Tenerte a mi lado

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Está capítulo estará centrado en Hanna y Bárbara, así que no esperen ver a otro personaje, al menos no mucho y sin más, empecemos.

          Bárbara salió del cuarto, solo para toparse con Hanna en la entrada, con un rostro que demostraba una total preocupación. ¿A-acaso ella estaba..., Bárbara estaba avergonzada y asustada a la vez, el hecho de pensar que ella la escuchó la ponía así, pero también lo ponía en duda, ya que ella estuvo con Adler.
—¿Estás bien Bárbara? –le preguntó Hanna, mirando sus ojos que estaban rojos por tanto llorar.
—S-sí. Estoy bien Hanna –dijo Bárbara nerviosa, mientras tallaba un poco sus ojos.
—No me quieras mentir Bárbara. Soy tu amiga, puedes decírmelo con toda confianza.
           Bárbara no podía formular las palabras, ese nudo en su garganta se lo impedía, cada vez que lo intentaba se hacía más fuerte.
—Y-yo.... –Bárbara estaba más que sonrojada y nerviosa, quería salir corriendo de ahí, quería estar sola pero a la vez no, su mente estaba hecha un desastre–. Me tengo que ir..., h-hablamos luego.
           Hanna miraba impotente como su amiga se marchaba como si nada, no le gustaba ver a su amiga triste, le rompía el corazón verla así, ya que, ¿cómo no te iba a importar tu amiga de la infancia? Ella ha estado junto a Bárbara desde que se volvieron amigas hace tiempo, la conocía bien, sabía cuando estaba mal sin que tuviera que decírselo. Hanna no dudó un segundo más y fue tras ella, tenía que saber que era lo que la ponía triste, la que la obliga a estar cada vez más distante, no lo deseaba en absoluto, no quería que su amiga se alejara, ella era la única verdadera amiga, y Diana, digamos que pasaba segundo plano, ahora no importaba mucho; Hanna llegó hasta el patio de Luna Nova, y pudo ver a Bárbara recargada en un árbol, con la mirada baja mientras jugaba con sus dedos nerviosamente. Hanna se empezó a acercar lentamente a Bárbara, que casualmente fijó su mirada en dirección de Hanna, y sin más, empezó a correr en la dirección contraria, ¡Quiero que te alejes de mi!, se dijo Bárbara con furia mientras las lágrimas recorrían sus mejillas, corriendo sin dirección en concreto, solo le importaba estar lejos, no quería ver a Hanna en aquellos momentos.
         Bárbara estaba en la pista de Luna Nova, no sabía cuánto había corrido o por cuánto tiempo, sólo quería estar sola, solo imaginar estar junto a Hanna le causaba un fuerte dolor en el pecho tan fuerte, que la atrofiaba. Se detuvo un momento y luego caminó hasta llegar a una banca, se sentó, recostando su espalda en el respaldo, inhalando y exhalando lentamente, relajando cada vez más su cuerpo. Fui una cobarde. Se dijo Bárbara, pensando con claridad lo que había hecho. En vez de enfrentar el problema, decidió huir cual cobarde huye de los demás sin ni siquiera saber porque. Me comporté como una cobarde. Debo de darle la cara a esto. Teniendo en cuenta de que sería difícil expresarse hacia Hanna, Bárbara se levantó de la banca decidida y se dirigio a su habitación imaginando que ahí debe estar.
         Bárbara miraba discretamente por cada lugar que pasaba, no dejaba pasar la posibilidad de que estaba rondando por ahí, pero no la vio por ninguna parte, y por estar distraída, no se dió cuenta que había una estudiante enfrente de ella que llevaba unos papeles consigo, se chocaron y cayeron al suelo.
—L-lo siento –se disculpó Bárbara con aquella estudiante.
—No te preocupes, solo fue un accidente –dijo la chica mientras recogía los papeles que había regados por el suelo.
—Dejame te ayudo.
—No hace falta, yo puedo hacerlo.
—Yo provoqué esto. Solo déjame ayudarte.
—Esta bien.
          La chica y Bárbara empezaron a recoger todas esas hojas, las acomodaron y la chica los volvió a cargar para llevarlos a quién sabe dónde.
—¿A dónde vas a ir con eso? –le preguntó Bárbara curiosa a la chica.
—Es de la profesora Pisces, me pidió que lo llevara al aula donde impartirá su clase.
—Oh –Bárbara pensó en irse para buscar a Hanna, pero dejar a aquella chica llevara todas esas hojas le haría quedar mal–. ¿Quieres que te ayude?
—No hace falta –respondió la chica–, puedo llevarlo sola.
—Pero eso es mucho. Al menos déjame llevar una parte.
—... Esta bien.
          Bárbara tomó una parte de las hojas y se las llevó cargando. Esa chica es linda... Nunca la había visto, ¿será de primer grado? Bárbara pensaba que esa chica era del primer grado debido a su baja estatura y su cuerpo de niña, pero se lo preguntaría indirectamente.
—Oye... –Bárbara trató de iniciar conversación– ¿Cual es tu nombre?
—Mi nombre es Elizabeth, ¿y el tuyo?
—Barbara. Bárbara Parker
—Oh. ¿Entonces eres amiga de Diana Cavendish?
—S-sí, soy yo. ¿Eres de primer grado?
—... –Elizabeth estaba apenada, ya que era de segundo y de primera como la mayoría pensaba eso por ser de baja estatura– N-no, s-soy de segundo... Es solo que por ser chaparra, creen que soy menor.
—Perdón por preguntarte algo así, no era mi intención incomodarte.
—N-no te preocupes. No me molesta eso, de verdad, es solo que es muy frecuente.
—Jeje, tal vez...
          Bárbara y Elizabeth siguieron charlando mientras se dirigían con la maestra Pisces. Es una chica muy agradable. Creo que puedo buscar juntarme con ella después de clases, pero primero debo arreglar lo de Hanna, no puedo dejarlo impune. Llegaron al salón y dejaron los papeles en el escritorio y luego se retiraron.
—Pues... Mucho gusto en conocerte Elizabeth, pero tengo que irme –dijo Barbara, que se dirigía a la salida, pero Elizabeth la sostuvo del brazo.
—E-espera –dijo Elizabeth algo avergonzada–. ¿P-podemos vernos mañana durante el almuerzo?
          Bárbara se le quedó un par de segundos como si tratara de adivinar lo que hacía Elizabeth, ella sabía que había algo más, pero no podía asimilarlo, así que lo dejó como una simple merienda.
—C-claro, por que no –le dijo Bárbara.
—Genial –Elizabeth la soltó y empezó a caminar alejándose cada vez más de Bárbara, no sin antes volver a mirarla y alcanzar a decirle: "adiós".

Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora