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Sofía

No sabía que él estaría ahí. Podría haberme sentido intimidada ante su presencia, pero no fue así, más bien creo que fue al revés. Me di cuenta de que cuando yo estaba cantando él se levantó de su silla y se fue a lo que supuse que sería el baño, volviendo unos segundos después. Aunque quería aparentar que no estaba prestandome atención, se le escapaban algunas mirada profundas y ahí si me sentía un poco avergonzada.

Después de haber terminado de cantar, bajé del pequeño escenario agradeciendole a la gente que me aplaudia y decía cosas lindas. Me acerqué hasta la mesa dónde estaba mi amiga junto a su familia, saludandolos a todos, incluyendo a Paulo. Podía odiarlo con todo mi corazón, pero nunca iba a ser tan mal educada como para no saludarlo enfrente de todos.

— ¿Cómo me vieron? —pregunté con timidez.
— Muy bien, cantas hermoso. —dijo Alicia sonriendome y agarrandome la mano con dulzura.
— Bien ahí, amigaaa. —dijo Dolores levantándose de su silla y acercándose para abrazarme.
— Cantas hermoso, Sofi. —habló Lautaro.
— Gracias Lauti. —respondí sonriendole.

No sabía si era mi imaginación o a Paulo se le había cambiado la expresión de su cara en ese momento, parecía molesto. Sin seguir dándole tanta importancia a lo anterior, me senté al lado de Dolores y Romina. Al parecer ellos habían pedido comer unos lomitos y mi amiga obviamente pidió uno para mi también. Casi me atragantó con la sándwich en la boca cuando vi que Paulo tenía mayonesa en su labio inferior, por más que quisiera ignorarlo me causaba gracia y mucho más si hablaba con su mamá como si nada.

— Paulo, tenés.. —hablé bajito mientras le señalaba la boca.
— Gracias. —dijo después de haberse limpiado, a lo que solo le sonreí de costado.

Bastaron unos cuantos minutos para que todos terminaramos de comer aquellos lomitos y mientras charlabamos esperarabamos que la comida bajará para pedir algún postre.

— Deja de mirarlo.. —susurró Dolores con disimulo.
— ¿Qué? ¿A quién? —pregunté sin entender.
— A mi tío, me doy cuenta.
— Nada que ver, Dolores. —respondí negando con la cabeza y frunciendo el ceño.

En ese momento vi cómo Paulo nos miraba curioso, por lo que supuse que algo había escuchado. Al instante evité su mirada, haciéndome la distraída y miré a Dolores que permanecía callada.

Cuando el postre llegó a la mesa, comencé a tomar el helado que estaba en una taza bastante grande y traía unas cuantas galletas de chocolate encima. Estaba clarísimo que no podría terminarlo, pero aún así puse todo mi esfuerzo en hacerlo. Mientras Dolores comenzaba a hablarme nuevamente, le echaba un ojo a su tío, quién estaba bastante concentrado en la pantalla de su celular y tomaba el helado con una de sus manos.

Lautaro estaba con bastante tímido y no entendía por qué, él nunca había sido así antes.

— ¿Qué le pasa? —pregunté mirando a Dolores.
— Está así porque le dije que no intentará nada con vos. —respondió elevando sus hombros para después reír.

Gracias a Dios había podido terminar aquel enorme helado y estabamos saliendo del bar todos juntos. Caminamos hasta dónde estaba estacionada de la camioneta de Romina para subirnos, como eramos bastante tuvimos que ir los cuatro  atrás. Dolores y Lautaron iban en el medio mientras que con Paulo ibamos a los costados.

No estabamos muy lejos de casa pero aún así no aguante el cansancio y me apoyé en el hombro de mi amiga, quién reía al darse cuenta de lo que yo estaba haciendo. Varios minutos después desperté sintiendo como Dolores se movía en el auto y daba la mano para que yo pudiera bajar bien, ya que seguía bastante adormilada.

— ¿Te querés quedar? —preguntó mi amiga.
— Eh.. no. Está bien. —respondí viendo como Paulo entraba a la casa.
— Dale boluda, miramos unas películas o no sé. Es sábado. —insistió.
— Ay bueno, pero preguntale a tu mamá primero.
— ¡MAAAAAA! ¿SE PUEDE QUEDAR A DORMIR SOFI? —le preguntó a los gritos, provocando que Romina asintiera y le hiciera la tipica seña de que se callara.

Entramos juntas a su casa, yendo directamente a su cuarto y encerrandonos ahí para hablar de chicos, de sus chicos. Dolores no era de contarme mucho sobre sus relaciones amorosas y cosas así, solamente cuando estaba feliz por algo o al contrario.

Cuando nos quedamos sin tema de conversación a eso de las una y media de la madrugada, le pedí que me prestará alguna prenda que pudiera usar como pijama. Revolvió todo su armario hasta que finalmente encontró unos shorts rosados y una remera blanca mangas cortas. Por las noches hacía bastante frío, pero preferí no decir nada porque algo era algo. Me cambie cuando ella se dio la vuelta riéndose y me recosté en la cama que estaba al lado de la suya. Ella se quedó mensajeandose con su "algo" mientras yo intentaba dormir, pero me dio bastante sed y no me quedo otra opción más que levantarme. Cabe decir que al tener la luz apagada no veía casi nada y me golpee la rodilla con la punta de su cama, por lo que salí jadeando y frotandome la misma.

Fui hasta la cocina y prendí la luz de la mesada, para después agarrar un vaso y servirme agua del dispenser. Terminé de tomar y mojé el vaso bajo el grifo de la cocina, limpiandolo un poco porque solamente había tomado agua. Antes de que pudiera apoyar el vaso sobre la mesada, sentí como alguien entraba a la cocina y me di la vuelta asustada. El alma me volvió al cuerpo al darme cuenta de quién era; Paulo. Tenía puesto un pantalón de joggin y una remera blanca que supuse que era su pijama.

— ¿Estás bien? —preguntó aguantandose la risa.
— Si si. —respondí mientras guardaba el vaso en su lugar.

No dije nada más y comencé a caminar para salir de la cocina, pero su voz me hizo frenar en seco.

— ¿Me vas a odiar toda la vida? —preguntó para después también tomar un vaso de agua.
— No te odio.. —respondí dándome la vuelta para mirarlo.
— Pero parece que sí. —dijo mirándome fijamente.
— Yo.. No es fácil para mi.

Antes de que él pudiera responder algo, apareció Dolores buscandome y nos miró extrañada al vernos conversando. 

— ¿Interrumpo algo? —preguntó parandose a mi lado.
— No no, justo estaba por ir para allá. —respondí mirando a Paulo.

Me di la vuelta y salí de la cocina con Dolores, pensando en lo que había pasado tan sólo unos segundos antes. Que difícil era esto.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora