jû ichi

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Dos meses después del accidente.

Gimnasio del Instituto.

YoonGi llevó la botella de agua mineral a sus labios y dio un largo trago, sin hacer pausa alguna para ingerir una generosa cantidad. El profesor le había dicho que no estaba posibilitado a realizar actividades físicas intensas por el momento, pero a él no le importaba. Siguió jugando al basketball como si nunca hubiese recibido esa brutal golpiza.

Le tomó un mes entero recuperarse y aún se sentía algo dolorido por momentos, pero no deseaba dejar de vivir por ese accidente. Tenía miedo, pero sentía que después de la diferentes denuncias y de la expulsión de sus abusivos compañeros, estaba seguro.

Lo que YoonGi sentía era muy erróneo con la realidad.

Los zapatos de YoonGi rechinaban contra el piso de madera del enorme gimnasio. El sudor corría por su rostro y decidía ignorar cualquier dolor repentino que se presentaba en su cuerpo. La soledad del lugar le daba cierta libertad para exigirse sin ser reprendido.

Después del incidente, sus horarios habían sido modificados y lo obligaban a realizar la mayoría de sus clases solos. Así lo habían exigido los directivos, convencidos de que YoonGi necesitaría tiempo para volver a adaptarse.

Encestó una bola más y cayó agotado al suelo. Lo único que lograba llenar el espacio era su agitada respiración y su anhelo por poder dejar de sentirse miserable.

Tal vez se castigaba de esa forma. Era una forma de decir "la culpa la tuviste tú, YoonGi, ahora soporta este dolor".

El sonido de las pesadas puertas del gimnasio siendo abiertas llamaron su atención. Levantó la cabeza, y entonces su corazón se aceleró ante el miedo y la sorpresa tan desagradable.

JaeSung entraba al gimnasio con un aire despreocupado y altanero. Fumaba un cigarillo de una forma a la que YoonGi pudo definir como agresiva. Y se le notaba sumamente irritado por algo.

El sudoroso YoonGi se puso de pie y espero a que su verdugo se acercara. Pensó que tal vez lo mejor habría sido ignorarlo y salir de allí, pero el pánico consumió todo su cuerpo y le arrebató la claridez al pensar y tomar una decisión.

YoonGi jugó con sus manos en un acto de nerviosismo y temió que pronto podría comenzar a sufrir un ataque de pánico. Con su cuerpo totalmente tenso, decidió dar pasos hacia atrás y buscó desesperadamente la salida con sus ojos.

Sus pies lograron reaccionar, y tan pronto como corrió hacia su mochila y la tomó, sintió un fuerte agarre en su camiseta. Un jadeo se le escapó cuando JaeSung tomó su rostro entre sus manos y lo obligó a mirarlo.

Otra vez volvía a sentir un inquietante terror y un pánico sofocante, pues podía ver la furia en los ojos de su atacante.

—¿Por qué intentas huir, YoonGi? —le preguntó en un tono burlesco y amargo.

Y el frágil chico sintió que su corazón iba a salirse del pecho, que JaeSung llegaría a percibir con todos sus sentidos el miedo que le tenía.

—Tu madre se divierte mucho demandando a mis padres y a mí, ¿verdad? —afirmó su agarre sobre el rostro de YoonGi, haciendo que éste cierre los ojos con fuerza ante el repentino y familiar dolor —. Dile que retire las denuncias, Min.

—¿Q-Qué? —murmuró apenas.

—¡Cierra la boca! ¡Ni siquiera puedes decir una puta palabra sin sonar como un imbécil! —le gritó con suma rabia. Se estaba conteniendo con todas sus fuerzas para no cometer de nuevo el atroz acto de pura maldad hacia el chico que temblaba ante su agarre —. Retira la maldita denuncia... —siseó con un aire muy amenazante.

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora