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Paulo

Tengo una lija. —murmuró Lautaro en la oscuridad de su cuarto.
— ¿Y que querés que haga, pelotudo? Dejame dormir. —dije quejandome.
— ¿Viste lo hermosa que estaba Sofía hoy? La puta madre, se hace la difícil sino ya estaría acá durmiendo conmigo. —dijo haciéndome reír.
— Si claro, porque a ella le encanta dormir con un pibe que habla dormido y encima duerme en un chiquero. Mínimo acomoda un poco. —murmuré apoyado en la almohada boca abajo.
— Ya vas a ver, la voy a traer a dormir algún día.

Ay Lautaro, si supieras lo difícil que es estar así con ella.

Las estupideces que había dicho Lautaro me despabilaron y terminé sintiendo una sed increíble, por lo que un poco adormilado me levanté de la cama para salir del cuarto. Caminé por el oscuro pasillo de la casa hasta llegar a la cocina, viendo una figura bastante conocida de espaldas y tomando agua. Cuando el vaso estuvo lejos de su boca, hice ruido provocando que ella diera un respingo en su lugar y se volteara para verme asustada, suspirando cuando me reconoció.

— ¿Estás bien? —pregunté aguantandome la risa.
— Si si. —respondió mientras guardaba el vaso en su lugar.

No dijo nada más y comenzó a caminar para irse de la cocina, pero antes de que pudiera hacerlo le hablé, provocando que se frenará en seco.

— ¿Me vas a odiar toda la vida? —pregunté mientras agarraba un vaso de agua.
— No te odio.. —respondió dándose la vuelta para mirarme a los ojos.
— Pero parece que sí. —hablé nuevamente mirándola fijo.
— Yo.. No es fácil para mi.

Antes de que yo pudiera responder algo, apareció Dolores buscándola y nos miró extrañada al vernos conversando. 

— ¿Interrumpo algo? —preguntó parandose al lado de Sofía.
— No no, justo estaba por ir para allá. —le respondió ella mirandome.

Después de eso se fue de la cocina en compañía de Dolores para segundos después escuchar como cerraban la puerta de la habitación, me había dejado con las palabras en la boca. Ya tendría algún momento para poder hablar bien con ella, necesitaba sacarme algunas dudas y hacer lo mismo con las de ella.

Al volver al cuarto, vi que Lautaro estaba dormido y roncaba despacio. Me recoste en la cama en la que dormiria unos cuantos días, cruzando mis brazos sobre mi nuca y mirando la pared pensativo en medio de la oscuridad. No podía dormirme, me movía de un lado para el otro y bufaba molesto. En eso que estaba intenta dormir, escuché como el celular de Lautaro vibraba sobre la mesita de luz que estaba entre ambas camas y él ni siquiera se inmutó. Hubiese ignorado aquello, pero me picó la curiosidad sobre algo.

Me estiré tratando de no caerme, para agarrar el celular mientras comprobaba que mi sobrino no se despertará. Dude un poco sobre lo que iba a hacer, pero me vinó un aire de valentia y lo hicé. Desbloquear el celular fue lo difícil ¿Cómo mierda haría para desbloquearlo siendo un celular con sensor de huellas digitales?

Me levanté de la cama y caminé descalzo hasta el borde de la cama de Lautaro, aganchandome un poco para después agarrarlo del brazo con delicadeza. Ni siquiera se movió cuando hice aquello, por lo que cuando pusé su dedo sobre el sensor, lo hice completamente calmado. La pantalla de aquel aparato se encendió, mostrando la pantalla de inicio del mismo. Ya con el celular desbloqueado, me recoste nuevamente en la cama y me puse de espaldas a Lautaro.

Entré a Instagram y busqué la cuenta de Sofía, el pendejo tenía un montón de minas con ese nombre y busqué arduamente en las personas que seguía, hasta que finalmente la encontré. "sofiagalleani" era su usuario en aquella red social, aproveché para ver algunas de sus publicaciones y quedé totalmente embobado aunque sabía que personalmente era muchísimo más hermosa. Vi que tenía algunas historias de ella sin ver, por lo que las abrí descaradamente y vi que había subido una foto con Dolores en el bar, a un costado de ellas se podía ver mi brazo, lo que me hizo reír.

Lautaro hizo unos sonidos extraños con su boca pero parecía seguir dormido y yo seguí revisandole todo. Salí de Instagram, entrando a los contactos y buscando el número de Sofía. El tarado de mi sobrino la tenía agendada como "Sofi hsa", no sabía si era estúpido o pajero.

Saqué el número de celular para anotarlo en el mío y agendarla también, para después dejar el celular de Lautaro dónde estaba y tal cual lo había dejado. Con mi celular en mano, abrí Whatsapp y busqué el contacto que había agendado unos segundos antes.

Pensé y pensé en que podría mandarle, tampoco tenía idea de como reaccionaría ella cuando recibiera mi mensaje.

"¿Dormis?" Fue lo que le mandé, segundos más tardes vi como leía el mensaje y comenzaba a escribir.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora