Aria Beckham [n.v]

O63

Llegué al aeropuerto internacional de Nueva York a las ocho de la mañana. Mi hermano, como buena persona que es, se había ofrecido por recogerme. Fue puntual; no me esperaba menos de él.

—Es bueno verte otra vez—besó mi cabeza luego de habernos abrazado por un largo tiempo.

—Digo lo mismo—sonreí—¿Como esta todo por acá?

—Muy bien—frenó en Starbucks—¿queres desayunar?

Asentí y bajamos. Entramos a la cafetería y no había muchas personas, solo algunos estudiantes de universidad.

Pedimos nuestros cafés y esperamos a que nos llamen en una mesa junto a la ventana.

—¿Como va la escuela?—dejó los cafés sobre la mesa junto con los cupcakes.

—Normal, como siempre. Solo tengo bajo química, pero no es nada que no se pueda solucionar.

—Eso espero, quiero verte verano sin ninguna materia por rendir.

—Te lo prometo—levanté mi dedo meñique.

—Promesa, querida—él hizo lo mismo que yo. —¿Le avísate a alguien que estás acá?

—A mamá y papá. Ni bien bajé del avión los llamé.

—¿Como están ellos? ¿Como están los chicos?

—Todos están bien, el lunes van a estar acá.

—¿Te vas a quedar conmigo hasta el lunes?—asentí

—No quiero que me extrañes—reímos.

Terminé de comer mi cupcake, igual que mi hermano.

—¿Y Neels?

—¿Que pasa con él ?

—¿Como están las cosas entre ustedes?

—Bien—alcé mis hombros— lo estamos intentado otra vez.

—Me alegra escuchar eso.—sonrió.

Salimos de la cafetería para volver al auto.

Disfrute del viaje, que fue bastante corto, en silencio. Ninguno de los dos hablaba, solamente escuchábamos las canciones de la radio.

Cuando llegamos a su departamento dejé mis valijas al lado de la puerta, y fuimos a sentarnos al sofá.

—Veo que nada cambió—murmuré observando el hogar de mi hermano.

—Si, algo cambió—sonrió—subí al segundo piso, hay algo que tenes que ver.

Corrí por las escaleras mientras escuchaba a Brooklyn diciéndome que no corra.

Cuando llegué al segundo piso, al final del pasillo había una puerta que decía mi nombre.

—Mamá me comentó que tenías pensado estudiar acá, y por lo que veo te vas a quedar por un tiempo.

Sonreí y lo abracé.

—Te quiero Boo.

—Y yo te quiero a vos —besó mi frente—creo que es tiempo que vayas a almorzar con alguien.

(...)

Toqué el timbre del departamento de Neels y esperé que el portero abra la puerta.

Subí hasta el último piso y caminé hasta la segundo puerta en el pasillo. Volví a tocar el timbre y esta vez me abrió él.

—¡Cariño!—sonrió y me abrazó —¿Cómo estás? Pasa, pasa.

—Hola Neels—sonreí y volvió a abrazarme.

—No puedo creer que estes acá—besó mi frente— te extrañé Aria.

Cuando pronunció mi nombre entendí que lo tenía enfrente mío. Luego de seis meses lo tenía junto a mi.

Me acerqué a él y lo besé.

—Yo también te extrañé Neels—acaricié su mejilla — esta vez vamos a estar bien, te lo prometo.