"Hilo dorado"

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Me desperté de aquel sueño, que era mas un recuerdo de cómo conocí a Peter.
Oía como alguien intentaba abrir la puerta con una llave.
Solo Malia y yo teníamos llaves de la casa.

Fui al salón y olía raro. A lobo, pero ¿Mojado? ¿Podrido? ¿Alcohol?
Abrí la puerta de golpe y allí estaba Peter.
Rió y miró la llave.

-Creo que nisiquiera tengo las llaves de tu casa- dijo, y volvió a reir.
Fruncí mi ceño, ¿Acaso se estaba burlando de mi?
Pasó adentro de la casa, y cerré la puerta detras de el.

-¿Estas borracho? ¿Drogado?- pregunté, pero volvió a reir.
Se tambaleó y cayó en el sillón.

-Ay, querida. Nosotros no gozamos de esos placeres- parecía tan el... Pero no. Algo había consumido.
Sacó un frasco de su saco y bebió de el.

-¿Qué estas tomando?- miré con atención. Parecía una botella vieja.
Me la revoleó y la agarré en el aire.
"Veritaserum" decía en una etiqueta.
Si, esto lo recuerdo. El Veritaserum produce los mismos efectos que el alcohol, con la diferencia de que es una poción. Te marea, te revuelve todo y te hace decir la verdad... Tipico de borrachera.
Guardé la pequeña botella en mi bolsillo y lo miré.

Su cabeza estaba hacia atras, recostada contra el sillon. ¿Por qué acudió a... esto?
-Peter... Despierta- dije, me puse en cuclillas frente a el, a pesar de que estaba mas alto por estar en el sillon.
-Despierto, despierto- dijo, seguido de levantar los brazos y soltar un carcajada.
-¿Qué estas tomando?- pregunté.
Y, en cuanto lo vi mas de cerca, noté que tenía sus ojos normales, de humano, pero rodeados de rojo. Como si fuese una borrachera común y corriente. ¿Cómo consiguió esta mierda?
-Es Veritaserum. Bebida alcoholica fuerte para criaturas sobrenaturales, como nosotros. Yo, en este caso, estoy tomando de perro. Es mas fuerte, ya que no soy un perro, ¿Entiendes?- dijo, y rió.
-¿Por qué lo estas tomando?-pregunté.
La pregunta del millón.
¿Que carajo lo habia llevado a tomar de esa forma?

-Tengo problemas amorosos- confesó. Abrí mis ojos como platos y sonreí.
-Ah, ¿Si?- dije, y me acerqué una silla, sentandome frente a el.
-Si, estoy enamorado de una niña de 17 años, y la deje embarazada... Pero, es una niña- comenzó a explicar. Estaba claro que NO me reconocía en lo absoluto.
-¿Por qué? ¿Qué edad tienes?- pregunté.
-41 años y... ¿11 meses?- dijo, y volvió a reir, mientras su mano hacia un movimiento extraño.

-¿Y no quieres ser padre?- pregunté.
Me estaba aprovechando de su "borrachera", pero no sabía cuanto duraría...
-Ya fui padre antes. Osea, solo la cuide sin que lo sepa, pero murió y nunca se enteró de ello.- se puso un poco triste y pasó su mano por toda su cara.
-Y, no es pronto, estoy feliz... Pero tengo miedo. Y, ademas...- no pudo terminar, ya que empezó toser muy fuerte. Me puse a su lado y palmeé su espalda.
-¿Y, ademas...?- dije, una vez que se recuperó.
-No confio en la gente que no conozco. No confio en nadie. Pero tu te me haces conocida, asi que te contaré- dijo. Apoyo su codo en su rodilla y levantó su mano.

-Mi novia tiene 17 años, y yo tengo 42... Y Melissa tiene 45. ¿No debería dejar a mi novia?- Puso su mano en su barbilla y me miró, esperando una respuesta. Pero mi corazón se aceleró.
No me preocupe en ocultarlo, Peter estaba borracho, sus sentidos estaban descordinados.

-¿Quién es Melissa? ¿Por qué dejarías a tu novia?- pregunté, algo desesperada.
Frunció su ceño, confundido. Pero respondió de todas formas.
-Bueno, Melissa es una mujer que conocí hace mucho tiempo, pero volví a verla a escondidas. Es la madre de Scott McCall. Si el niño se entera, me descuartiza. Ademas, de que todos saben que Dominique y yo estamos juntos. ¡Y encima la embaracé! Rayos... Pensarás que soy un asco, ¿Verdad?- dijo, y me miró raro.
Porque yo estaba llorando.

-¿Qué te pasa? ¿Te afectó mi historia?- me habló, y se levantó para abrazarme.
-No llores, querida- susurraba.
Y estaba llorando por su culpa, en sus brazos.
Quería gritarle, insultarlo y echarlo de mi casa. Pero no podía.
En un momento, dejó de hablar y se separó lentamente de mi.
Su corazón se aceleró y se agitó derrepente.

-¡Dominique!- susurró.
Creo que el efecto había pasado.
-Es que ya no sé que hacer, ¿Sabes? Todos los problemas son tu culpa- dije, y planté fuertemente mi dedo en su pecho.
-¿Qué es lo que te ocurre? ¿Quieres dejarme? HAZLO, IMBECIL. Pero dejame de una vez. No me engañes- exclamé, y tuve que sostenerme mi panza porque había empezado a doler.
El se quedó allí. Mirandome con los ojos vidriosos.

Me tapé mi cara y me di vuelta.
Me giré otra vez y le hablé.
-Te voy a dar la oportunidad de sentarte en esta mesa, enfrente mio. Y que me cuentes que mierda te pasa por la cabeza. Y vas a explicarme quien diablos es Melissa, ¿Okay?- estaba enojada. Apunté a las sillas y asintió.

Podía oler su miedo. ¿Peter Hale miedo de mi? Bien, porque eso debía tener.
Me senté frente a el, despacio.
Sentía como si mi panza creciera muy rapido. Pero no tenía tiempo para pensar en ello.

-Vas a responder mis preguntas con toda sinceridad, Hale- dije, estirando mi mano.
El la tomó y la apretó despacio.
-Peter Hale responderá con la verdad. De lo contrario, la mentira será la muerte.- murmuré, mirandolo a los ojos.
Me miró, con cierto tono de tristeza. Quizas me pasé.

Dijo "hace mucho tiempo"
No, no me pasé.

Un hilo dorado se entrelazó entre nuestras manos.

Esto ha comenzado.

OMEGA  • Peter Hale •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora