Como una botella de vino

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          Una nueva semana comenzaba en Luna Nova, las aves cantaban, la brisa era fresca y alentadora, el amanecer se manifestaba cada vez más, dejando ver un bello paisaje en la academia. Akko se levantó más temprano de lo normal y empezó a alistarse para ir a clases pero era como una maldición para ella, ya que, la primera hora era con Finnelan y era bastante dura con Akko, pero era de muy poca importancia, le daba más importancia al hecho de que estaría con su novia Diana, su hermosa rubia que de seguro conociéndola, ya estaba de camino a la clase, así que si quería ir con ella durante el camino tenía que apresurarse.

*Mientras tanto*

          Croix se estaba despidiendo de Chariot, ya que tenía que volver a Estados Unidos para seguir con su trabajo. Chariot se sentía muy triste, parecía que el tiempo se fue muy rápido y después de tanto tiempo sin ver a su pelimorada, era un golpe fuerte en su corazón. Esto lo pudo notar Croix, conocía bien a Chariot y sabía que a veces ella era un libro abierto.
—Amor –dijo Croix con ternura–, no te pongas triste. Ésto solo será temporal.
—L-lo se pero... –Chariot quería ser optimista en esos momentos, que pronto volvería a verla fuera como fuera–. Fue tan corto el tiempo que estuvimos juntas.
—Lo se Char. Pero te prometo que volveré, estaré contigo el día de la graduación de los terceros.
—¡¿E-en serio?! –exclamó Chariot mientras tomaba las manos de su amada.
—Sí. Será un nuevo capítulo en nuestras vidas, y en de las chicas también.
—Es verdad. Espero ver a Akko llegar a graduarse. Y verte a ti.
—Entonces, es una promesa –dijo Croix levantando el dedo meñique.
—Jaja, que infantil pero sí. Será nuestra promesa.
         Chariot y Croix unieron sus dedos meñiques en símbolo de su promesa; Croix, antes de irse le dió un profundo beso en los labios a Chariot para después marcharse sin antes decirle: "Solo espérame amor mío, volveré a estar a tu lado." Esas palabras le dieron fe. Fe en que Croix regresaría. Esperaré tu regreso mi amada. Esperaría toda la vida si fuera necesario.

          Akko iba apresurada por los pasillos buscando a Diana, pero no aparecía así que se dirigió al salón y vaya sorpresa fue la suya al no verla. ¿Dónde estás Diana?, se dijo Akko muy preocupada. Le recordó a una situación muy similar, pero ella se lo dijo y está vez no le dijo nada. Debió haberle pasado algo... Iré a verla a su cuarto.
          Akko se dirigió al cuarto de Diana, le preocupaba mucho el hecho de que no estuviera en clases, así que, mientras caminaba, iba pensado en las posibilidades. Tanto era su pensar que no se dió cuenta y chocó contra la puerta del cuarto y cayó al suelo de sentón.
—Au au au... –se decía Akko mientras de volvía a poner de pie y recogía sus cosas, luego miro a detalle y notó que ya había llegado.
          Qué rápido llegué, se dijo Akko mientras abría un poco la puerta y miraba de reojo la habitación. No vio a Hanna o Bárbara Adler, así que asumió que estaba sola la habitación y decidió entrar. No debería hacerlo, pero ojalá Diana esté aquí. Akko cerró la puerta y se adentró más en la habitación, Fue hasta donde estaba la cama de Diana y pudo verla ahí, acostada con un pequeño trapo húmedo en su cabeza, claro que Akko no se quedó nada más ahí parada y fue hasta estar a unos centímetros de la cama, se acercó y se puso de rodillas, mirando a Diana en ese estado, sentía algo de impotencia ya que no podía hacer nada, al menos hasta que despertara y no tuvo que esperar mucho, ya que casualmente se había despertado, giró levemente su cabeza y vio a Akko, que estaba con sus brazos reposando en la cama.
—Buenos días Akko –dijo Diana apenas la vio.
—Buenos días. ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así? –preguntó Akko con una notable preocupación.
—Sólo tengo algo de fiebre amor, no te preocupes.
—¿Cómo no me voy a preocupar si estás enferma? Descuida ¡La super enfermera Akko te curará!
—Jeje, tranquila Akko, mejor ve a clases.
—Pero quiero ayudarte. Aparte en donde deberías estar es en la enfermería.
—Lo sé, pero apenas y comencé con los síntomas. Aparte, que me duele un poco todo el cuerpo.
—No, en verdad estás grave, me quedaré contigo.
—Pero tienes que ir a clases y...
—Sí, se que toca con Finnelan, pero ahora importas más tu y no aceptaré un no como respuesta.
          Diana estaba un poco impresionada por la determinación de la castaña, ya que bueno, comprendía la situación, así que no le quedó de otra y aceptó la ayuda de su novia.
—Entonces, ¿cómo le harás para ponerte al corriente? –le preguntó Diana mientras veía a Akko dejar sus libros en el escritorio.
—Bueno, le pediré a Lotte o Sucy los apuntes.
—Ya veo.
          Akko estuvo atendiendo a Diana en todo lo que necesitaba, le tocaba la frente de vez en cuando para comprobar si su temperatura subía o bajaba, le trajo comida y algo de beber. Ya eran más o menos las 9 de la mañana cuando escuchó que llamaban a la puerta.
—Iré a ver quién es –le dijo Akko a Diana mientras que esta se levantaba de la silla e iba a revisar quien era.
—Está bien.
           Akko fue hasta la puerta y atendió después de que tocaran como unas 4 veces. Pero que impacientes, pensó Akko mientras tomaba la manija de la puerta para abrir la puerta, donde se encontró a la directora Holbrook y a la maestra Finnelan.
—Oh, buenos días directora Holbrook, buenos días maestra Finnelan –saludó Akko con nerviosismo.
—Buenos días señorita Kagari –saludó Holbrook con extrañeza al ver a Akko en la habitación de Diana–. Queremos preguntarle una... No, dos cosas.
—¿D-de que se trata?
—Bueno, lo primero. ¿Por qué está en la habitación de  la señorita Cavendish?      —B-bueno...
—Y en segunda –interrumpio Holbrook– ¿Esta aquí Diana?

Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora