35. Descanso

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Marco él numero de Natalia en él menor tiempo posible. Si me ha llamado tanto, debe de ser muy importante. Un pitido, dos pitidos... Natalia lo coje.
-Hola Celia.-Dice ella.
-Hola, que me querías decir.
Empieza a llorar y se le quiebra la voz.
-Tranquila. Pase lo que pase, se solucionara. Que me querías decir.-Digo.
Espera un momento y toma aire.
-He... Yo... Cometí un error. Griezman no me quería. Me ha dejado. Tu tenías razón.
-Lo siento mucho por ti. Pero yo no tenia razón. Me daba mala espina y ademas, no me gusta nada su equipo y él menos. Hacíais buena pareja. Era algo personal.- Digo.
-Bueno, te dejo. Estarás ocupada.
Ella cuelga. Lo ultimo que ha dicho ha sonado con distinto tono. No se que ha querido decir con eso de "Estarás ocupada". Siendo Natalia, ha malpensado.
Se que no debería alegrarme por que ya no esté con él o no. Pero para que mentir, no me gustaba su novio. Salto de alegría. Definitivamente, soy una pésima amiga. Me siento muy mal por ello. Me acuerdo de cuando fui a verla aquel dia y ella no quería presentarmelo. Me confundió con su hermana Noa. Le vi por primera vez y sentí un odio profundo hacia él. Se lo advertí. Esta vez, soy yo la que intuye cosas.
-Eh Celia, ¿Estas bien?-Me dice Marco.
-Si, claro. No te preocupes.-Digo.
-No me mientas.-Dice.
-Estoy bien. Natalia ha cortado con Griezman. ¿Soy una mala amiga por alegrarme?
-Si, mucho. Pero yo no me preocuparía por eso.
-Das buenos consejos.
Me coge en brazos riéndose y me besa.
Salgo de mi asombro y volvemos a la playa.
Marco me salpica. Ahora que me había secado, él agua está muy fría. Nos metemos en él agua, luego nadamos y vemos él arrecife que tenemos en frente. Es realmente asombroso. Todos los peces de colores que pasan por debajo de nosotros son maravillosos. Se ven hasta erizos de mar. Se me olvidan los problemas.
En Hawaii algo que no hay que perderse es él surf. Sus grandes olas invitan a los bañistas a probarlas. En la casa hay dos tablas de surf.
Yo ya he echo surf. O por lo menos, he probado. Cuando era pequeña, mi hermana me llevó a la playa y me subió a una tabla. Yo tenía cinco años y me caí. Los años siguientes, seguí practicando pero en Murcia no hay grandes olas. Comparado con Hawaii, Murcia es solo él principio.
Entramos en el mar con las tablas y nos subimos a ellas. Me caigo. Otra vez. Y así durante un rato hasta que soy capaz de mantenerme sin caerme.
Al lado de la orilla, me acerco a una pequeña ola y soy capaz de llegar hasta la playa sin caerme. Bueno, hasta un poquito menos de la arena. Resbalo y me precipito al suelo. Lo único que me salvó fue que Marco no estuviese en él agua y me cogiese al perder él equilibrio. Me podría haber estampado contra la arena, o peor, contra la tabla.
-Que suerte tienes de que yo esté aquí.-Me dice.
Le doy un beso para callarle. Me coge de la cintura y me acerca a él.
-Bueno, te he visto caerte de la tabla. Yo no hablaría mucho. Y además, nos deberíamos meter ya en casa.
Me burlo y nos reímos. Estamos los dos agotados. Cogemos las tablas y las dejamos en un lado del jardín. Subimos a la planta de arriba y yo me voy a ducharme. Me quito el bañador y me lavo el pelo. Cojo de la maleta un pijama y me lo pongo. Salgo del baño y me encuentro a Marco sin camiseta.
-Pues si que tienes calor.-Le digo
-Si...-Me responde.
No me mira a la cara. Mi camiseta del pijama es un poco transparente. Se debe de haber dado cuenta. No me puse sujetador. Me sonrojo y me intento tapar.
-Marco pervertido.-Digo.
Cojo un cojin y se lo tiro a la cara. Deja de mirmarme por un momento.
-Venga ya, no has despegado la mirada de mis abdominales.-Dice con aire de superioridad.
Le miro con mala cara.
-Es diferente.-Le digo.
-No te enfades cariño. No era mi intención.
Vale, soy muy blanda. No soy capaz de enfadarme.
-Se que no lo has dicho con mala intención.-Digo. Me vuelve a mirar la camiseta.-Marco...
-Vale. Pero no te quejes después. Que no será mi culpa si no te dejo mirar.
Me río. Se a que se refiere. Pero no me hace gracia.
Me tumbo en la cama y me da un beso de buenas noches. Me doy la vuelta y le doy la espalda. Me abraza. No me puedo enfadar con él. Simplemente, me es imposible.
Me duermo rapidamente. Después de un duro día de turismo, cultura, gastronomía y surf, solo apetece descansar.

Idolo||Marco AsensioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora