana tomandola del hombro.
—Hmm, está bien.
—... De acuerdo, ¿están listas? –preguntó Amanda como si tratara de animarlas.
—¡Sí!
—Entonces. Hora de cazar a esa cosa, ¡vamos!
           El grupo salió corriendo hacia el interior de Luna Nova para ir tras Tánatos y acabar con esta locura.
                     *Mientras tanto*
          Barbara seguía huyendo del caballo que la seguía y hacia de todo para evitarlo, pero eso apenas y desconsertaba al caballo, pero aún seguia en su carrera. Maldita sea, tengo que deshacerme de este caballo... ¡Ya se! Bárbara siguió corriendo por un momento hasta que topó con un árbol y empezó a treparlo y pudo llegar a lo más alto con unos cuantos golpes que el caballo le dio.
—¡No podrás alcanzarme estúpido! –dijo Bárbara como si de alguna forma la fuera a entender.
         El caballo rechinaba en repetidas ocasiones mientras golpeaba el árbol con sus patas delanteras con fuerza tratando de tirar a Bárbara, pero parecia en vano y finalmente el caballo se rindió y fue en busca de su amo.

         Adler y Hanna estaban bastante cansados, estaban escondidos en un armario, pero al estar corriendo bastante, no podían controlar sus jadeos y sería fácil para Tánatos encontrarlos.
—Deja de hacer ruido –dijo Hanna a Adler.
—Como si todo lo que está pasando fuera mi culpa.
—No pero mejor ca...
—¿Estás aquí Hanna? –se escuchó una voz bastante familiar.
         Hanna no podia creer que esa fuera la voz de Bárbara, quería salir corriendo de su escondite y decirle que estaba bien, pero Adler la detuvo.
—No lo hagas, es una trampa –dijo Adler tomandola del hombro.
—No es ninguna trampa. Esa es su voz.
—Hanna, Tánatos es un dios y puede hacer eso sin problemas, solo está usando su voz para atraerte.
—Di lo que sea pero yo iré.
         Hanna se zafó de Adler y salió de prisa del clóset para dirigirse al pasillo, donde supuestamente estaba Bárbara. Pero Adler no se iba quedar ahí, así que siguió a Hanna para tratar de alcanzarla, pero fue demasiado tarde.
         Tánatos tenía a Hanna tomandola del cuello con fuerza, Adler saltó hacia él pero este lo golpeó y fue a estamparse contra la pared, dejándolo inconsciente.
—Estúpido.
          Tánatos, con su premio estaba dispuesto a retirarse, se dirigió a la salida y ahí estaba su caballo esperándolo, así que subió hacia el y se dispuso a marcharse.
—¡Ahora! –gritó Amanda desde el aire.
          Todas salieron y empezaron a atacar a Tánatos, pero por alguna razón, a él no le causaron efecto alguno y a su caballo lo acabaron con ese ataque en cuestión de segundos, cayendo al suelo Tánatos, con aquella persona que Bárbara había esta buscando, pero por desgracia no estaba presente.
—¡Hanna! —exclamaron todas al verla.
—... ¿Eeh?
          Tánatos de puso rápidamente de pie y atacó sin dudarlo, dejando heridas a varias, incluyendo a Lotte, Amanda y Jasminka, sin duda una a ser una dura pelea.
                      *Mientras tanto*
           Akko estaba recostada sobre un árbol durmiendo mientras que Diana la cuidaba, pero escuchó una explosión desde lo lejos, lo cual llamó su atención y despertó a Akko.
—¡¿Q-qué fue eso?! –exclamó Akko alterada.
—No estoy segura, pero algo pasa allá. Será mejor que vaya a ver.
—Te acompaño.
           Akko se levantó y se puso a lado de Diana y le tomó la mano.
—¿Estás segura?
—A donde vayas, yo iré sin dudarlo.
—Ok, entonces vamos.
          Akko y Diana se dirigieron a toda prisa donde provenían las explosiones y solo esperaban que no fuera grave.
         

           Bárbara estaba a unos 15 metros de Tánatos e iba a atacarlo sin dudarlo; estaba ya a solo 2 metros cuando unas raíces surgieron del suelo y la apresó sin poder moverse.
—Ay... Pobre, pobre niña. Queriendo ser la héroe, salvar a tu amiga y recibir todos los créditos eres una ilusa –Tánatos tomó a Hanna y con su mano derecha penetró el pecho y sacó una esfera bastante brillante–. Reluciente.
          Bárbara contempló como Tánatos hacia aquel barbaridad, pero lo que hizo que no perdiera la compostura es que no le causó una herida de muerte.
—¡Sueltala ahora! –gritó Amanda apuntándole con la espada San Martín.
—... No podrás. Es su juicio final.

Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora