11. El Rey ordena.

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✳️CAPÍTULO X

Kaien

Bebo mi copa de Champagne por segunda vez, debo estar tranquilo, pero no puedo porque por fin la he hallado. La mujer que yace desmayada en la cama de un prostíbulo es mi mujer, mi Ekal Patnee, mi otra mitad, mi propósito para lo que yo llamo vida.

Un Darkan como yo, un Apsara maldecido con una Fae de clase verde con los que en el pasado mi gente estuvo en guerra. Los Fae estamos conectados con la naturaleza, pero somos tan conflictivos que no duramos tanto tiempo en un mismo lugar juntos.

Una Dama Verde, hay pocas en el mundo, aunque la mujer que ahora duerme tiene sangre mórfica. No importa si es medio gata, Emilia es mía y yo soy suyo así que no pienso dejarla a un lado por nada en el mundo, aunque si quiero saber por qué sus dones estaban sellados.

¿Qué ha ocurrido contigo, Emilia?

Me siento en la silla para admirarla, es hermosa, llena de inocencia y su cara me hace recordar a las pinturas occidentales de las ninfas con su cabello rubio en suaves ondas. Parezco que he perdido mi dignidad, pero Emilia es perfecta, ella es una chica frágil, pero sé que es mucho más de lo que aparenta.

Ella despierta lentamente, cuando pasó lo de la unión pedí más tiempo en la habitación con tal de verla recuperada. Ella mira a todos lados y se encuentra desorientada pero cuando me ve trata de no parecer asustada lo que me dice que debo caminar con cuidado porque puedo entender que no la está pasando bien. Emilia se cubre con la sábana, pero es algo tonto, ya descubrí su intimidad, ya quebré su barrera y ahora somos uno solo en espíritu y esencia, no necesito a un sacerdote para demostrarlo.

—Por fin despiertas, corazón. —Le digo y ella se sobresalta, el miedo en sus ojos no se reemplaza con nada.

— ¿Qué fue lo que pasó?

—Te has desmayado —Digo despreocupado: — Pero ya estás bien, no tienes que asustarte.

—Debería hacerlo, algo extraño me ocurrió.

—Solo fue un desmayo. —Voy a dónde ella y trato de calmarla porque debe estar en pánico absoluto — Es natural que te pasen este tipo de cosas, eres como yo.

Tomo una mano de ella y la acaricio, soy un hombre rudo pero la delicadeza toma mi espíritu para hacer sentir a Emilia tranquila.

—Juro por mis ancestros que es algo normal.

Ella me mira, pero se ve calmada, está algo roja y de igual manera ella es perfecta.

—Desmayarte en nuestra primera vez no tenía que ser necesario a la próxima te mantendré despierta como sea.

— ¿Próxima?

Mientras yo mantengo una sonrisa ella vuelve a lo del pánico

— ¿Te sucede algo? —Le pregunto curioso y ella solo niega.

— ¿Habrá una próxima vez? —Su pregunta ingenua me hace sonreír.

¡¿Por qué tiene que ser condenadamente linda mi Emilia?!

— Habrá muchas más veces para los dos, Emilia. —Le digo impregnando besos por su rostro, cuello y brazos, sé que le gusta ser tratada de esa forma pese a que no tengo nada dulce por dentro.

—Eres mía, Emilia de mi corazón. — Beso la comisura de sus dulces labios. — Quiero tenerte conmigo siempre.

Emilia es adictiva, es increíble y también es una desconocida que debo conocer de a poco para que no le dé duro nuestra unión. Ella es una chica extranjera con una peligrosa mezcla entre lo frío y lo caliente, algo insegura pero muy hermosa en lo físico y en lo espiritual.

SERIE RAZAS ANTIGUAS I: La Promesa del Rey Oscuro. *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora