41. ¿Hay más al final?

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EXTRA

Ella llegó a ese lugar abandonado en medio de la nada, los humanos que sabían que ese lugar existía nunca accedían a entrar en esos dominios por las maldiciones que habían alrededor de allí.

Más cuando todos los árboles y arbustos estaban decorados con muñecas de todo tipo bañadas en sangre afortunadamente de animal. También era común el ulular de los búhos, al arrastre de cadenas, la neblina y el fuego fatuo ¿Quién no quisiera salir corriendo?

Ella ingresó al lugar, el sonar de sus tacones stilletos en un rosa perlado era la alarma de quienes sabían que ella estaba llegando. La hermosa Fae tenía muchísima rabia que quería matar y comer del muerto ¿Por qué tenían que ser así las cosas?

Nadie quería obedecerla y ella debía demostrar que tenía superioridad porque ella se había atribuido la responsabilidad de cuidarlos aún cuando ellos le superaban en edad.

Se aproximó a un elevador provisional de aquella abandonada estructura y tocó cuidadosamente el nivel al que ingresaría ¿Quién diría que una vieja fábrica agrícola abandonada terminaría en sus manos?

Tanto trabajo acumulado sobreprotegiéndolos y uno solo desapareció de su vista, así habia resultado que regresó acompañado de una extraña a la que no conocían en lo absoluto.

¿Y qué tal lo de robar todas las arcas que ella había acumulado en secreto siendo la Reina Verde para que ellos vivieran tranquilos?

Ella se quitó el collar que la identificaba como Reina y su cabello verde ahora se transformaba en un color chocolate que llegaba hasta su firme trasero. Cuando se quitó los lentes abrió los ojos, la iridiscencia mágica como Fae se había transformado en un solo verde alucinante hasta terminar en un dorado bestial.

Esa era la verdadera forma que Leah Winterly solo presentaba a los seres mezclados y maldecidos que ella tenía a su cargo desde las sombras.

Cuando llegó al piso se dió cuenta de la realidad abrumante y uno de ellos le sonrió con su hilera de dientes.

-Llegas unas semanas muy tarde, L.

Ella gruñó, su otro lado salvaje permitió propinarle un puñetazo al osado tipo que se veía colgar de una cuerda como si fuese Spiderman.

- Cierra la puta boca. -Vociferó muy agraviada viendo como la nariz del Japonés sangraba en un tono verde oscuro. - ¡Eres tan sinvergüenza como él!

Colocó su bolsa de mano en una mesa y miró hacia unas paredes metálicas, ella era Leah Winterly y todo el que estuviera al otro lado de esa división la iba a conocer.

Empujó la pared metálica sin dificultad y cuando está cedió miró al ser más traicionero y desgraciado del planeta aferrándose a un rosario católico en perlas rosadas y una cruz delicadamente repujada.

-El hijo pródigo vuelve a casa.

El hombre musculoso de corte militar y temible presencia le miró asustado, había llorado y lo primero que hizo fue arrodillarse delante de ella. Nunca en su vida lo había hecho pero debía porque de eso dependía una vida sagrada que el quería proteger mas que nada en el mundo.

-Tenías razón. -Dijo a lágrimas vivas. -No puedo salir de aquí y menos si ella está de por medio.

Se hincó de un todo y cruzó las manos, del desespero su acento francés salió a flote. -No volveré a romper las reglas y pagaré mi falta de una forma u otra.

Ella no reprimió la rabia, solo empujó al tipo y con una patada profesional en su rostro lo hizo caer para después hacerlo escupir sangre oscura.

-Dame una razón. -Dijo ella alterada mostrándole el dedo índice. -Solo una razón para que no te sacrifique.

El se incorporó pero una vez más se inclinó ante la furibunda mujer. - Encontré a mi mate y necesito que le salves la vida.

Ella miro a los espectadores, todos ellos vivían en las sombras y cada uno la miraban desde la oscuridad con sus ojos brillantes de todas las enigmáticas y terroríficas gamas de colores

- ¿Hay alguien que me diga lo que está sucediendo aquí?

- Acércate a la habitación y lo sabrás. - Le habló una voz terrorífica de ojos serpentinos.

Leah fue hasta la habitación y abrió la puerta adyacente para darse cuenta que sus sospechas eran ciertas. Allí estaba la mujer un poco parecida a Emilia Khan sobre una cama improvisada en aquel apartado lugar del planeta.

Isabella Vega yacía inconsciente, sus cabellos oscuros ondulados hasta los hombros caían en cascada y para agregar se aferraba a su vientre embarazado.

El hijo de puta la había preñado aún sabiendo que no se podía hacer tal movimiento.

Eso había hecho que la iracunda mujer saliera para mirar al hombre más furiosa que nunca.

- ¿Cual es tu maldito problema, Jacob? -Un patada poderosa a sus costillas. - ¿Sabes lo que significa usar preservativo?. -Otra a su rostro. -Quebraste no una ni dos reglas sino tres reglas Jacob. -Otra patada que lo lanzó hacia la oscuridad donde yacían los otros.

Unos ojos grises brillantes rieron.

-Estas en tus días, Leah.

La mujer lo miro furibunda y le lanzó con fuerza sobre humana una silla metálica pero para amargura de ella una mano bestial la atrapó en el aire, desde la oscuridad la Reina Fae supo que la bestia infernal se había sentado sobre ella.

-Hay tampones de marca reconocida en mi estancia si los necesitas. -Unos ojos dorados con un iris azul y el otro rojo le hablaron muy divertida.

-Necesitas un macho y con urgencia porque estarás en celo otra vez, Leah. -Dijo con pereza unos ojos azul cobalto. -Fresca que la vida es corta.

Leah miró enfadada. -La vida corta la tendrán ustedes si siguen exponiéndose como lo hacen, no olviden quienes son y para que fueron creados, no son humanos ni mucho menos razas.

-Si. -Le interrumpió unos ojos dorados con pereza. -Lo sabemos, Leah.

-No nos tienes que recordar que somos engendros y que fuimos creados para causar terror. -Dijo unos ojos dorados con voz femenina.

Aquello tranquilizó a la furibunda mujer. -Me alegro que lo sepan todos. -Ella miro a Jacob algo fría. -La revisaré, le haré todos los análisis que considere y espero que cuando vuelva en si no reciba una sorpresa más.

Jacob asintió y de nuevo el flacucho de dientes filosos apareció en su camino como Spiderman a Mary Jane.

-Ahora que estás menos agresiva dime que pagaste Netflix.

Leah sonrió como una mujer malvada.

-No lo pude hacer, Milo. -Ella miro a Jacob. -Hay que agradecerle a Jacob que tomó el dinero de emergencias para jugar a la casita con su hembra gato y a mí me tocó recortar presupuesto.

Milo se vio más bestial y transformándose en una especie de hombre araña (no spiderman) comenzó a atacar a Jacob que se había transformado en una gárgola gigante y alada.

Leah miró la escena y luego con una sonrisa llena de maldad cerró la puerta de la habitación. Se acercó a la mujer y suspiró con pesadez, ese niño no iba a venir a este mundo con bien porque ninguno allí tenía el poder de procrear.

Ella eso lo sabía con toda experiencia.

Esa era la vida de Las Quimeras Infernales.

SERIE RAZAS ANTIGUAS I: La Promesa del Rey Oscuro. *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora