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Sofía
19 de Agosto
Córdoba, Argentina

Había llegado hace dos días a Argentina, temí la reacción de mis padres al volver a reecontrarnos pero por suerte me fue bastante leve. Tuvimos una charla para poder arreglar las cosas y logramos llevarnos bien de nuevo, aunque ellos no sabían de mis planes con Paulo.

Era el día del niño y como todos los años, gran parte de mi familia iba a mi casa para juntarse con nosotros. Mis sobrinos correteaban de un lado para el otro mientras mis primas hablaban de sus cosas; convivencia con sus parejas y el desgaste de ser madres.

- ¿Y vos para cuando? -preguntó Florencia, mi prima.
- ¿Yo qué? -pregunté mientras jugaba con mi sobrino, haciéndolo saltar sobre mis piernas.
- ¿Para cuando un bebé vos?
- Nunca. -respondí haciéndola reír.- Con mis sobrinos estoy bien.
- ¿Dybala no quiere? -preguntó mi mamá sentándose a mi lado, haciéndome reír al llamarlo por su apellido.
- Si quiere.. mucho más que yo. -respondí sorprendiendola.
- ¿Y él sabe que vos..?
- No. -respondí interrumpiendola sabiendo cuál sería su pregunta, para después suspirar.

Una pequeña tensión momentánea se hizo presente en la charla pero todo volvió a la normalidad cuando mi sobrino quiso irse con su mamá, estirando sus manitos hacía ella y haciendo un dulce puchero con sus labios. Mi prima lo cargó en sus brazos y yo decidí levantarme de la silla para ir hasta el patio, dónde estaba papá preparando el asado.

Estaba acompañado por la pareja de Florencia, quién conversaba con él muy animadamente hasta que me vieron a mi. Papá me acercó hasta su cuerpo, abrazandome dulcemente y haciéndome olvidar todas las veces en las que habíamos estado a nada de matarnos el uno al otro.

Realmente estaba enfermo, se veía distinto en varios aspectos. Pero era lógico sabiendo que había estado en el hospital durante varios días, tuvimos la suerte de tenerlo de nuevo en casa en poco tiempo y en cierta parte eso me hacía sentir mejor.

Con el tema de su relación con Paulo no hay mucho que decir, él ya ni perdía su tiempo opinando sobre mi novio y se lo agradecía porque quería evitar cualquier tipo de problemas.

- ¿Qué pasó? ¿Te cansaste de tus sobrinos? -preguntó haciéndonos reír.
- No, quería salir un rato. -respondí sonriendole.

Me quedé unos cuantos minutos ahí hasta que tuve que ayudar a mi mamá a acomodar las vajillas sobre la extensa mesa que habíamos sacado al patio, mientras mi papá y mi primo terminaban de asar la carne.

Cuando todo estuvo listo y ordenado, cada uno eligió un lugar dónde sentarse, en mi caso al lado de mi prima más cercana. Habíamos crecido prácticamente juntas y apesar de tener ciertas diferencias en diversos temas, nos queríamos como hermanas. Las dos eramos hijas únicas y eso nos unía aún más. Su bebé se sentó en su sillita entre medio de las dos y me miraba sonriendo mientras jugaba con su pequeña mamadera.

Durante el almuerzo nos reímos y contamos cosas, como todas las veces que hacíamos este tipo de reuniones familiares. Obviamente me tocó levantar todo de la mesa y me ofrecí a lavar también, dándole un descanso a mi mamá después de todo el tiempo en el que yo estuve ausente en casa.

Mientras lavaba los platos sentí como alguien tironeaba de mi delantal y al bajar la vista me encontré con Benjamín, el hijo de mi otra prima, Stefania.

- ¿Qué pasa mi amor? -le pregunté mirándolo.
- Pasa que.. pasa que, que Toto me tira con los autitos y la tía no lo reta. -respondió tartamudeando un poco.
- A lo mejor no se dio cuenta. Si te vuelve a tirar los autitos, lo acusas con la tía ¿Si? -le aconsejé, a lo que él asintió con vergüenza y segundos después se fue de la cocina.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora