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Paulo
Turin, Italia
"She's just like candy, she's so sweet but you know that it ain't real cherry"

Después de haber entrenado y haberme dado una ducha un poco rápida, salí rumbo al aeropuerto para ir en busca de mi novia, quién esta vez venía acompañada por mi queridísima suegra.

Mi mamá quería conocer a su consuegra, así que se quedó en mi departamento cocinando algo hasta que nosotros llegaramos.

Manejé durante unos cuantos minutos hasta que finalmente llegué y bajé del auto después de haber revisado los mensajes en mi celular, leyendo que Sofía ya había bajado del avión y me esperaba.

Un poco apurado empecé a hacer mi camino hasta el interior del aeropuerto, cruzando entre el tumulto de gente que había en una de las puertas de entrada y al ya estar en un lugar un poco más despejado, busqué a Sofía con la vista. Me pegué el susto de mi vida cuando sentí unas manos en mi cintura y me dejaron un beso en el cuello. Obviamente era mi novia, pero no tuve tiempo ni de pensar.

Al lado de ella estaba su mamá, quién me sonrió con simpatía.

— Hola señora ¿Cómo le va? —le dije para después saludarla.
— Bien bien. Y tuteame, me haces sentir vieja. —murmuró haciéndonos reír.
— Hola gorda. —dije saludando a Sofía, quién me dio un casto beso en los labios.
— Hola Pau. —respondió sonriendo.
— Bueno.. ¿Vamos? —pregunté, a lo ella asintió.

Las ayudé con las valijas, saliendo del interior del aeropuerto con las mismas y caminando hasta el estacionamiento para buscar el auto. Cuando lo vi, busqué las llaves y abri el baúl, metiendo sus pertenencias en el mismo. Sofía apareció a mi lado para segundos después sacarme las llaves riendo y yéndose con las mismas hasta la puerta del conductor.

Ella y su mamá irían adelante para poder compartir el viaje sin estar incómodas, por lo que tuve que ir atrás como un nene.

Sofía puso el auto en marcha, saliendo del estacionamiento y esperando para poder retomar el autopista. Cuando ya estuvimos en la misma, la castaña prendió la radio y le preguntó a su mamá que quería escuchar. "Montaner" le respondió.

A los pocos segundos la voz de aquel hombre se escuchaba en todo el auto, provocando que mi suegra sonriera de oreja a oreja y su hija se divirtiera con eso mientras manejaba.

"Y estoy aquí, tan enamorado de ti" se escuchó mientras parabamos en el semáforo rojo al entrar a la ciudad.

Sofía puso el frenó de mano y se estiró en su asiento para acercarse hasta mi, dejandome un dulce beso que hizo reír a su mamá. Mientras volvía a sentarse y acomodarse en el asiento el semáforo cambió a verde, lo que provocó que un auto nos tocará bocina desde atrás.

— ¡Pasa por arriba si estás apurado, scemo! —gritó asomando la cabeza por la ventanilla.
— ¿Qué es scemo? —preguntó mi suegra sin entender.
— No va a querer saber. —respondí haciéndolas reír.

Mi novia manejó hasta llegar a nuestro departamento, dejando el auto en la cochera y después bajando las valijas del baúl del mismo. Nuevamente las ayudé con sus cosas, entrando al departamento y empujando las mismas.

Sofía fue quién abrió la puerta y apenas pusimos un pie en el recibidor, mi mamá apareció sonriente y con un delantal puesto.

— ¡Sofía! Tanto tiempo. —murmuró acercándose para abrazarla.— ¿Cómo estás?
— Hola Alicia. —respondió la mencionada.— Bien, por suerte.

Mi mamá miró a mi suegra y Sofía volvió a hablarle.

— Ella es mi mamá, Patricia. —dijo señalandola.— Ma, ella es Alicia, la mamá de Paulo.
— Un gusto. —murmuró mi suegra saludandola.
— El gusto es mío, Patri. —dijo mi mamá medio confite, haciéndome reír.

Llevamos las valijas hasta el cuarto y después volvimos a la cocina con mi mamá, haciéndole compañía hasta que la comida estuvo lista. Patricia quería ayudar pero no la dejabamos, era la visita y lo que menos queríamos era hacerla trabajar cuando venía para despejar la mente.

Con Sofía acomodamos las cosas en la mesa y nos sentamos cuando mi mamá dejó la bandeja con comida sobre la misma. Me senté al lado de mi mamá y Sofía al lado de la suya.

— El siete te vas ¿No? —preguntó mi mamá mientras comíamos, a lo que yo asentí con comida en la boca.
— Me había olvidado. —dijo Sofía haciendo un puchero con sus labios.
— Veni conmigo. —la invité.
— No, me dan miedo los árabes. —respondió haciéndonos reír.

Comimos mientras escuchabamos a Patricia hablar sobre su primer viaje en avión y lo que había sufrido durante el vuelo, haciéndome pensar en su hija la primera vez que viajamos juntos.

Al terminar de comer levantamos las cosas de la mesa y mi novia fue quién se ofreció a limpiar lo que se había ensuciado. Crucé unas cuantas palabras con su mamá mientras ella lavaba los platos y cantaba la misma canción una y otra vez.

Unos pocos minutos después apareció en el comedor levantándose un poco la remera y dejando al descubierto su vientre.

— Hace caloooor, por Dios. —se quejó abanicandose con sus manos.
— Ya te quiero ver a los nueve meses. —comentó su mamá desde su silla.
— Va a hacer frío acá, lo tengo todo calculado. —respondió haciendo reír a mi suegra.
— ¿Entonces querés que tu hijo sea italiano? —pregunté, a lo que ella abrió los ojos bien grandes.
— Eso no lo tenía calculado. —dijo haciéndonos reír.— No se rían, es triste.
— Las hormonas, hija.
— Dejame, Patricia. —murmuró un poco molesta.

La abracé mientras reía y veía como mi suegra nos miraba de la misma forma. Ella me abrazó por la cintura, apoyándose en mi pecho para después empezar a reírse.

— Hubieras cul..
— ¡Mamá! —la interrumpió Sofía, dándose la vuelta para mirarla.
— Hubieras calculado mejor iba a decir. —habló haciéndonos reír.

Me encantaba ver a mi mamá intentar hacer sentir mejor a mi suegra, supongo que la entendía y por eso quería distraerla. Me hacía amarla más.

En un momento Sofía se separó de mi y la seguí hasta el cuarto, viendo como tendía la cama matrimonial que yo había dejado hecha un desastre.

— Esta noche cuando tu mamá duerma, prrrrrram. —dije atrás suyo, viendo como se agachaba para estirar las sábanas.
— No seas tonto. —dijo riendo.
— Prrrrrram. —murmuré nuevamente, apoyando mis manos en su cintura.

Ella se movió incómoda mientras reía y yo la imité, separandome de su cuerpo. Esperé a que terminará de acomodar la cama y cuando la tuve frente a frente, la aferré a mi cuerpo para no dejar que se fuera del cuarto.

La besé con intensidad, apoyando mis manos en su espalda baja y sintiendo como sus manos se quedaban quietas en mi pecho. Mordí su labio inferior, tironeando un poco del mismo con maldad y provocando que ella se separará quejándose.

— Lo que me tuve que aguantar para no hacer eso en frente de tu mamá. —murmuré haciéndola sonreír.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora