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La señora Min estaba asomada por la puerta principal de su departamento, sintiéndose demasiado curiosa por la nueva familia que ocuparía la residencia junto a la de ellos.

Visualizó al padre de la familia y nuevo dueño del departamento cuando éste salió al pasillo a recoger parte de su mudanza, y juró haber visto a ese hombre antes.

Aún cuando la curiosidad dominaba su cuerpo, decidió regresar a su hogar, preguntándose si sólo había confundido a aquella persona con alguien más. Y después de tomar asiento en su sofá, con una humeante taza de té entre las manos y la duda aún instalada en su cabeza, las melodías del piano de YoonGi comenzaron a abrirse paso por cada rincón de la casa.

Y como si de un mechero se tratase, esa pieza de piano logró encender algo en sus recuerdos.

Bingo.

Sus vecinos eran nuevos en el edificio, pero definitivamente no en sus vidas.

●•●

La familia Kim irradiaba frescura y alegría por los poros, algo muy lógico considerando la mudanza exitosa a un edificio soñado en una zona segura y céntrica de Daegu.

—¡Ya deja de hacer eso! —gritó la menor, dirigiéndose a su hermano.

—¿Hacer qué, SooYun? —el mayor fingió desentendimiento, ocultando una sonrisa juguetona mientras volvía a desordenar el cabello de su hermana—. Lleva esto por mí —pidió, colocando una enorme caja sobre la que apenas cargaba ella.

Para él era todo un espectáculo de circo ver cómo SooYun caminaba de forma torpe y tambaleante hacia el interior de una de las habitaciones, luchando para que su escasa fuerza no la abandonase en esos momentos. Su relación de hermanos se basaba en una en donde él gozaba plenamente molestando (pero también llenando de un cariño sincero) a su hermana menor, lo que convertía su vínculo en algo infantil, hilarante y dulce.

Agh, de verdad eres un fastidio DaeHyun —refunfuñó ella, mientras dejaba caer con cuidado las cajas en el piso de su actual habitación.

Él, ignorando sus quejas anteriores hacia su persona, se tumbó sin delicadeza sobre la cama, logrando que la misma emita sonidos alarmantes.

Pidió disculpas al instante, y SooYun no tuvo otra opción más que aceptarlas luego de largos suspiros, rindiéndose ante la torpeza de su descuidado hermano mayor. Después de todo, tenía que soportarlo, pues DaeHyun era su más fiel amigo.

Con diligencia acomodó todo en su habitación, y para cuando el reloj anunció que eran las cuatro de la tarde, SooYun ya estaba oficialmente desocupada.

Y la sorpresa zurcó su semblante cuando una mujer se presentó frente a su puerta esa tarde, con una sonrisa encantadora y lo que parecía ser un presente. No se esperaba una visita tan repentina y mucho menos a horas de haber llegado.

—Soy la Señora Min, vivo al lado —se presentó aquella mujer —. Quise pasar a darles la bienvenida al edificio.

—Oh, muchas gracias —sonrió al mismo tiempo que realizó una reverencia y recibió con ambas manos los regalos que la mujer extendió frente a ella —. Mis padres han salido y mi hermano vive en su propio mundo, lamento que no todos podamos recibirla —se disculpó, sonriendo algo apenada.

—Será en otra ocasión —la mujer sonrió comprensiva, examinando sin vergüenza alguna a la joven muchacha frente a ella.

Las lecciones de modales por parte de su madre estaban haciendo eco en la cabeza de SooYun. No podía ser descortés en su primer día en el edificio. Para sus padres la imagen e impresión que sus hijos daban en los demás era algo primordial, y si no tenía un gesto con aquella mujer, sabía que luego tendría que soportar un sermón. Además, sería una oportunidad bien aprovechada por sus padres para sacarle otras cosas en cara. No podía dejar que sucediera aquello.

—Le invito una taza de té, Señora Min —ofreció ella, adornando su rostro con una dulce sonrisa.

Y pocos minutos después, ambas se encontraban disfrutando de una amena charla que no daba lugar a pausas. La mujer no dejó de formular preguntas y de mostrarse muy interesada todo el tiempo. Ella sabía realmente quién era SooYun, estaba segura de que no había cambiado mucho realmente y que esa adorable y atenta actitud pertenecían a la SooYun que tuvo el placer de cruzarse una vez en su vida.

Y cuando vio su oportunidad, quiso aprovecharla.

—Dime, SooYun... ¿Estás ocupada esta noche? —se llevó la taza a los labios, bebiendo su contenido sin apartar sus curiosos ojos de la anfitriona.

SooYun no contuvo su mueca de extrañeza ante la repentina pregunta de su vecina. Viniendo de una mujer prácticamente desconocida para ella, su reacción no le sorprendió a la Señora Min.

Acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja en un acto de incomodidad y miró apenas a los ojos a esa intrigante mujer.

—No, Señora Min —respondió en un tono algo inquieto —. ¿Por qué?

No comprendió el motivo por el cual esa mujer se veía realmente aliviada y con un brillo especial en sus ojos. 

La Señora Min tomó ambas manos de ella entre las suyas y la esperanza creció en ella al saber con mucha seguridad que la respuesta que obtendría sería afirmativa.

—¿Te gustaría asistir al cumpleaños de mi hijo?

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora