ni-jû roku

2.2K 255 34
                                    

Min YoonGi

Cuando JungKook ingresó en el salón recreativo aquella tarde, no quise preguntarle porqué su expresión era tan seria. Asumía que no estaba de humor por todos los exámenes médicos a los que estaba siendo sometido, o tal vez, sentía más responsabilidad de la que debería por el asunto de SooYun. Para ser sincero, el mayor culpable de todo lo que estaba aconteciendo era simplemente yo. Estaba seguro de que si SooYun no me hubiese encontrado, tal vez estaría viviendo una vida más tranquila, menos estresante. No tendría que dejar de lado tantas cosas por mí... Pero debía ser sincero también en admitir que no la quería fuera de mi vida. Ese conflicto interior muchas veces me hacía preguntarme si estaba siendo egoísta o si buscaba luchar junto a ella para no rendirnos en lo que existía entre ambos.

Mi encuentro con JungKook fue casi silencioso, de no ser por mis regaños al verlo ir directamente por su caja de cigarrillos. Cuando tomó asiento a un par de metros de mí y el piano, fumó con algo de brusquedad, como si descargara su frustración en todo ese cigarrillo. Lucía inquieto, aún más ansioso que durante la mañana. ¿Qué había estado cruzando por su mente desde que nos separamos en la mañana hasta ese momento?

─Lo siento, hyung. Sé que prometí dejarlo pero de verdad lo necesito ─se disculpó, con ese ceño fruncido que me hacía preguntarme una vez más qué estaba sucediendo en su cabeza como para encontrarse tan angustiado de cierta forma. Decidí no responder ante su excusa, prefiriendo no iniciar una discusión sin sentido. No estaba de acuerdo con que lo hiciera, pero tampoco podía hacer nada para detenerlo en ese instante. Ya iba por el segundo cigarrillo, y no parecía querer detenerse hasta acabar con el paquete entero. JungKook pareció captar mi mirada juzgadora sobre su figura, pues conectó sus ojos con los míos y masticó su labio inferior por unos segundos, casi incómodo y tal vez apenado ─. No me mires así... ─me pidió, en un murmullo. Suspiré inevitablemente, llevando mi atención al piano por primera vez desde que él ingresó en la habitación. Posicioné mis dedos sobre las teclas y toqué un par de notas al azar, eligiendo en mi mente una canción para empezar ─. YoonGi hyung...

─¿Qué? ─respondí gélidamente, aún cuando no quería hacerlo. Pero todo dentro de mí estaba generándome un insoportable mal humor. El desinterés de JungKook por su salud y el paradero de SooYun... Era un combo que me era difícil de digerir en estos momentos. No sabía qué hacer, no sabía de qué manera podía ayudar a ambos. Me estaba sintiendo impotente e inútil en un lapso de tiempo tan corto, que mi cabeza dolía de sólo pensarlo.

─Iremos a un lugar esta noche ─me anunció, casi como una exigencia más que una invitación. Aún así, sabía que de todas formas iría.

─¿Adónde? ─pregunté, sin mirarlo. Aún estaba pensando en la canción que podría tocarle, y verlo fumar no era algo que me apetecía por el momento.

─Al jardín de la Clínica... Muchos pacientes salen a tomar aire fresco y es donde los eventos recreativos se realizan. Creo que nunca has ido, pero esta noche lo harás ─me avisó. Pude sentir el ruido de la cajetilla de cigarrillos; estaba sacando otro. Algo en mi interior se revolvió con preocupación.

─Está bien... ─dije con simpleza, no muy entusiasmado con la idea, pero tampoco muy reacio a intentarlo. Después de todo, podía intentar salir a un lugar sin tanta gente, muy probablemente sin nadie. Tal vez ese era también el motivo por el cual me proponía algo así de forma tan repentina.

El resto de nuestro encuentro fue adornado por la música. Toqué el piano casi de una forma desesperada, como si mis nervios y ansiedades pudiesen irse con cada nota. Y sí, en cierto punto podía admitir que lo hacían... Pero aquello no duraba mucho en este caso. Estaba más que claro que mi incapacidad para relajarme era producto del encuentro matutino de ese día. Esa mañana, con la sorpresiva aparición de la señorita Han de nuevo en mi vida, no supe asimilar bien la situación ni tampoco sus palabras. Ella había sido clara: nadie además de JungKook y de mí podía saber sobre el envío de esas flores o de que estaba al tanto de la existencia de SooYun. No debíamos hablar sobre el tema en ninguna otra parte que no fuese ese salón recreativo o nuestras habitaciones, mucho menos a nuestros doctores. No podíamos tener actitudes sospechosas con respecto al tema. Fue entonces cuando me di cuenta de que era un asunto serio. La señorita Han no me dijo nada más aparte de eso, incluso ignorando mis preguntas sobre SooYun por completo. Cuando le pregunté si ella estaba bien, lo único que hizo fue observarme penosamente y negar con la cabeza. Había sido aquello el detonante de mi inquietud tan latente. Pero estaba más que claro que debía pensar cuidadosamente antes de hacer algo para ayudar a SooYun.

ʜɪᴋɪᴋᴏᴍᴏʀɪ ; ᴍʏɢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora