ni-jû shi

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Jeon JungKook
noche anterior

Me gustaba pasear por los pasillos de la Clínica de vez en cuando. No era lo más racional por parte de un paciente, pero era algo que me encantaba hacer para escapar de ese encierro insoportable al que era sometido en contra de mi voluntad. Esta noche tenía un objetivo distinto al de la mayoría de las veces. Alegrar a YoonGi y pasar un ameno momento con él era lo que deseaba más que nada. Para eso, debía llevarle snacks y bebidas que usualmente no estaban incluidas en las sosas dietas de este lugar.

Di una vuelta más en la esquina y bajé por el último tramo de la escalera hasta llegar a la sala de espera. Uno de los enfermeros del primer piso me observó con curiosidad, pero pasó de mí y fue a hablar con una familia que lucía agotada de estar esperando por tanto tiempo, con las ansias sobre la salud de su familiar a flor de piel. Mientras ellos conversaban, aproveché aquél momento para comenzar a introducir los billetes en la máquina expendedora. Tarareé una canción aleatoria mientras elegía cuidadosamente lo que podría gustarle a YoonGi de toda esa variedad. En ese instante, la puerta que daba paso a la sala de espera se abrió con algo de brusquedad. Unas voces nuevas se sumaron a la del enfermero que intentaba razonar con la familia que, para ese entonces, ya estaba de pie y discutía acaloradamente sobre algo que me tenía sin cuidado.

Para ser sincero, la pareja que había ingresado a la habitación se me hacía más interesante. Eran un dúo curioso; él intentaba sostener a ella del brazo para frenar su rápida caminata mientras murmuraba entre dientes algo que no pude descifrar. La chica lucía desesperada, casi al borde de un ataque de histeria. Era bonita, y sus ojos brillaban como si estuviesen por expulsar lágrimas incontrolables en cualquier instante. Por otro lado, él lucía como si necesitara escapar de allí. Menuda pareja hacían.

─¡Déjame ir! ─exclamó ella, forcejeando para que el apuesto galán de drama a su lado la dejase continuar con su huida hasta el ascensor. Quise reír por la escena pero, si lo hacía, terminaría metido en ese embrollo. Ella podía ser linda, pero su mirada me indicaba que tranquilamente me golpearía en la nariz si me metía en su camino.

Chasqueé la lengua ante ese pensamiento, continuando con mi asunto. Una vez que compré el segundo snack, pasé a la máquina de bebidas, inserté el billete y presioné el botón seleccionando lo que deseaba, con los dos tortolitos aún montando una escena cerca de mí.

─¡Ya basta! ¡No es el momento!

La intensidad con la que pronunció aquellas palabras llamaron mi atención de sobremanera. Lo lógico era que no me metiera y continuara con mi vida, llevándome lo que compré hacia la habitación de YoonGi, olvidándome del asunto por completo. Pero algo dentro de mí me indicaba que debía quedarme y escuchar un poco más, meterme disimuladamente.

Observé de reojo al par. Ella soltaba lágrimas silenciosas mientras él la sostenía delicadamente por el rostro, limpiando apenas la húmeda demostración de tristeza por parte de la chica. Ella dejó caer pesadamente sus brazos, revelando así que cargaba consigo un simple girasol con el tallo envuelto en una cinta y una tarjeta que lo adornaba. Él decidió encorvarse para besar la frente de su deprimida acompañante, para luego acercarla a su cuerpo y convertir el forcejeo anterior en un abrazo de contención.

─Necesito verlo... ─murmuró ella, con ojos suplicantes. Él negó con la cabeza para expulsar aquella posibilidad de sus planes futuros.

─Alejarte es lo mejor que puedes hacer y lo sabes ─le recordó, un poco más severo, intentando tranquilizarla y hacerla entrar en razón. Por mi lado, pretendía que no escuchaba nada, agarrando la lata que había salido de la máquina con mi mano libre. Las gotas frías empaparon mi mano y la curiosidad aún seguía picando en mi interior.

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora