jû ni

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La señora Min sonrió para sí misma mientras tomaba su café tranquilamente sola en la sala de estar, pues pensar en SooYun y su maravilloso progreso con YoonGi la hacía regocijarse de la alegría.

Escuchó un ruido proveniente de la cocina y frunció el ceño. Se levantó cuidadosamente, colocando la taza en la mesa con delicadeza, y fue dando ligeros pasos hacia el emisor del sonido.

Grata fue su sorpresa al observar a su querido y único hijo en puntas de pies buscando algo con determinación en uno de los estantes. Cambió su rumbo hacia el refrigerador, abriéndolo para continuar su búsqueda.

YoonGi pudo sentir la presencia detrás de él, imaginando que era su madre. La ignoró, sabiendo que si se volteaba, tendría que explicar su accionar antes de poder conseguir lo que quería.

—¿Tienes hambre? —le preguntó ella, por lo que YoonGi se limitó a asentir ligeramente.

Una pequeña mentira para comenzar el día, pues él no buscaba saciar su apetito, más bien deseaba tener un gesto cordial con alguien. Pero no podía confesarle aquello a su madre, sabiendo con anticipación que ésta haría una escena de llanto y halagos, pues parecía convencida de que su hijo no poseía sentimientos, que no le importaba nadie. Al menos antes de que SooYun llegara a su vida.

Terminando con su labor, YoonGi dio media vuelta y comenzó a preparar la comida.

—¿Lo vas a compartir con SooYun? —preguntó, y YoonGi juró que, a pesar de no verla, ella estaba sonriendo de oreja a oreja.

—Tal vez —respondió con tono gélido. Odiaba lo entrometida que podía ser su madre a veces. Sobre todo, odiaba su agobiante y exagerada actitud ante sus avances referidos a su transtorno.

Pero sabía que odiaba aún más el hecho de estar preparando con tanta devoción algo para la chica que ocupaba sus pensamientos la mayoría del tiempo. Odiaba sentir sus manos sudorosas o el corazón latiendo de forma frenética cuando ella sonreía o el abrumador calor que le generaba su cercanía.

Él odiaba no tener el coraje de admitir que sus sentimientos por esa energética y sonriente chica crecían y se desarrollaban rápidamente, tal cual lo hace un parásito, al cual la mayoría de la población humana define como amor. Y por supuesto, una maravillosa amistad también, a pesar de que ahora fuesen novios.

Eran conceptos a los cuales YoonGi no estaba completamente acostumbrado aún.

Pero lo gustaba experimentar algo tan desconocido para él como el amor con SooYun. Porque aunque le costara admitirlo, él sabía que la quería demasiado, tanto como para confundirlo y abrumarlo.

Cuando tuvo todo listo, YoonGi se dirigió hacia la sala de estar y posicionó la comida cuidadosamente sobre la mesa del comedor. Posteriormente, llenó dos copas con agua y las llevó también. Subió a su habitación, se cambió de ropa y se puso una colonia que, según esa página de Internet, era algo muy importante. Le dio una ojeada más a la pantalla de su portátil, dándose cuenta de que le faltaba un último toque a su escenario.

Corrió hacia la cocina de nuevo y tomó un par de velas situadas en uno de los cajones y las encendió en unos candelabros que su madre tenía como decoración en la sala. Y una vez que colocó todo perfectamente en el centro de la mesa, se dio cuenta de que no faltaba nada.

Sólo faltaba SooYun.

Cuando buscó en Internet "cena para dos" y automáticamente surgió la palabra "romántica" a un lado, YoonGi dudó en si ese era el tipo de cena de deseaba montar. Pero luego de pensárselo mejor, dedujo que sí estaba implicado tal sentimiento en su relación con SooYun. Ella era ahora su novia, no iba a abrumarla con todo esto, ¿verdad?

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora