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Paulo

A la mañana siguiente, llegué a casa después de mi entrenamiento con el equipo de la Juventus y me sorprendí bastante el ver a Sofía ocupada en la cocina. Traía puesto el delantal que yo solía usar, solo que a ella le quedaba un poco más grande y se lo ajustó más a la cintura.

— ¿Arroz con pollo? —pregunté entrando a la cocina.
— Sí.. —respondió dándose la vuelta para mirarme sonriendo.
— Pensé que estas cosas pasaban en los sueños nada más. —dije haciéndola reír.
— Te estaba jodiendo, tengo que servir para algo estando acá.
— Mm, eso se paga de otra forma. —murmuré agarrandola de la cintura, a lo que ella me miró con timidez.— Con besos.

La última vez que la había besado de esa forma tan intensa fue cuando nos despedimos en Argentina, antes de que yo volviera a Italia y nos separaramos por unos cuantos días. El beso podría haber llegado a más, pero alguien tocó la puerta del departamento y me vi obligado a tener que separarme de sus labios, apoyando mi frente en la suya.

Salí de la cocina mientras pensaba en lo que había pasado hace tan sólo unos segundos y cuando abrí la puerta me encontré con mi mamá, por lo que la dejé pasar. Antes de que pudiera llevarla hasta dónde estaba Sofía para que se saludaran, ella me frenó agarrandome del brazo.

— Vine para avisarte que me llamó Antonella y dijo que iba a venir a la tarde. —susurró bajito.
— ¿Y por qué no me lo dice a mi? —pregunté un poco molesto.
— Me dijo que sabía que estabas con "esa chica" y no quería molestarte ni traerte problemas. —respondió mientras elevaba los hombros restandole importancia, a lo que yo asentí.

Unos segundos más tarde entramos a la cocina, mamá saludó a Sofía con simpatía y la castaña estaba con un poco de vergüenza, era lógico sabiendo que quería caerle bien a mi progenitora y no la conocía mucho.

— ¿Arroz con pollo? —preguntó mi mamá, intentando ver la olla mientras se acercaba.
— Sí, es la primera vez que cocino esto. —respondió Sofía.
— Tiene buena pinta. —la ánimo, haciéndola sonreír.— Bueno, me voy.. Vine para decirte eso nada más.

Asentí viendo como Sofía nos miraba curiosa y acompañé a mi mamá hasta la puerta después de haberse despedido de nosotros. Me quedé parado en la entrada del departamento sabiendo que tendría que responder a muchas preguntas y sí, no alcancé a entrar a la cocina cuando la cordobesa me habló.

— ¿Por qué se fue tu mamá? Pensé que se iba a quedar un rato más.
— Vino a decirme que.. —murmuré sin terminar la oración.
— ¿Qué cosa? —preguntó mientras se ocupaba de la comida, sin mirarme.

Me rasqué la nuca nervioso, no sabía como sería su reacción al saber que Antonella volvería a mi departamento. Aunque habíamos hablado mucho sobre este tema con Sofía, no estaba en mis planes cruzarlas a las dos y dejar que pasará cualquier cosa.

— Va a venir Antonella para hablarme del bebé. —solté para después suspirar.
— ¿Y pensas que eso me molesta? —preguntó dándose la vuelta para mirarme sin ninguna expresión en el rostro.
— No.. Bueno sí. —respondí haciéndola reír.
— No me molesta, siempre y cuando sea por tu hijo. Aún así esta es tu casa y podes dejar entrar a cualquiera, bombón. —respondió rodeando mi cuello con sus brazos para después dejar un beso en mi mejilla.— Pone la mesa que ya sirvo la comida.

Como buen novio, amigo o lo que sea que fuera, la ayudé poniendo la mesa antes de que ella sirviera la misma. Nos sentamos uno al lado del otro en la extensa mesa, Sofía se ofreció a servirme el arroz con pollo en el plato y yo le serví jugo para devolverle el favor.

Comimos mientras veíamos un poco de televisión, mucho no hablamos porque estabamos masticando y no quería quedar como un asqueroso. Ella me daba un manotazos cuando se daba cuenta de que robaba comida de su plato, haciéndome reír y acercarme un poco más a ella, moviendo mi silla. Al terminar de comer, ella se apoyó un poco en mi mientras no despegaba la vista de la gran pantalla que había en el comedor mientras se sobaba la panza, quejandose de que había comido mucho.

Como siempre, después de comer me bajaba sueño así que para no quedarme dormido en la silla me levanté y llevé las cosas que estaban en la mesa hasta la mesada de la cocina. Me puse el delantal y empecé a lavar las vajillas ante la intensa mirada de Sofía sobre mi.

— Que chico tan servicial. —murmuró mientras me abrazaba por detrás y se apoyaba en mi espalda.
— ¿Viste? Soy un partidazo. —respondí haciéndola reír.

Una vez que terminé de lavar todo, nos fuimos hasta el living y nos tiramos en el sillón. Ella me contó de principio a fin todo lo que había pasado con sus padres, diciéndome que la habían hecho sentir bastante mal y que no era la primera vez que pasaban por algo así, al parecer los tres eran orgullosos e impulsivos.

La escuché atentamente mientras esperaba a Antonella, trataba de no pensar tanto en ella y enfocarme en el bebé pero era imposible siendo que era la persona que cargaba la vida de mi hijo en su cuerpo.

Después de una media hora bastante larga, el timbre del portero sonó y yo le abrí la puerta del edificio desde mi departamento.

— Me voy a dar una vuelta por la galeria así están más tranquilos. —murmuró Sofía mientras agarraba su celular y contaba plata que tenía en su bolsillo.
— Toma, compra un balde de helado así lo tomamos después. —dije sacando plata de mi billetera y entregandosela.

Se despidió de mi con un beso en los labios y justo cuando abrió la puerta para salir se topó con Antonella, quién tenía el brazo levantado, apunto de golpear la puerta. Se saludaron con un simple "hola" casi inaudible y yo invité a mi ex novia a pasar.

Jesús Cristo, cuidame y alejame de las cagadas.

Córdoba sin ti {Paulo Dybala} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora