5. Propiedad del Trou Rouge.

3.6K 254 27
                                    


🏵️CAPÍTULO IV🏵

Emilia.


— ¿Estás despertando Emilia?

La voz de Isabela se vuelve confusa y distante.

— ¡Por lo que más quieras regresa en sí!

Poco a poco recupero mi vista borrosa, Isabela está algo hinchada en su rostro, pero nada que el maquillaje oculte y cuando la realidad llega a mi recupero mis fuerzas intentando levantarme de lo que intentaba ser una cama. Trato que las náuseas no me abrumen, pero es imposible porque vomito sobre mis pies, la droga que me hayan dado nuestros secuestradores es poderosa al punto de ser letal.

—Tranquila. —Isabela me ayuda a que no caiga sobre mis pies. —Debra dijo que te recuperarías en dos días y no mintió.

— ¿Dónde estamos?

Isabela niega. —Puedo escuchar ruido de pájaros y oler la naturaleza por lo que diría en un bosque lejos de Riverside.

Miro a todos lados de la habitación, no hay nada en mi estómago que pueda sacar de mí, pero puedo notar que poco a poco estoy mejorando como para comprobar que estamos en un lugar cerrado sin puertas y sin ventanas.

Palpo la pared con mis manos porque es ilógico que una habitación no tenga salidas.

— ¿Cómo es que estamos encerradas aquí?

—Cada vez que alguien viene a darme comida alguna puerta aparece como por arte de magia de las paredes.

— Eso es imposible. —Le digo incrédula. —Debe haber algún truco.

Ella niega, no está tranquila sino nerviosa y algo de eso también lo puedo percibir, es más que claro que no deseo estar allí.

—Debra dijo que pronto nos sacaría de esta habitación.

Yo niego porque hay que estar desconfiadas. —Debra dice muchas cosas de las cuales hay que tener cuidado.

Hay un silencio por unos minutos, me siento en la cama porque quiero pensar, pero en esa situación nada se me ocurre.

—Lo siento. —Dice Isabela rompiendo el silencio: —Mi padre no hizo nada bueno en su vida. —Se lleva las manos al rostro tal vez para evitar llorar: —Jamás se me hubiera ocurrido que gracias a él los tíos están muertos.

—Tú no tienes la culpa. —Trato de ser comprensiva: —No puedo descargar mi tristeza y enfado en ti. —Suspiro con pesadez: —Tenemos un futuro incierto en este lugar.

—Y yo creo que no volveré a ver a mi madre. —Ella solloza y yo solo pienso en confortarle o dejarle llorar, pero prefiero guardar silencio.

Llorar no sirve de nada cuando estás en una situación crítica, había que buscar la manera para salir de allí vivas y completas.

Escucho un ruido como de mecanismo de una puerta pesada y de repente hay una puerta abriéndose delante de nosotras, veo a Debra aparecer en un conjunto de pantalón café de diseñador y chaqueta a tono con un pronunciado escote. En seguida reacciono, trato de ir por ella, pero un extraño hombre me detiene lanzándome de vuelta a la cama con una rapidez y brusquedad inimaginable.

Debra solo hace una señal negativa con el índice y me mira muy burlona: — Vuelve a hacer eso y te irá muy mal.

Voy por ella una segunda vez, pero Isabela me detiene, la miro, pero ella niega con la cabeza.

SERIE RAZAS ANTIGUAS I: La Promesa del Rey Oscuro. *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora