Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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Dejo sigilosamente la habitación que comparto con Seoyeon, no debo despertarla, ella duerme plácidamente sobre el colchón, hemos tenido una larga caminata por la mañana, todos terminamos cansados, se suponía que esta era nuestra hora de descanso, yo realmente necesitaba tomar aire y seguir apreciando el atardecer en la playa, no estaba nada cansada. Estar invitada en casa de sus padres tampoco ayudaba mucho, no me sentía tan cómoda.
Mi idea de pasar desapercibida es un total fracaso cuando encuentro a la señora Park vistiendo una rara bata de dormir y ruleros bordeando su cabellera, ocupando su asiento predilecto. Es una imagen cómica pero me obligo esconder la risa casi mordiendo mi lengua. Ya era bastante malo soportarnos hacer alboroto por las mañanas como para tener que aguantar mi risa burlona en su propia cara. Aún tenía nuestra presentación no nada amable fresca como para mantener una relación cordial, mi cuerpo temblaba por sus gritos.
—¿Dónde vas tan misteriosa muchacha? —pregunta cruzando sus piernas sin dificultad, esperado una explicación convincente por el gesto arrugado de su cara—. Se supone que deberías estar durmiendo.
—Intentaba evitar hacer ruido, no pretendo despertar a los demás —trato de explicar mi sigiloso caminar—. Iré un rato fuera. Pronto será el atardecer, lo presenciaré desde la playa.
—¿Has informado de tu salida a tu buena madre? —pregunta.
—Debe estar durmiendo, no quiero interrumpir su sueño. Esta bien si salgo por mi cuenta, no se molestará —aseguro. Rogaba que no me mandará de vuelta hacia la habitación.
—Estos mocosos salen sin permiso, por eso acaban lastimados, preocupando a sus madres. desconsiderados —farfulla resoplando su mal humor.
Esa llevaba siendo su actitud huraña en nuestra corta estancia en su hogar. Aunque después de algunos regaños por parte de su hija había disminuido unos niveles de intensidad en su evidente desazón de nuestro encuentro familiar propuesto por ella misma. Encuentro que prácticamente nos obligó aceptar, no pude zafarme.
Cuando Seoyeon les contó a sus padres sobre su sorpresivo embarazo se llevó un regaño monumental, ella estuvo preparada para esa reacción. La revelación sucedió por teléfono. Estuvo como tres horas pegada en ese aparato, mal medio para dar una noticia así de importante. Una semana después viajamos hasta la ciudad de origen de mi cuñada, donde nuestras familias decidieron tener una reunión para hablar con tranquilidad.
—Deberías tener consideración con los demás, avisar donde vas, no salir escondida como si fueras un ladrón. Una persona sin modales. Luego de tu horrible accidente deberías tener en consideración los sentimientos de los demás —rezonga, uno de sus ruleros cae, la señora finge que no sucede—. Evita causar disgustos a tu amable madre.
Si alguien logró llevarse la confianza de la señora Park, esa fue mamá. Sus encantos fueron suficientes. Las dos consiguieron comprenderse, quizá porque ambas compartían el rol de protectoras de sus hijos. Los demás evidentemente no corrimos con la misma suerte.
