Mi chica de los anteojos

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           Habían pasado un par de días desde que Lotte y Sucy huyeron de aquella casa después de lo ocurrido, pero Lotte estaba un poco preocupada por sus padres y más por su padre, sentía que había algo detrás de su actitud, él jamás se comportaría de esa forma si se tratara de su hija.
—¿En qué tanto piensas Lotte? –preguntó Sucy al ver a Lotte tan pensativa.
—¿Eeh? Ah, no es nada, solo cosas tontas –dijo Lotte tratando de ocultar lo que realmente piensa.
—Es sobre tu padre, ¿cierto?
—... S-sí, sigo preocupada por él. Sigo sin creer que se haya vuelto agresivo.
           Sucy pudo notar la expresión triste de Lotte, casi al borde del llanto, y lo sabía mejor que nadie, fue un golpe duro para Lotte; Sucy se limitó a abrazarla y dejar que se desahogara; pudo escuchar los sollozos de su rubia, la ponía triste con solo escucharla llorar.
—Todo saldrá bien –dijo Sucy acariciando la cabeza de Lotte.
—¿T-tu en serio lo crees?
—Claro que sí. Tal vez no conozca a tu padre de mucho tiempo, pero al menos se que él jamás se comportaría de esa forma. Pronto iré a tu casa.
—¿N-no le harás nada verdad? –dijo Lotte muy nerviosa, mirando a Sucy a los ojos.
—Para nada. Si es que trata de hacerme algo, usaré un somnífero, nada grave.
—E-está bien. Mejor descansemos, es tarde.
—Ok... No quiero volver a verte llorar Lotte, me haces sentir mal –dijo Sucy muy de repente.
—P-perdon Sucy...
—No tienes que disculparte, es solo que..., no quiero que te vuelvan a herir. Quiero protegerte, aunque esto suene raro por mi parte.
—No lo es. A-a veces me gusta cuando sacas tú lado tierno.
—... Mejor vamos a dormir –Sucy se levantó de la cama, apagó la luz y volvió a acostarse con Lotte, cubriéndose en las sábanas.
—B-buenas noches Sucy.
—Buenas noches.
        Sucy se puso como un muerto, lista para dormir, por su parte, Lotte aún tenía la preocupación sobre lo que podría pasar si Sucy va de vuelta allá, no quería que le pasara algo a su primer amor, era la primera vez que quería a alguien de esa manera, llegando la idea de que jamás volvería a encontrar a alguien a quien amar de tal forma.

***

         Un pequeño rayo de luz se coló por la ventanilla de la recámara, avisando que la mañana había llegado. Lotte comenzó a abrir lentamente sus ojos, giró la cabeza para ver a Sucy y vio que ella aún seguía dormida, lo cual le alegró un poco. Se levantó de la cama, fue al tocador y se puso sus lentes, salió del cuarto para dirigirse a la cocina y prepararse algo para desayunar, claro que también haría para Sucy. Empezó por revisar la alacena, para su suerte aún había comida, así que tomó unas cuantas cosas, luego fue al refrigerador e igualmente fue tomó unas cosas y sin más comenzó a preparar.

         Sucy abrió de a poco los ojos, miró por unos escasos segundos, luego miró a su costado y se alteró un poco al no ver a Lotte, pero decidió mejor no perder la compostura, así que se levantó de la cama y salió del cuarto y empezó a buscar a Lotte. Caminó echando un vistazo en los cuartos pero no vio a nadie, así que fue a la cocina y ahí la vió, lo cual hizo que se tranquilizara. Sucy se acercó de poco a poco, hasta que estuvo a pocos centímetros y la abrazó. Se acercó al cuello, oliendo el aroma de su chica.
—Mm... Hueles delicioso amor –dijo Sucy un poco pervertida.
—¡S-sucy! No digas cosas tan raras –exclamó Lotte alterada, pudiendo sentir la respiración de Sucy en su cuello.
—Lotte... Te ves bien de pijama.
—¡¿A qué viene eso?! Por ahora, s-solo déjame de terminar de preparar el desayuno.
—Ok, mi terrón de azúcar.
          Sucy le dio un beso en la mejilla y se fue al comedor, mientras que con Lotte, estaba muy roja y avergonzada por lo que acaba de pasar. Me siento rara..., esta sensación... Es muy extraño esto, mejor dejo de pensar en eso, no quiero que la cocina se incendie. Lotte siguió cocinando aún pensando en esas cosas raras; Sucy tenía otro tipo de cosas en mente, se preguntaba porque Lotte aceptó ser su novia, ya que ella tenía unos gustos algo..., extravagantes por así decirlo.
—¿Qué hizo que te enamoraras de mi? –susurró Sucy, recostandose en la mesa.

Quiero que seas míaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora