Se conocieron una noche aunque no de forma amable. Una mala anécdota.
El negocio de su madre será el elemento que los hará volver encontrarse.
Contemplando el cielo de la noche sabrán que el amor existe.
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El romance reciente que mantenía con Yoongi en casa era un secreto, con el fin de evitar posibles conflictos y desacuerdo donde mi familia pudiera desterrarlo de estos aposentos. Extenderíamos la confidencialidad de la noticia sobre nuestro noviazgo lo máximo posible, protegeríamos esta cercanía que convivir en el mismo lugar nos otorgaba. Podíamos vernos a diario.
Sin embargo el mantenerlo en reserva a todos en este pequeño mundo de habitaciones estaba siendo peligrosamente amenazado. Fue descubierto por un residente del cual no había tomado las medidas adecuadas para que lo ignorara dada su perspicacia, debía tener medidas superiores contra sus dotes, estuvo pendiente en nosotros, curioseando lo suficiente para concluir que algo distinto surgió. Por supuesto a Seoyeon difícilmente algo se le escapaba.
—¿Prometes no decir nada? —digo con incertidumbre, haciéndome un manojo de nervios.
—Lo prometo —afirma sacudiendo su húmeda melena recién lavada—. En veinte y picos de años que tengo, mis promesas se han mantenido intactas, romperlas no es lo mío. He podido hacer muchas travesuras, alguna maldad pero no desbarato promesas. Eso dejémoslo a los inferiores.
—Entonces no dirás nada —intento creerlo, incluso exponiendo mi credulidad, estaba temerosa que fuera a cambiar de opinión.
—Puedes contarme, me agrada saber sobre amoríos —dice soltando su cuerpo como si fuera a oír una gran historia por horas—. Quizá pueda darte un consejo. Es la escuela muchas compañeras venían a mí a consultarme sus travesías amorosas, muchas eran un caso perdido, éramos niños inmaduros, ¿No entendía que esperaban que ocurriera?, las traía a la realidad. Alguna vez te contaré.
La pelinegra a notado lo suficiente.
—Estoy saliendo con Yoongi. Estamos juntos, somos novios —expongo la verdad total, ya estaba dicho—. No se lo digas a mi hermano, se lo dirá a mis padres si se entera.
—Debo ser demasiado desconfiable bajo tu perceptiva, llevamos trabajando en esto, hemos avanzado muy poco —deja saber desesperanzada—. Es por los golpes bajos que hubo antes entre nosotras, costará construir familiaridad.
Las muestras de amistad y amabilidad que podríamos mostrarnos causaban conflictos integradores, ahí íbamos.
—Tenerlo lejos cuando recién hemos comenzado se me hace duro, quiero tenerlo cerca —murmuro tímida.
En su semblante puedo destacar compresión, entiende lo que siento. Mucha compresión. Un ademán tímido de su parte se asoma.
—Antes no podía concebir tener tan cerca a una persona distinta a un miembro de mi familia —hace una pausa, se percata que tenga interés en lo dicho—. He sido insegura al creerle a un hombre. Eso de tener un amor de cuentos de hadas era impensable, en mis propósitos era impositivo, restaba, por eso me irritaba tanto escucharte decir que esperabas mantener un amor real. Fueron numerosas las veces que me detuve de aplastar tu cabeza por esas tonterías que ibas recitando por todos lados —esboza una sonrisa, media divertida, media de perdón—. A esta niña absurda le haré conocer a golpes la realidad del mundo, ya verá. Eso pensaba.
