san-jû san

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Min YoonGi

Me sentía algo ridículo al pensarlo, pero... ¿me había convertido en el protagonista que logró salir de uno de sus tantos aprietos? Quizás ese era realmente el caso, y de verdad algo de luz se había presentado por fin en la habitación oscura que me confinó a ver y experimentar algunos malos golpes en esta vida. Pensar en eso me entregaba fuerzas para seguir intentándolo, me hacía sentir que todo lo que alguna vez pretendió lastimarme, se haría a un lado.

Aquél pensamiento me acompañó mientras me sentaba en la camilla, buscando entre los contactos, con el pulso algo inestable, el número de la primera persona con la que deseaba compartir mi emoción. Mordí mi labio inferior cuando el tono sonó en mi oído, haciéndome sentir, de repente, bastante ansioso. Recordé las palabras de JungKook diciéndome: "Úsalo en alguna emergencia o si te sientes aburrido". Era gracioso pensar que no era ninguno de los dos casos; era todo lo contrario. Por fin, la felicidad no era solamente parte de un deseo absurdo, y necesitaba compartirla.

Di un ligero salto en mi lugar cuando unos toques en la puerta se hicieron presentes. El rostro de la enfermera Kang se asomó desde la abertura, sonriéndome enormemente mientras se abría paso en la habitación. Aún con el celular pegado a mi oreja, un tono de llamada que juré haber escuchado antes, se hizo cada vez más cercano. Mi corazón comenzó a latir frenéticamente cuando pude darme cuenta de qué estaba sucediendo. Alejé el celular de mi oreja, colgué la llamada y, lentamente, lo dejé en el mueble junto a mi cama.

─Tienes visita ─canturreó la enfermera Kang, con una sonrisa brillante ─. Lo lamento, pero me adelanté a contarle ─se disculpó, riendo con complicidad. Abrió la puerta por completo, y entonces pude verla... Traía su canasta, recordándome la esencia de sus visitas y lo mucho que extrañaba verla ingresar con aquella sonrisa, dispuesta a ayudarme a encontrar algo de belleza y disfrute en un simple día. Pero esta vez, no se trataba de uno tan común. Era una visita sorpresa, que mi corazón anheló desde la última vez que nos vimos.

Ingresó a mi habitación con la emoción plasmada en su rostro, riendo encantadoramente mientras se acercaba a mí. Jamás podría cansarme de verla con ese aspecto tan fresco, con esa expresión que me invitaba a confiar y a amar sin temor alguno. Un sentimiento de tranquilidad y alegría me golpearon al darme cuenta de su notoria mejora. Parecía haber estado comiendo y durmiendo mejor. Era una imagen completamente distinta a la de la última vez, despejando mis miedos sobre su estado de salud o de ánimo.

─Entrega especial para el señor... ─fingió leer una nota invisible en la palma de su mano, justo como hace meses atrás, en mi casa. No pude contener una tímida sonrisa ante el recuerdo que se me vino a la mente ─. MinMinfinalizó, apoyando la canasta en el suelo sin desconectar sus brillantes ojos de los míos. Las diversas emociones se agruparon en mi interior hasta hacerme sentir abrumado, pero sumamente contento. Después de tanto tiempo, todo parecía salir mejor de lo que podría haber imaginado.

Ante mi actitud anonadada con la situación, SooYun bufó y, acercándose a mí, sostuvo mi mano y dio un ligero tirón, hasta tenerme de pie justo frente a ella. Podía sentir el calor alojándose en mi cara mientras sus ojos me observaban con semejante dulzura, desde la distancia que iba acortando poco a poco. Sus brazos se enredaron en mi cuello, abrazándome con gentileza y quitándome el aliento por un segundo. ¿Qué iba a hacer? Me sentía demasiado cohibido como para reaccionar.

Yah, Min YoonGi... ¿Acaso no me extrañaste? ─cuestionó, con una sonrisa amistosa, riendo en el proceso. Una de sus manos viajó de repente hasta mi barbilla, capturándola entre sus dedos. Mi corazón expresaba mis nervios en forma de latidos frenéticos; mis labios soltaron incoherencias propias de un manojo de timidez; mis mejillas parecían querer explotar en cualquier momento, y mi semblante le enseñaba a SooYun todos mis torpes sentimientos. Cuando comenzó a acercarse, cerré los ojos con fuerza, me encorvé un poco para estar a su altura, y fruncí mis labios, listo para recibir aquél gesto. ¿Estaba siendo demasiado ridículo en ese momento? Incluso con las ansias de verla y estar a su lado, me comportaba como un tonto que jamás la había besado o siquiera sentido su contacto físico antes. Kim SooYun siempre lograba convertirme en alguien incapaz de contener o asimilar los abrumadores sentimientos que surgían.

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora