3. La llamada que cambió mi vida

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Después de despedirme de Natalia, llegué a casa. Me paré en el portal de mi casa después de correr por las calles de Madrid. Saqué las llaves de casa del bolso y después de un rato peleándome con la cerradura de la puerta, por fin conseguí girar la llave. Subí las escaleras a mi casa con el corazón latiendo demasiado rápido y acabé por caerme por las escaleras un par de veces. Cuando llegué a la puerta de mi casa, no podía aguantar más. Tuve suerte de no partir la llave a la mitad y abrí la puerta dando un portazo a la pared. Todavía no me explico porque los vecinos no salieron a averiguar que había sido tanto ruido.

Entré al salón y marqué su número. El teléfono sonó. Un toque, dos toques, tres toques, pero nadie lo cogió. Acabó por saltar el buzón de voz y colgué el teléfono. Me desilusioné un poco: "Lo mismo no es su número de verdad, pero eso no puede ser, me lo ha dado porque lo ha querido", "Vaya, estará ocupado, si, tiene que ser eso".

La tarde se me hizo eterna. No sabía como gastar mi tiempo. Me pasé la tarde dando vueltas por la casa. Encendí la tele, cambié de canal unas cuantas veces, como no encontraba nada la acabé apagando, me entró hambre y fui a la cocina a por cualquier cosa, me comí un yogur y una manzana mirando por la ventana de la cocina, abrí el libro que me estaba leyendo pero como no me concentraba acabé por cerrarlo y dejarlo en la mesilla. Y así pasé la tarde, buscando pasatiempos que no me entretenían lo suficiente como para sacar de mi cabeza esa llamada perdida.

Abrí la ventana del salón y miré hacia fuera. Todas esas personas que tan tranquilas pasean, cada una con sus problemas, sus amigos, sus destinos, sus vidas.

Al rato, llamaron. Creía que era él, salí corriendo desde la ventana por la que observaba la vida pasar hasta la cocina, donde me había dejado el móvil anteriormente.

-Hola Natalia, que susto me has dado.-Le dije

-De verdad que te pasa algo.- Me dijo- Te he llamado porque hoy te has dejado tu bolsa con la camiseta que te has comprado.

-A, si, es verdad.-Dije, distraída. Tenía razón, cuando nos fuimos del bar no me acordé de coger la bolsa y se quedó encima de la mesa.

-Bueno, ¿cuando te lo puedo llevar? Porque supongo que la querrás de vuelta.

-No lo se. Él próximo día que quedemos.

-Por que no hoy. Esta mañana me dijiste que no tenías ningún plan para esta tarde.

-No es un plan oficial, es algo que me ha surgido de un momento a otro. Pero no puedo quedar. Hasta la próxima.-Y colgué.

Alrededor de las siete de la tarde, mi móvil empezó a vibrar otra vez. Lo escuché de fondo mientras me ponía el pijama, un número desconocido aparecía en pantalla. Cogí el papel que estaba encima de mi mesilla y comparé el número escrito a mano con el que se veía. En ese momento fue cuando si que por poco me desmayo. Me senté en el sofá por si acaso y lo cogí.

-¿Diga?-Empezé.

-Hola, soy Marco. Perdón por no haber cogido antes su llamada.

-Ah, si. Soy Celia, la de esta mañana. La que te ayudó con las bolsas.

-Hola Celia. Perdón por no coger la llamada. Tenía entrenamiento y no pude. -Me explicó.- Te di mi número para preguntarte una cosa. Me alegro de que lo encontrases y no lo decidieses tirar a la basura.

-Ah, pues me alegro de no haberlo tirado. Aunque he de confesar que antes de abrirlo, si que lo pensé.

-¿Cómo?

-Tirarlo. Bueno, dime Asensio.

- Tranquila, me puedes llamar Marco.

-A vale. Pues dime Marco. - Dije, nerviosa: No me podía creer que de verdad estuviese manteniendo una conversación con él.

-Me preguntaba si... te apetecería venir a cenar conmigo hoy.

-¡Como! Con... ¡¿Contigo...?!

-Si, conmigo. Hay algo en ti que me gustó. No se, llámalo presentimiento, me llamaste la atención.

-Va... Va... Vale -Le dije tartamudeando.

-¿Te parece bien a las nueve en mi casa? Bueno, si no tienes nada que hacer. - Me dijo.

-Va... Vale... No... Pensaba... Hacer nada esta noche. De hecho, pasar una sola noche contigo me parece muy bien. - Le dije.  Que. Acabo. De. Decir. Unos minutos más hablando con él y me desmayaba. Mi corazón latía demasiado rápido. Menos mal que me había sentado en el sofá.- No me puedo creer que haya dicho eso en voz alta.

-No te preocupes. - Oí como reía de fondo.- Haré como que no lo he escuchado.

-Mejor como que no lo he dicho.

-Está bien. Bueno, ¿entonces te apuntas a cenar conmigo?

-Si, claro. En tu casa a las nueve-Dije. Mejor acabar con aquel acto de verguenza lo mas rápido posible.- ¿Pero donde vives?

-Te lo digo por mensaje. Hasta luego Celia.- Y colgó.

Aghhh. Según escuché que había colgado, creí estar soñando. El día entero había sido surrealista. Había pasado de estar viéndole jugar al día anterior a quar con Marco Asensio a cenar. La verdad es que me moría de ganas de conocerle más. Y encima tenía mi número.

Entonces llegó el siguiente dilema: no se que ponerme. Podría ir elegante, o casual, realmente no sabía cuál era el código de vestimenta para una cena en casa de un jugador profesional de fútbol. Nunca me había pasado ni nadie me había contado que hacer en estos casos, porque claro, dudo que mucha gente tuviese la experiencia para decir que había que hacer. Quien me iba a decir que a mis 20 años la vida me hubiese regalado esto.

De repente, me llegó un mensaje de Marco. Venía su dirección. Sonreí inconscientemente.

Idolo||Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora