114

513 30 0
                                    

Termino de cerrar la última de mis cuatro valijas, y bajo el volumen del parlante cuando escucho que tocan la puerta de mi habitación.

—¡Pase!—la puerta se abre y entran mi hermano Romeo junto a una castaña de ojos verdes oscuros.

—Hola, Aria—sonríe levemente—¿podemos hablar?

Asiento y lo miro cuando veo lo nervioso que está.

—Hola—sonrío a la acompañante de mi hermano–soy Aria.

Ella sonríe nerviosa.

—Hola, soy Emma—murmura.

Romeo y ella se sientan en los sillones qué hay en una esquina frente a la ventana y me miran.

—¿Que sucede?—pregunté cuando ninguno hablaba.

—Necesito que me hagas un favor y que por favor me escuches. Sos con la única que podía hablar de esto.

—Está bien, ¿que es lo que necesitas?

—Que vayas a la farmacia y compres un test de embarazo.

Abrí los ojos sorprendida y Emma se sonrojó.

—Romeo—murmuré. Él bajó la cabeza y miró a su, supuesta, novia.

—¿Nos podes dejar solos?—ella asintió y se fue—gracias—murmuró y besó su frente.

—¿Que hiciste?

—No sé, simplemente pasó.

—Sabes que un embarazo es lo mínimo que puede pasar si tenes relaciones sin protección.

—Si, lo sé simplemente pasó y creí que podría hablar con vos de esto. No podía haberlo con Brooklyn, ni con mamá y papá, y menos con Cruz. Eras mi única opción.
—No te preocupes por nada—sonreí—todo va a estar bien, yo te voy a acompañar siempre.

—Gracias—me abrazó—te amo

—Y yo a vos.

(...)

Estábamos sentados frente a la puerta del baño principal; Emma estaba adentro.

—Hay que esperar cinco minutos—comentó mientras se sentaba junto a Romeo.

Él asintió y la besó.

Ninguno dijo nada en esos pocos, pero eternos, minutos.

—Ya es tiempo—dije cuando vi la hora en mi celular.

—¿Te podes fijar vos?—preguntaron.

—Claro.

—No les podes decir a mamá—Romeo habló antes de que entre al baño.

—Si es negativo no les voy a decir, pero si es positivo vas a tener que contarle.

Ellos asintieron.

Agarré el test de embarazo y me fijé cuántas rayitas había.

—Una sola—informé—no estás embarazada, Emma.

Suspiraron aliviados y sin pensarlo yo también largué el aire que no sabía que estaba conteniendo. Me alegraba saber que mi hermano no cargaría con algo tan importante por el resto de su vida, pero al mismo tiempo me preocupaba lo irresponsable que eran, tanto él como Emma.

—Ya sabes que hacer para la próxima vez, saben que son globito no hay fiesta.

Rieron y después se abrazaron.

—Buena manera de conocer a tu cuñada —comentó mi hermano.

—Buen momento para casi matarte.

Aria Beckham [n.v]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora