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Paulo
20 de Agosto
Turín, Italia

Me desperté cuando la alarma de mi celular empezó a sonar repetidas veces sobre la cama, obligandome a estirarme en la misma mientras emitía sonidos extraños con mi garganta y poco a poco fui abriendo los ojos. Lo primero que vi fue a Sofía dormir en la pantalla de mi celular, unos mechones de pelo caían sobre su cara y sus labios formaban un pequeño puchero mientras sus ojos permanecían completamente cerrados.

Decidí no cortar la videollamada hasta que no me tuviera que ir del departamento, por lo que dejé aquel aparato sobre la cama y fui hasta el baño para comenzar con mi rutina diaria. Estuve unos cuantos minutos metido ahí, hasta que finalmente terminé de arreglarme un poco y salí.

Busqué en el armario la ropa que me pondría y me vestí en el cuarto con un poco de pereza, odiaba demasiado los lunes. Agarré mi celular de la cama, llevando el mismo en mi mano confirmando que mi novia seguía durmiendo casi como una morsa y cuando llegué a la cocina, lo apoyé en la mesa de la misma.

Puse a calentar agua para después prepararme un té, que fue acompañado con unos bizcochos.
En un momento vi como Sofía se movía en la cama, suspirando sin siquiera abrir los ojos y me reí al verla así.

— ¿De qué te reis? —preguntó con la voz ronca, dandome un susto.
— De la cara que pones dormida. —respondí viendo como abría los ojos y me miraba con los mismos entrecerrados.
— No me mires dormir. —dijo tapandose la cara con las manos.—Y dejame dormir, son las tres de la madrugada acá.
— Bueno, hablamos después entonces.
— Te amo mi amor. —dijo claramente adormilada, rara vez me llamaba de aquella forma.
— Yo más, hablamos después gorda. —respondí para después ver como me tiraba un beso.

Le corté la videollamada para dejarla dormir tranquila y me encargué de lavar las cosas que había ensuciado al desayunar, con cierto apuro al ver la hora.

Unos pocos minutos más tarde, salí del edificio con el bolsito bajo el brazo y fui hasta la cochera para buscar mi auto. Me subí al mismo, poniéndolo en marcha y comenzando a manejar mientras la radio sonaba de fondo.

Tardé unos cuantos minutos en llegar al predio, me encontré con Douglas en la entrada y saludé al mismo, pensando en que ahí me hacía falta el Pipa.

No tengo mucho que contar sobre esa mañana, todo fue muy rutinario y monótono. Antes del mediodía salí de aquel lugar, volviendo a mi departamento con la obligación de tener que cocinarme algo para almorzar y era ahí cuando más extrañaba a Sofía. Si ella estuviera conmigo, al llegar ya tendría la comida lista y casi por servir, sin contar que sus comidas eran más elaboradas que las mías.

Desde que se fue teníamos nuestros horarios para llamarnos, lo hacíamos dos o tres veces al día pero eso dependía del tiempo libre que tuviéramos. Yo siempre trataba de darle la seguridad y la confianza que necesitaba para sentirse bien, no es fácil tener a tu pareja en otro continente. Mucho menos cuando es alguien reconocido mundialmente y los medios se encargan de inventar estupideces, la admiraba muchísimo.

Como regalo del día del niño le había mandado una cadenita con el dije de mi inicial, yo tenía su inicial pero entrelazada con la cinta roja que siempre llevaba en mi muñeca derecha. De esa forma no la perdería ni tampoco me olvidaría de usarla.

Volviendo al tema de la comida, me hice unos fideos con salsa y almorcé mientras veía la televisión. Fue en ese momento cuando alguien tocó la puerta del departamento, haciéndome pensar bastante en quién seria ya que tendría que ser alguien del mismo edificio.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora