Aria Beckham [n.v]

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Entré al departamento de mi novio y lo veo sentado en la mesa, con su mamá, leyendo un par de cartas. 

—Hola—Sonreí. Besé la frente de Paulo y la mejilla de mi suegra.

—¿Como estas, linda?  Hace un montón que no te veo. 

—Bien,  por suerte. Ayer me encontré con un amigo y salimos a tomar algo. 

—Si, me contó mi hijo—sonrió—voy a poner el agua para el mate.  ¿vos queres otra cosa?

—Buenísimo, traje tartas. Mate esta bien. 

Ella asintió y me dejó en el comedor con Pau. 

—¿Como te fue?—me abrazó—cuando volví no estabas. 

—Bien,  salí un rato después que vos te fuiste. Tenía que hablar con Domenico y Stefano. 

—¡Que bueno! ¿Es para la nueva campaña?

—¿Como sabes tanto? Si, es para eso.

—Porque yo tambien voy a estar en la nueva campaña—sonrió.

—¿¡En serio!?—reí—no lo puedo creer.  ¡Dybala modelo!

Segundos después entró Alicia con el equipo de mate y las tartas dulces.

—Acá traje todo para que merendemos—nos sonrió—Mira, Aria, estas son las cartas que le llegan a Paulo de sus fans. 

Me mostró un par y empecé a leerlas muy por arriba.

—Me parece fantástico que te tomes el tiempo de responderlas—besé su mejilla.

—Gracias—sonrió—¿que queres cenar hoy?

—No sé,  lo que quieran. ¿Alicia, que quiere comer?

—Aria, ya va a hacer un año que te conozco. Me podrias empezar a tuitear. —dijo y reímos—podríamos comer ñoquis, ¿alguna vez los comiste?

—No, pero siempre hay una primera vez para todo.

(...)

Paulo. 

Mientras mi mamá y Aria amasaban la masa de los ñoquis,  yo preparaba mates y ponia música para que bailemos. 

Mi novia estaba muy concentrada ayudando a mi mamá con la cena de hoy y escuchaba cada concejo que le daba. Conociendola, sé que está muy emocionada.  Le encanta aprender cosas nuevas,  más si son de una cultura diferente. 

Su teléfono comenzó a sonar y se disculpó. Antes de salir de la cocina me devolvió el mate y besó mi mejilla. 

—Que linda que es—comentó mi mamá cuando la vió salir—me cae muy bien.

—Si,  lo sé. Es hermosa,  y me hace muy bien—mi progenitora sonrió al escucharme hablar así de Aria,  y me repitió lo mucho que la quiere. 

Cuando la castaña volvió, siguió ayudando a mi mamá con la cena. 

Una vez que terminamos de comer levanté la mesa, yo lavé los platos y Aria los secaba. Mi mamá se habia ido  minutos antes. 

—En una semana cumplimos once meses—comenté una vez que ya estábamos acostados en la cama. 

Ella levantó su cabeza de mi pecho y me miró con una sonrisa. 

—Si, ya casi un año.  Hay veces que no puedo creer todo lo que logramos y que estemos acá juntos a pesar de todo es increíble.

—Te amo,  mi amor. 

—Yo también te amo,  gordo. 

—¿Gordo?—Alcé una ceja

—¿No te gusta? —preguntó tímidamente.

—No,  no es eso—Sonreí—es que vos nunca sos de ponerme sobrenombres.

—Acostúmbrate entonces,  Paulito. —me besó. 

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“mi corazón vive de esa sonrisa.”

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