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Paulo

Raramente me desperté después de las once de la mañana, pero eso no iba a impedir que yo me perdiera el desayuno. Me levanté de la cama en boxer y descalzo, yendome hasta el baño para hacer mi rutina mañanera. Al salir, fui hasta la cocina y busqué en la heladera algún yogurt para tomar.

Me sentí un poco confundido cuando mientras servía el yogurt en el vaso, vi que Sofía estaba recostada en el sillón viendo y cantando bajito las canciones de la granja. Ella no había notado mi presencia porque no era tan ruidoso, por lo que caminé con mi vaso en mano hasta el living y pude entender todo.

La castaña estaba recostada sobre el sillon pero con un bebé en brazos, quién tenía un pequeño chupete en su boca y le agarraba el dedo índice a Sofía.

— ¿Y este individuo? —pregunté ganandome su atención.
— Se llama Vittorio y es mi trabajo, lo voy a cuidar unos días. —respondió mirándome con una sonrisa.
— Pero.. ¿de dónde lo sacaste?
— Ay, no lo robé tonto. —dijo haciéndome reír.— Su mamá está un poco ocupada con el trabajo y me preguntó si podía cuidarlo unas horas durante esta semana.

Asentí. Ella había estado contándome unos días atrás que necesitaba hacer algo para pasar el tiempo y si era un trabajo, mejor.

Snow estaba relajado en su camita, a un lado del sillón y la televisión. Parecía estar celoso con la presencia del bebé y lo comprendí, me sentía igual cuando Sofía le prestaba atención al perro y se olvidaba de mi existencia.

— Bebé, tapate. —murmuró Sofía.
— ¿A quién le decís? ¿A mi o a él? —pregunté señalando a Vittorio.
— A vos. —respondió riendo.

Terminé de tomar el yogurt y me fui directo al cuarto para vestirme, no podía ser más pillo. Cuando volví al living Sofía me pidió que cuidará un rato de Vittorio mientras ella se encargaba de cocinar algo rápido, a lo que yo le dije que lo hiciera tranquila. Con mi nuevo amigo nos quedamos en el sillón mirando la televisión, lo amé cuando puse música y lejos de enojarse por eso, aplaudía mirándome con una sonrisa.

Lo paré en mis piernas y lo ayudé a bailar, haciéndolo carcajear como loco. Mi novia nos miraba sonriente desde la cocina y yo le guiñé un ojo, después de esto ya estaba listo para tener hijos.

Cuidé del bebé unos minutos más hasta que la comida estuvo lista y Sofía fue quién cargó a Vittorio, sentándose en la mesa con él sobre sus piernas. Nosotros comíamos y él jugaba con un sonajero que varias veces terminó en el piso, Snow se lo quería robar pero yo lo impedía corriendolo. Pobre, lo estabamos cambiando.

Sofía retó al bebé unas cuantas veces porque había querido darle el puré al perro y por suerte no había llorado, era un milagro. Cabe aclarar que la anteriormemte mencionada todavía seguía con la férula en su mano y a veces se quejaba por no poder hacer las cosas con la brutalidad de siempre.

— ¿Podes lavar las cosas? —preguntó mientras se paraba con el bebé en brazos y hacía un puchero con sus labios.
— Obvio, pero a un precio. —respondí haciéndola reír.
— Bueno, después me decís como te pago.

Se fue con el bebé al living riendo mientras yo empezaba a lavar todo, no era mucho pero sinceramente a veces me daban mucha pereza estas cosas. Por lo mismo, me tardé unos cuantos minutos en dejar todo limpio y ordenado, para después ir con Sofía al living.

Iba a decirle algo estúpido pero justo vi que tenía a Vittorio en sus brazos, tomando leche de la mamadera que ella estaba sosteniendo y la castaña le dejaba un beso en la frente. Mi amigo se estaba durmiendo pero no cerraba sus ojos por completo, lo que nos dejaba en duda de si estaba despierto o ya no.

En un momento Sofía me susurró un "me hago pipi" y yo me ofrecí a tener el bebé mientras ella se iba al baño. Vittorio no estaba dormido, seguía tomando leche de la mamadera y apoyaba su manito sobre la mía para que no dejará de darle.

En un momento su boca dejó de chuponear de la mamadera y el agarré de su mano se alojó, dejando caer la misma sobre su cuerpito. Su respiración se volvió más calmada y yo le saqué la mamadera, cambiandola por un chupete que se le caía al estar dormido.

Como Sofía no volvía decidí llevarlo a dormir al cuarto, por lo que apagué la televisión del living y me levanté del sillón con el bebé en brazos para irnos de ahí. Lo recosté en el medio de la cama matrimonial y yo me quedé a su lado, mirando que no se despertará o fuera a caerse. Unos segundos después, apareció la niñera abriendo la puerta lentamente y me sonrió al vernos.

— Me mentiste. —le susurré, a lo que ella me miró sin entender.— No estabas meando.
— Si estaba haciendo pis, pero me peiné y por eso me tardé. —respondió bajito mientras guardaba la ropa limpia en el armario.
— No sé, para mi estabas haciendo lo segundo. —dije riendo.
— ¡Paulo! Nada que ver. —respondió negando con su cabeza, con las mejillas coloradas.

Riendo palmeé la cama para que ella también se recostara y no tardó mucho en hacerlo, quedando a unos centímetros de mi. El bebé estaba entre nosotros, impidiendo el acercamiento pero crucé mi brazo como pude para poder agarrar a mi novia de la cintura.

Las luces del cuarto ya estaban apagadas, lo que me bajó un poco de sueño y las manos de Sofía me acariciaban el pelo mientras caía lentamente dormido sobre las almohadas de la cama.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora