Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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Seguía atolondrada, desubicada del espacio/tiempo después de haber sido besada por Yoongi. Unos días han transcurrido y aún tenía esas sensaciones que dejaron sus labios. Era una boba. Definitivamente lo era. Suspiraba cada vez que podía el nombre del muchacho.
¿Existía alguien en este mundo que fuera capaz de besar tan bien como él? Parecía imposible concebir que una persona con esas habilidades existieran y que no se tratara del rubio. Bastó un beso suyo para confirmar mis sentimientos. Uno fulminante. Fulminante en varios sentidos.
Estaba perdida. No había vuelta atrás. ¿Qué iba hacer ahora? El enamoramiento me tenía cautiva, aquella sinceridad con la que deseaba querer románticamente llegó. Estaba presente, sin embargo no sabía cual era el siguiente paso a dar. Debería ser capaz de ir y confesarme abiertamente, el resto de la historia de desarrollaría por su cuenta, esperaría la reciprocidad de mis sentimientos o el rechazo absoluto, podría hacer aquello si fuera alguien distinta, la cobardía estaba impregnada en mi piel, no iba a plasmar a la realidad mi propósito ni en un millón de años. Voluntad y valentía no estaban funcionando.
Yoongi fue quien dio hincapié a besarnos, eso debía otorgarme algunos puntos a mi favor. Si no le gustaba al menos podía resultarle atractiva, resultaba esperanzador. Mi lado pesimista me decía que fue un simple accionar sin sentido, que no tuviera esperanzas.
Lo más lioso era que no habíamos hablado respecto a lo sucedido. Actuábamos como si el encuentro de nuestras bocas no hubiera sucedido. Hablamos torpemente sobre alguna cosas, incómodos, después corría con alguna excusa hacia algún lugar lejos. Tampoco era que él estuviera muy dispuesto a asumir las consecuencias tan directamente. Tal vez mantenernos en reserva era la mejor opción, una postura distinta a las que mis amigas me aconsejaron, Haesun y Jiwo apostaban rotundamente con que me fuera de lleno a seguir los instintos.
Necesitaba algo que dulce que aliviara esta desazón que dejaba el no poder expresarme con libertad frente a la persona que me gustaba. Recuerdo el chupetín sabor a fresa que guarde en el cajón del mueble con el fin de que no cayera en las peligrosas garras de mi hermano, debía seguir ahí si el escondite a sido efectivo.
Rebusco en el cajón, el caramelo seguía intacto, sin ninguna muestra de haber sido manipulado. Deprisa quito el empaque que lo envuelve y no pierdo segundos en esperar saborear la dulzura. El sabor a fresa que tanto disfrutaba se impregna fácil en mis pupilas gustativas. Dispongo a seguir mis pasos hacia mi refugio. Mi habitación, me detengo al escuchar la puerta de la salida cerrarse, podía tratarse de mamá con bolsas o algo parecido. El arrepentimiento de esperar llega tan pronto Yoongi emerge.
Maldigo internamente. Me mantengo plantada sin lograr algún ademán de al menos un amistoso saludo, para cuando estoy consiente, fuera de mis fantasías tengo al muchacho delante mío. Intento pronunciar algunas palabras, gracias al chupetín son indescifrables. Nos deja perplejos a ambos. Lo que sigue a continuación no me lo había visto venir. El pelinegro estira su mano y tira del dulce apropiándose de este. El tirón deja un leve dolor en mis dientes.
