Sofía
La mañana del domingo también la pase con Dolores y agradecía eso. Aunque amara con mi vida a mis padres, ellos y yo sabíamos que necesitaba estar afuera para distrairme de algunas cosas. Pero en realidad.. no podía distraerme de Paulo.
En el auto de camino al supermercado fue sentado a mi derecha y cuando volvimos también, podía sentir su mirada sobre mi varias veces.
— ¿Bajamos las bolsas? — le preguntó mi amiga a su mamá.
— Si hija, por favor. — respondió Romina.Yo también colaboré, al parecer el tío Dybala también quería ayudar y se acercó para agarrar algunas bolsas. Casualmente volví a sentir como su mano hacía un leve contacto con la mía, pero no le presté atención como la vez anterior. Ni siquiera me giré para mirarlo, me avergonzaban mucho esas cosas.
Entramos los tres con las bolsas en ambas manos para después dejarlas sobre la mesa que estaba en la cocina, frotandonos las manos por el dolor que las bolsas habían causado.
Dolores se tiró en el sillón del living y yo hice lo mismo, sentandome a su lado. Mucha bola ella no me daba, estaba con su celular en mano y le respondía a alguien mientras sonreía, por lo que supuse que estaba hablando con alguno de sus pretendientes. Fue ahí cuando me di la vuelta y sin querer crucé miradas con Paulo. Nos sonreimos un segundos hasta que yo desvíe la mirada.
— Bueno, Paulo va a hacer el asado. — dijo Alicia palmeandole la espalda al nombrado.
— ¿Eh? Me estás jodiendo ¿no? — preguntó él haciéndola reír.
— No, dale.
— Uy bueno, pero tengan a mano el número de los bomberos por las dudas.
— ¿Tan poca fe te tenés, tío? — preguntó Dolores desde el sillón, a lo que él solamente asintió.Minutos después vimos como salía al patio de la casa con una bolsa de carbón en manos y Alicia iba atrás de él alentandolo mientras reía.
— Sofi. — habló Dolores provocando que la mirará.
— ¿Qué?
— Te parece lindo ¿no? — preguntó mirandome con una media sonrisa.
— ¿Quién? ¿Tu tío? ¡No! — respondí mientras hacía gestos con las manos.
— No mieeeentas. Mira que tiene novia pero sé que él también se fija en vos, me doy cuenta. — habló para después apoyar su mano en mi hombro.Iba a responder algo pero Lautaro entró a los gritos, ganándose la atención de su hermana. Después de eso todos salimos al patio, dónde Paulo ya había prendido el fuego y seguía agregandole más carbón.
No hay mucho que contar sobre lo que siguió después, él preparaba el asado como podía y en algunas ocasiones me miraba pero yo trataba de evidarlo para que Dolores no siguiera sospechando. Que supiera la verdad no estaba en mis planes todavía.
Cuando el asado estaba listo para servir, con mi amiga nos encargamos de poner la mesa y sacar las bebidas de la heladera. Lautaro ayudaba pero también molestaba, por lo que Dolores casi lo corré a patadas.
Nos sentamos los tres juntos, Lautaro a la izquierda, yo en la derecha y Dolores en el medio. Y si, Paulo se había sentado en la punta de la mesa, justo al lado mío.
Comimos mientras escuchamos las estupideces que decía Lautaro, ese chico era el payaso de la familia y su tío lo acompañaba en aquello. No me sorprendía para nada, conocía a Paulo bastante bien y sabía el sentido del humor que tenía.
— ¿Qué onda el asado? —preguntó Paulo.
— Está riquísimo. —dijo Romina sonriendole.
— Bueno, tampoco hay que mentir tanto. —habló Alicia haciéndonos reír.
— ¿Tan feo está? —preguntó haciéndose el ofendido.
— No, está muy rico. —solté sin pensarlo.Todas las miradas cayeron sobre mi, haciéndome sentir incómoda y arrepentida por haber dicho aquello. Gracias a Dios Dolores cambió de tema sin sospechar nada y todos le prestaron atención a ella. Estaba claro, no volvería a decir algo así sin pensarlo dos veces.
Cuando terminamos de comer, nos dispusimos a lavar los platos y todo lo que habíamos ensuciado al comer. Fue ahí cuando mi queridisima amiga pidió un postre, postre que no había en la casa.
— Que las lleve Pau en el auto y toman algo. —dijo Romina.
— No, que traigan algo acá. —propuso Alicia con claras ganas de tomarse tremendo helado.
— Bueno ¿me prestas el auto entonces? —preguntó Paulo.
— Si pero cuidamelo, por favor. —rogó Romina haciéndolo reír.Salimos los tres de la casa para después subirnos a la camioneta de Romina, con Dolores ibamos atrás como siempre. Ella me habló durante todo el camino, en cambio su tío permaneció callado y no dijo absolutamente nada. En un momento Dolores se quedó dormida y Paulo me miraba por el espejo retrovisor, haciéndome sentir un poco incómoda, por lo que miraba por la ventanilla para distraerme.
Minutos más tarde estacionamos frente a una heladería, moví el brazo de Dolores para que se despertará pero parecía estar bastante dormida porque era imposible conseguir que abriera los ojos.
— Dolo.. despertate que ya llegamos. —dije moviendole el brazo mientras Paulo nos miraba.
— ¿A casa? —preguntó moviéndose sin abrir los ojos.
— No, a la heladería.
— Ah. —respondió simplemente para después volver a acomodarse en el asiento.Me giré para mirar a Paulo, quién se estaba riendo de la situación y bajó del auto. Yo hice lo mismo sin poder creer que mi amiga no quería bajarse del auto, de todas formas traté de ignorar eso y no tomarmelo mal aunque haya sido una actitud bastante fea.
Entramos a la heladeria con Paulo, haciendo la fila y esperando a que la cajera tomará nuestro pedido. Pedimos el típico helado que venía en un tupper enorme y traía cuatro sabores distintos. Quise poner la mitad de lo que había que pagar pero él no me dejó, quiso pagarlo él. Cuando me tocó elegir los sabores, me acerqué a la heladera y sentí unas manos en mi cintura.
— ¿Qué haces? —pregunté dandome la vuelta.
— Te queria abraz..
— No, Paulo. Así no era lo que acordamos. —murmuré bajito mirandolo con seriedad y él solamente asintió sintiendose arrepentido.Cuando ya teniamos el helado en una bolsa, volvimos al auto y yo me senté nuevamente atrás con Dolores que seguía durmiendo. No quería ni cruzarme con la mirada de Paulo, me había molestado mucho y estaba segura de que no era exagerada.
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Córdoba sin ti {Paulo Dybala}
Romance❝Y no es lo mismo Córdoba sin ti, veo en sus calles la tristeza que hay en mi. Y no encontrarte me parece una traición a mi ternura y a mi pobre corazón. ❞