Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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Cuando Seoyeon pidió que intentáramos llevarnos mejor. Intentar ser amigas. No pensé que pasaría los últimos días tratando de permanecer varios momentos conmigo, preguntándome si necesitaba ayuda o algún tipo de consejo. Ella se estaba tomando muy enserio esto de encaminar a un sendero amable nuestra nueva relación, cuñadas. Demasiado en serio. Acostumbra a soltar sin filtros infinidad de cosas frente a la pelinegra, referí que estaba esforzándose un poquito más de lo necesario, su respuesta volvió a desconcertarme, alegó estar haciendo todo mal en su empeño de acercarnos, la angustia floto en su semblante. Acabé ensalzando su esfuerzo y auto culpándome de mi bajo desempeño.
Mis padres ya estaban al tanto sobre la relación que mi hermano y Seoyeon mantenían. Ellos no parecieron sorprenderse, estuvieron sumamente felices, principalmente mamá, como no si la muchacha le caía asombrosamente. Seoyeon asegurándose que el ambiente de este hogar no se viera perturbado como actual novia del hijo de casa aseguró poder marcharse sin inconvenientes, buscar otro lugar para vivir, mamá y papá se negaron rotundamente a que esto sucediera manifestando que mientras ambos supieran comportarse en casa los inconvenientes serían nulos , sobretodo confiaban en la pelinegra resaltando su responsabilidad para asumir las situaciones, tenía el apoyo sumamente conseguido todo el apoyo tanto maternal como paternal. Así que la estancia aquí no se vio afectada. Me preguntaba si la situación sería igual si fuera yo la que estuviera en la situación de Junghee. ¿Podría tener también a mi novio en casa?
Siguiendo con la rutina marcada por Seoyeon nos encontrábamos buscando la vestimenta que utilizará en la reunión del reencuentro escolar. Estaba haciendo un gran esfuerzo al acompañarla, esto de ir de establecimiento en establecimiento después de asegurarse haberse probarse en su totalidad aquellas prendas que llaman su atención y luego descartarlas porque no satisfacen sus expectativas estaban llevándome al extremo de la tolerancia. Estaba a punto de renunciar.
—¿Qué tal me queda? —pregunta mientras sale de los probadores, dando pasos seguros, parecía modelar en una pasarela de alta costura.
El vestido rojo que traía puesto le hacía lucir espectacular tanto que daba envidia sólo de mirarla. Se amoldaba con finura, elegancia a su forma femenina. Vaya que se veía bien. El color resaltaba la palidez de su piel, la pedrería adornaba los detalles exactos. Cualquiera voltearía a verla.
—Luces hermosa, muy hermosa. Lo digo sinceramente. No miento, ni es un intento de escaparme de tanta búsqueda —me apresuro en decir demostrando la certeza de mis palabras.
—Te creo, no debes debes justificarte —responde, se observa en el gran espejo, dando algunas vueltas —. Luzco hermosa. Más que hermosa —se confirmar así misma. Una gran sonrisa de satisfacción se luce ahora en su rostro, encantada regresa a los probadores dispuesta a comprarlo.
