"Negarse a ser amada"

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-Si, salía con Melissa. Y, te repito, pase por esa calle con el solo proposito de hacer tiempo, y me terminé encontrando contigo... Y te aseguro que fue lo mas hermoso que me pasó en toda la vida- su voz se quebraba y a medida que hablaba, se acercaba mas a mi.

-Verte tan pequeña, tan debil pero fuerte, tan... Humana. Ni siquiera me había parado a pensar en qué edad tenías, si tenías una familia, si tenías amigos... No, fui egoista y solo pensé "Diablos"- susurró, y sonrió de lado.

Como cuando recuerdas algo que te hizo feliz, pero no es el momento de cerrar los ojos con una gran sonrisa en la cara.

Lo miré. Con amor. Porque lo amaba, pero me hizo daño.

-Dominique, no te voy a pedir que me perdones ahora, quiero darte todo el tiempo del mundo. Porque te mereces eso y mucho mas... Pero, Dominique, quiero que tengas esto- sacó el anillo de la cajita, la cerró y estiró su mano.

Estiré la mia con lentitud, el la tomó y la acaricó.

-No quiero que tomes esto como un compromiso, o una atadura, o que pienses que con esto yo me considero perdonado... Solo quiero que lo tomes como un obsequio, un obsequio que tiene un gran significado.- Tomó mi dedo anular y introdujo alli el anillo.

Era plateado y tenía unos cuantos diamantes pequeños. Tenía cierta simpleza que lo hacia perfecto a mi gusto...

-Dominique, mi amor por ti es como este anillo. No tiene fin, Dom, porque por mas que conozca a mil mujeres, o me lleve por delante otras mil, siempre seras tu quien esta en mi mente constantemente... Porque es a ti a quien amo y con quien quiero pasar el resto de mi vida. Con quien quiero intentar tener hijo, con quien quiero compartir mi casa, mi comida, mis libros y mis aventiras... Es contigo, Dominique.- habló, y me puse a llorar.

Y es que, claro, es como si me hubiese sacado todas, pero absolutamente todas, las palabras de la boca.

-Dominique, ¿Podrías darme otra oportunidad para demostrarte cuanto te amo?- preguntó, arrodillandose ante mi.

No, no era una propuesta de matrimonio. Era una propuesta de amor. Solo de amor.

Tomé sus manos y lo obligué a ponerse de pie.

Puse su cara entre mis manos y lo miré a los ojos.

Sonreí y hable.

-¿Qué pasa, Hale?- cité nuestra frase. Nuestras tres palabras, que se habían convertido en nuestro "Te amo", y nisiquiera sé cómo.

Sonrió y tomó mi cintura.

-Yo tambien te amo- respondió.
Y me besó.

Con toda la ternura que podía brindarme.

Y diganme estupida, diganme toxica o pobre de mente; pero si estuvieran en mi situación, con este maravilloso hombre en frente, sabiendo que es amor puro contigo, ¿Realmente volverían a negarse a ser amadas?

OMEGA  • Peter Hale •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora