san-jû ni

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Min YoonGi

Observé una vez las palabras plasmadas en el papel y comencé a replantearme la situación. Cada oración, el sentimiento atormentado que se encontraba tan explícito, junto con aquél final... No podía ser posible, me rehusaba a aceptarlo... ¿JungKook se estaba despidiendo de mí de una forma así? ¿Estaba dejando lentamente este mundo mientras yo mantenía una falsa esperanza tan inocente e ilusa, y le permitía irse mientras mantenía todo aquello intacto en mi mente?

Sentía que me faltaba el aire, que las lágrimas se derramaban sin que pudiese evitarlo, que la boca se me se sacaba y el corazón se me encogía. El nudo en mi garganta, los latidos que daban la ilusión de resonar por toda la habitación, el ligero pero insoportable temblor de mis manos sosteniendo el papel... ¿Por qué no podía ser todo parte de mi mente? ¿Por qué los bellos escenarios parecen lejanos, pero es tan cotidiano recibir los que son escabrosos en forma de cruda realidad?

El sonido de la puerta abriéndose detrás de mí sonó lejano. Las voces que se unieron también. No quería lidiar con nadie, sólo quería correr; huir de allí, ver a JungKook, saber que mentía, que era todo parte de una broma de mal gusto que perdonaré aún así. O si lo pensaba mejor, debía ser sólo una pesadilla, ¿verdad?

No me comporté con cordura cuando me levanté de la banqueta y estampé la palma de mi mano sobre las teclas del piano, tampoco cuando arrojé los libros lejos de mí en busca de canalizar mis sentimientos de alguna forma. Estaba frustrado, alguien importante para mí estaba siendo apaleado una vez más por el injusto universo. No quería perderlo. No quería creer que su enfermedad lo estaba obligando a rendirse. No podía ser. Él jamás se rinde. Él es mucho más fuerte que yo, es fuerte como lo es SooYun. No me importaba cuántas veces fue imprudente, ni cuánto agravó eso su situación, porque lo perdonaba y comprendía a pesar de todo. ¿Por qué la vida no le daba una chance también?

No supe controlar mis impulsos cuando me sostuvieron varias manos desde atrás y me pidieron que me calmara, que estaba metiéndome en un aprieto. Forcejeé hasta salir corriendo de allí, sin importarme las consecuencias que tendría aquello. Podía sentir los gritos de las enfermeras detrás y su enojo de tener que lidiar con alguien como yo. Podía sentirlo todo en ese momento. El dolor, la desesperanza, el sabor amargo de una tortuosa situación... Absolutamente todo. Porque la sensibilidad entera de nuestros sentidos en momentos que no queremos afrontar es casi inevitable. Mi mente estaba viajando hacia los peores rincones de mi imaginación y me hacía pensar en escenarios que no deseaba. No quería eso; no quería nada de lo que estaba sucediendo, ¿pero qué control iba a tener yo sobre todo?

Corrí sin planear mi destino, y lloré desde el fondo de mi corazón. Necesitaba ver a JungKook y asegurarme de que mentía, que era su venganza por haberlo molestado con los cigarrillos. ¿Sonaba cruel esa posibilidad? Tal vez, pero me gustaba aferrarme a lo absurdo. Quería imaginar que la madre de SooYun tenía razón y que todo era parte de mi desequilibrada mente, que jamás conocí a personas tan maravillosas que me costaría mantener a mi lado, que sólo las inventé. Pero todo era real, ¿no?

Una voz familiar logró devolverme un poco la paz. Cuando mi mirada se encontró con la de la enfermera Kang, lloré aún más fuerte. Estaba aliviado de encontrar a alguien que conocía, que estaba al tanto de la situación y no intentaría frenar mi descargo emocional. Que no sentiría una pena vacía hacia mí y que, en lugar de eso, empatizaría como ninguna otra persona. Sus ojos demostraban una pena y una tristeza que antes no había visto en ella, pues siempre parecía derrochar confianza. La enfermera Kang les ordenó al resto del personal que me dejaran en paz, que ella controlaría la situación a partir de ese momento, incluso cuando su turno había acabado. Después de intentar cuestionárselo un poco, las enfermeras simplemente se rindieron y me dejaron a su cargo. La enfermera Kang me abrazó cuando estuvimos solos en aquél pasillo, mientras yo intentaba no quebrarme. Mi cuerpo temblaba a causa de llanto, que procuraba contener sin mucho éxito. Escuché su voz pronunciando unas palabras que ni siquiera pude descifrar, pues en ese momento, me encontraba agitado y consternado. El latido poderoso de mi corazón acelerado resonaba con fuerza, y el pitido ensordecedor en mis oídos me aturdió y desconectó de la realidad por un momento. Necesitaba calmarme, no podía empeorar la situación. Cerré los ojos con fuerza, intentando regular mi respiración y mi pulso, sabiendo que debía intentarlo con todas mis fuerzas. Luego de unos segundos, el pitido en mis oídos desapareció, y así pude percibir de nuevo la voz de la enfermera Kang.

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora