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Serví dos platos de pasta y los llevé al comedor. Zach estaba poniendo los vasos y cubiertos, la bebida ya estaba en el centro de la mesa.

—Muy bien chef Beckham, vamos a ver qué tal está esto. —se frotó las manos y rió.

—No seas así—bufé—no es la primera vez que te cocino.

—Es verdad, siempre cumplís mis caprichos culinarios.—reí y negué.

Comenzamos a comer mientras hablábamos de lo bien que nos había ido en el examen de la semana pasaba, estoy muy orgullosa de nosotros. Las largas jornadas en la biblioteca habían dado sus frutos.

—Ari, ¿ayer estuvo Neels acá?—preguntó. Mi respiración se aceleró, creí que no tendría que hablar de esto con alguien.

—¿Por?—me serví agua y lo miré.

—Ayer a la noche, cuando bajé a buscar la comida que pedí estaba. Estaba tocando tu timbre.

—Te voy a contar algo Zach, pero me tenes que prometer que no le vas a decir a nadie hasta que yo no hable con Brooklyn o mis papás. ¿Okay?

–Okay.

—Hace tres días que Neels viene a la noche, eso de las dos de la mañana, y comienza a tocar el timbre. La primer noche creí que se iría, o que no volvería a pasar. Pero estuvo dos horas ahí, me llama al celular o me llama su novia. —le conté. Su cara estaba seria, había tensado la mandíbula y sus puños estaban cerrados—nunca creí que Neels me haría algo así.

—Tenes que hablar con alguien de tu familia, hacer la denuncia o algo. Hoy te vas a quedar en mi departamento, hace tres días que no dormís. Me di cuenta, no te creas que no. Pensé que serían por los exámenes, pero era imposible si ya los habíamos terminado. Llama a tus papás Aria, hace las cosas bien. Te quiero ayudar, pero no podemos hacerlo solos.

—Gracia por escucharme, amigo—lo abracé—sos lo mejor.

—Ya solo sé, Ari-Bunny—besó mi frente—te quiero.

—Y yo a vos.

Aria Beckham [n.v]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora