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Maratón 50k
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Ni bien llegué a mi departamento en Nueva York, sonó el timbre.
Suspiré y dejé las valijas junto a la puerta, porque no tuve ni tiempo de dejarlas en mi habitación.

—¡Hola, hermana!—Brooklyn entró y me abrazó.

—Hola, Brook—besé su mejilla—¿Cómo estás?

—Yo estoy bien—me entregó un paquete de mi pastelería favorita y se sentó en el sofá.—¿vos cómo estás? Después de lo qué pasó no tuvimos tiempo para hablar.

—No hay nada de que hablar—lo miré—¿preparas té?

—Que niña, eh—suspiró y luego rió—seguí contándome—gritó desde la cocina.

—Terminamos, dijo que se estaba volviendo algo tóxico. Nada más.

—¿Quien es Zach?

—Es un compañero de la universidad, y casualmente vive muy cerca de acá.

—Parece ser un buen chico.

—Es que es muy bueno—sonreí y tomé el té que me entregó—gracias.

—Él fue a buscarte al aeropuerto.

—Si, lo llamé y vino. Somos muy cercanos.

Brooklyn asintió.

—Conocí a una chica—soltó de repente.

—¿Ah si? Mira vos—reí—hacia tanto tiempo que no te escuchaba decir eso.

—Se llama Emily, es de Londres también. Cursa conmigo.—comentó con una sonrisa.

—Espero que todo salga bien, entonces.

—¿De donde es Zach?

—De acá. Todavía vive con sus padres.

—Hablando de padres y cumpleaños—rió—en una semana cumplís dieciocho. ¡Vas a ser legal, hermana!

—Ya dieciocho—susurré—no sé si quiero hacer algo.

—No, querida—me regañó.—son dieciocho años, no quince. ¡Hay que hacer una fiesta! ¡Vamos a celebrar!

—Bien—rodé los ojos—hace lo que quieras.

Aria Beckham [n.v]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora