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Sofía
"Será que el tiempo fue menguando nuestras ganas"

La noche del partido habíamos quedado con Paulo de que él vendría cuando pudiera a mi casa y unos días después me avisó que lo haría. Así que lo esperaba en el living mientras miraba la televisión y me mandaba algunos mensajes con Dolores.

De repente me llegó un "Boludaaaa pone el canal de deportes" y tuve que hacerlo al leer tanta emoción en los mensajes.

Paulo aparecía en la pantalla, sonriendo y hablándole a los panelistas del programa que transmitía en vivo todo. Él sonrió y volvió a hablar cuando le preguntaron sobre mi.

— ¿Es cierto que ayer estuvo presente tu ex en el partido? —le preguntaron.
— Si si, Sofía. —respondió él asintiendo.
— Están separados pero tienen un buen trato ¿no? —volvieron a preguntarle, poniéndome nerviosa.
— Nos llevamos bien, al principio nos queríamos matar.. Ella perdía la paciencia conmigo. —respondió haciendo reír a todos.
— Y decime Paulo ¿la seguis queriendo?
— ¿Qué es esa pregunta? —dijo riendo con vergüenza.— Sí, obvio que la quiero y me par..
— ¡Ahí lo tienen! —dijo la panelista aplaudiendo divertida.
— No sé me rían. —dijo Paulo en un perfecto italiano mientras elevaba las manos.

No me rio, me enamoró. 

Snow, el perro que anteriormente había estado en el departamento de Paulo, se subió al sillón para recostarse sobre mis piernas y se quedó mirando la televisión atento.

— ¿Que nos podes contar de ella? No es de hablar públicamente, no la conocemos. —le dijeron.
— No le gustan estas cosas, le da un poco de vergüenza. —dijo Paulo riendo.— Es una muy buena persona, es hermosa y bueno, ahora va a ser una gran mamá.
— Ah ¿Es hermosa? —le preguntaron divertidos.
— Si si, la più bella del mondo. —respondió causando ternura en todos.

En mi interior pensaba; Maldito Dybala, le dijiste lo mismo a Antonella!!!

Snow empezó a ladrarle a la pantalla cómo si pensará lo mismo que yo y me reí mientras lo acariciaba para calmarlo. Paulo habló unos minutos más y se retiró, despidiéndose de todos.

Media hora después el anteriormente mencionado llegó y tocó el timbre de la casa, haciéndome levantar del sillón con pereza. El perro me siguió y apenas abrí la puerta él empezó a ladrarle al ojiverde, quién lo miraba un poco asustado por su reacción.

— Snow, no le ladres a tu papá. —lo reté, provocando que el animal lloriqueara triste.
— ¿Sigo siendo su papá? —preguntó riendo.
— Sí. —respondí para después saludarlo con un beso en la mejilla.

Él pasó con un bolso bajo su brazo, le pregunté si quería comer o tomar algo pero se negó diciendo que ya lo había hecho antes de salir.

Fuimos hasta el cuarto semi vacío, lugar dónde estaban algunos muebles sin armar y unos tarros de pintura bastante grandes.

— ¿Y esos tarros? ¿También hay que pintar? —preguntó intentando abrir uno.
— Sí, Dolores los trajo. —respondí.

Pusimos un nylon en el piso para que no se manchara al pintar y abrió los tarros de pintura, antes de empezar a pintar las paredes que estaban sin color, se puso una gorra. Ya con eso puesto, empezó a pintar la pared mientras yo acomodaba unas cosas en el cuarto de al lado.

Escuché que me llamó en un grito y fui con él pensando que me pediría un favor o algo así.

— ¿Qué es esto que hay acá? —preguntó señalando la pared.
— ¿Dónde? —pregunté achinando los ojos para poder ver.
— Acá, veni. —habló.

Como una tonta me acerqué a ver de que hablaba, pero al instante sentí como el pincel pasaba por mi nariz y me manchaba con pintura, haciéndome chillar.

— ¿Que haces, tonto? —le pregunté.
— En las películas hacen eso y se ríen. —dijo riendo.
— No estamos en una película, Dybala.
— Ya me di cuenta.

Reí mientras miraba el tarro de pintura abierto a pocos metros de nosotros. Me acerqué a Paulo, quedando a centímetros de su cara y sorprendiendolo por completo, pero se sorprendió más cuando una de mis manos tocó su mejilla llenandola de pintura celeste.

— Ese engaño dolió. —dijo intentando limpiarse la cara.

Me moría de ganas de responderle que su engaño también me había dolido, pero no me importaba victimizarme en ese momento.

De un momento a otro, él metió sus manos en el tarro de pintura y me corrió por todo el cuarto para ensuciarme en forma de venganza, ya que yo me había excedido. Me encerró en un rincón y yo cerré los ojos esperando sentir sus manos de repente ensuciarme, pero no fue así.

Sus labios hicieron contacto con los míos lentamente mientras sus manos se apoyaban con delicadeza en mis mejillas, lo que me obligó a abrir los ojos para ver que pasaba. Sus ojos permanecían cerrados mientras seguía moviendo sus labios y yo me dejé llevar por lo que estaba pasando, ya después tendría tiempo para pensar en esto.

Me agarró de los muslos para cargarme en sus brazos y reímos cuando le costó hacerlo, olvidándose de que yo pesaba un poco más por el embarazo.

Caminó conmigo encima llevandome hasta mi cuarto y dejándome en la cama, quedando encima de mi cuerpo sin hacer ningún peso que me pudiera molestar. Se me quedó mirando y me sonrió para después volver a besar mis labios.

Al separse habló:

— ¿Me perdonas? —preguntó mirándome.
— Te estás ganando mi perdón. —respondí haciéndolo sonreír.— ¿Por que tenés que ser tan hermoso?

Él me sonrió en respuesta antes de besarme una vez más, ya no necesitábamos decir nada.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora