san-jû

2.1K 200 89
                                    

Min YoonGi

Me estiré sobre el colchón y bostecé con ganas cuando desperté esa mañana, aturdido por el sonido de las bandejas de comida con el desayuno de los pacientes que estaban siendo entregadas. Recordé, mientras me incorporaba en la cama y esperaba sumamente somnoliento por mi comida, que era el día en que SooYun y SeokJin ingresarían a tomar evidencia de mi expediente médico. Era de esperarse que me encontrara algo ansioso pero, en ese momento, la confianza lograba inflar mi pecho de seguridad gracias a ese dúo. Sonaría algo meloso si lo dijera en voz alta, pero creía que éramos capaces de lograr lo que sea en ese preciso instante. Si traía de nuevo la metáfora del túnel a mi vida y a la situación, podía decir que cruzaríamos y veríamos la luz del otro lado sin problema.

La hora del desayuno transcurrió tranquila y, más que nada, aburridamente. JungKook tenía estudios pendientes para esa mañana, y yo debía afrontar comer solo junto a mis pensamientos aleatorios sobre cualquier tema. Mis chequeos fueron rápidos y obtuve menos interacción por parte de las enfermeras ese día. Sus miradas habían sido más frías de lo habitual, y su indiferencia hacia los resultados de mi chequeo fue mayor que nunca. Aunque no me interesó en lo absoluto, se sentía extraño que fuese de esa manera. En especial, ese día.

No hice mucho hasta que llegó la hora del almuerzo. JungKook me había prestado su portátil, así que decidí distraerme con webtoons y un poco de música. A decir verdad, solamente estaba pasando el rato hasta que pudiese verlo, y así sentirme menos solitario y, al mismo tiempo, no tan ansioso por su salud. Me había convencido a mí mismo de que JungKook estaba mejorando y que todo iba en buen curso con su tratamiento, pero todo aquello tambaleaba y se desintegraba en segundos cuando veía sus ojos. Sabía que algo no estaba resultando como él desearía, y eso me imposibilitaba tranquilizarme la mayoría del tiempo.

Cuando la tarde se hizo presente, lo único que pude hacer fue caminar hacia el salón de usos múltiples en busca de eliminar mis preocupaciones tocando mi preciado instrumento. Mientras caminaba por los pasillos de camino dicho sitio, me era inevitable no pensar en JungKook y en lo incómodo e irritado que debía sentirse con respecto a tantos chequeos médicos. Los míos eran básicos, pero estaba seguro que los de él eran muy serios. Solía contarme sobre lo mucho que le molestaba el ruido de ciertas máquinas o lo molestas que son muchas de las enfermeras. Jamás había estado enfermo al grado de él, pero sabía que la espera se convertía en algo tedioso. Las agujas; el olor a desinfectante; el lenguaje técnico que confunde y abruma por las ansias de una respuesta simple y cruda; el silencio que a veces es lo peor que le puede suceder a alguien en una situación así... Él soportó eso mucho más que yo. JungKook era joven, pero valiente, aún cuando debía atravesar un camino espinoso en el cual muchos caerían rendidos.

Tal vez mis pensamientos estaban, de alguna forma, advirtiéndome. Sabía que no había un motivo real para preocuparme en ese momento pero, cuando llegué al salón de usos múltiples, supe que mi corazonada no surgió por mi ansiedad ante todo. Jamás había visto a JungKook tan alterado, jamás lo vi destrozar aquél salón que funcionaba como la cuna de nuestros encuentros. Él lograba canalizar sus emociones fumando, pero estaba vez parecía ser distinto. Me quedé de pie en la puerta de entrada, observando atónito cómo se dedicaba a patear las sillas, para luego caminar hacia la estantería llena de libros y lanzar varios de éstos fuera de su lugar. Sacudió el armario como si fuese capaz de destruir semejante mueble, y luego, gruñendo con frustración, se dirigió hacia el piano. Mis alarmas se encendieron al instante, casi por inercia, y decidí dar un paso para ingresar a la habitación. Pero, para mi sorpresa, JungKook no actuó. No se atrevió a descargar su ira sobre el instrumento. Colocó su mano sobre éste y, con la cabeza gacha, cerró aquella mano en un puño. De repente, el sonido de sus sollozos llenó la habitación y se coló por mis oídos, logrando que mi corazón se encogiera como nunca. Poco a poco, su cuerpo se fue aflojando hasta caer de rodillas, mientras aún lloraba desconsoladamente.

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora