Kim SooYun
Acomodé mi ropa, me aseguré de que el regalo se viera decente y respiré hondo antes de golpear con timidez la puerta del departamento de la familia Min.
No me pareció una mala idea aceptar la invitación de la Señora Min unas horas atrás, pero no podía evitar sentirme nerviosa y algo ansiosa por lo que me había comentado.
"YoonGi no tiene muchos amigos. Él es... especial".
¿Especial? ¿Qué rayos quiso decir con eso?
La palabra en sí no lograba incomodarme, pero el hecho de que aquella mujer evitase de forma tan obvia el decirme sobre a qué se estaba refiriendo concretamente con especial, era realmente inquietante.
La puerta se abrió y con eso mis nervios aumentaron. Lo oculté bajo una sonrisa cordial y saludé a la Señora Min. Pude sentir un extraño cosquilleo de ansiedad al adentrarme en su hogar, pues había algo que no lograba convencer a mi desconfiado y confuso ser.
Toda la sala de estar se encontraba cuidadosamente decorada, con un inmenso pastel sobre la mesa central, rodeado de aperitivos y bebidas; pero el ambiente dentro de la casa no era precisamente festivo, ya que ni siquiera el protagonista de la celebración se encontraba allí.
—¡Estás muy bonita! —me elogió luego de unos minutos de sepulcral silencio, tratando de hacer todo menos tenso e incómodo para mí.
Más y más sonrisas forzadas eran formuladas por mi parte. Y sin nada más que eso para aportar, me dediqué a seguir a la Señora Min hasta el segundo piso. Caminé por el pasillo tras ella hasta que noté a un chico apoyado sobre la pared. Era alguien bastante alto, con una contextura física de ensueño y un aura masculina que lo rodeaba. Su peculiar cabello rosa pastel fue algo casi placentero de ver, pues le quedaba extremadamente bien. Éste iba bien vestido y llevaba un regalo entre sus manos, justo como yo.
La diferencia entre ambos era que yo no estaba secando mis lágrimas.
¿Por qué todo se volvía cada vez más raro y cuál era el maldito contexto de toda esta situación?
La Señora Min no pareció sorprendida de verlo llorar, pero sí apenada. Se puso frente a él y, juntando sus manos, se disculpó. Él sólo asintió varias veces mientras ella continuaba dándole un discurso de disculpas y aliento para que no se sintiese culpable, según pude escuchar. Yo solamente pude limitarme a morder mi labio inferior en un incómodo gesto, pues ciertamente no sabía qué debía hacer o decir. Y mucho menos creía poder calmar la tensa situación.
—No se preocupe —dijo él, con un tono sereno pero decaído.
Sus ojos se dirigieron hacia mí unos instantes, curiosos. Intentó parecer no muy obvio mientras escaneaba mi rostro, lo cual me llevó a sonreírle algo avergonzada. Hice una ligera reverencia y él correspondió, aún observándome con su semblante de duda. Evité su denso contacto visual, fingiendo que la arquitectura de la casa y que un cuadro colgado en la pared me parecían repentinamente lo más fascinante del mundo.
—Creo que debo irme —le habló a la Señora Min, posando el regalo en las manos de ella —. Gracias por invitarme.
—Lamento lo sucedido, NamJoon —volvió a decir por enésima vez —. Eres su mejor amigo y te aprecia mucho, pero creo que...
—Lo sé —la interrumpió, desesperado por terminar con el tema y marcharse —. Lo presioné mucho esta vez.
La tranquilidad en su voz era algo muy cercano a la decepción y tristeza, e inclinaba la cabeza cual niño culpable de destrozar un valioso objeto. ¿Qué había ocurrido entre él y YoonGi?
La Señora Min dejó el regalo sobre un mueble cercano y, luego de pedirme que esperara, lo acompañó escaleras abajo.
Mi cerebro no procesó todo con facilidad. La situación era demasiado extraña y nadie parecía querer explicarme realmente cuál era mi rol en este asunto. Apenas conocía a un miembro de esta peculiar familia hace algunas horas, y ya estaba metida en su casa intentando ser parte de algo que no me correspondía.
No me quedó de otra que comenzar a sacar mis propias conclusiones.
¿Será un malcriado y caprichoso niño de mamá?
Lo podía imaginar como un adolescente mimado y posiblemente con actitudes bordes. Tal vez no quería ningún tipo de celebración y por eso se rehusó a bajar, al punto de echar a su propio y único invitado y mejor amigo de su casa. Es una buena razón por la que el moreno y atractivo chico de hace unos minutos se encontraba sumamente dolido.
¿Había sido realmente por eso?
Observé la puerta color crema situada a pocos metros de mí. Caminé hacia ésta y mordí mi labio inferior cuestionándome a mí misma si mi siguiente acción era correcta. Recordé la dulce emoción de la Señora Min con respecto a esta fiesta. Hasta fue tierno el entusiasmo con el que me invitó a venir. Se moría por hacerlo feliz aunque sea con un simple gesto como este. ¿Y él se atrevía a ser así de desconsiderado e intratable?
No era justo para nadie.
Muchas alarmas de peligro sonaron en mi cabeza cuando tomé el pomo de la puerta, pero las ignoré. Ya era algo común en mí entrometerme donde no soy solicitada, pero sabía que estaba cruzando un cierto límite en esta situación, y que seguramente terminaría arrepintiéndome de lo siguiente. No sabía en qué me metía y todavía intentaba formular un discurso convincente en mi mente, pero de algo estaba segura: Min YoonGi bajaría y disfrutaría de su maldita fiesta.
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ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢ
FanfictionHikikomori: fenómeno social donde una persona decide aislarse de la sociedad. Portada by @Katykagamine