34. Ni un minuto de calma.

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CAPITULO XXXIII

Kaien.

Estoy destrozado.

Mi propia hermana le había quitado la vida a mi hijo de una forma cruel y desaparecido su corazón como si no fuera un ser en este mundo, como si no fuese su familia y como si no fuera de su sangre. No tengo el coraje de ver a Emilia al rostro, es estúpido no afirmar que duele muy en el fondo está perdida que incluso ha hecho que mi esposa me odie.

Vi el cuerpo de Latika y no me dolió su final, no tenía por qué hacerlo y no pienso escoger entre el dolor de mi esposa así como la perdida de una hermana que tenía ideas equivocadas. Tristán ha sido el apoyo de ella, no la ha dejado sola sino que ha conseguido un auto para salir de aquel miserable lugar que solo me hace sentir como un verdadero inútil. Lo único que puedo hacer es conseguir la forma de quemar el lugar no solo para expiar los pecado de mi hermana sino también para evitar que la policía humana tome evidencias e involucre a mi esposa en alguna investigación más que destruya su moral.

Encuentro un tanque de combustible con el que suelen llenar las maquinarias del campo, me las arreglo para encender una llama y cuando se hace lo único que puedo admirar es la rapidez con el que el fuego se extiende consumiendo cada espacio habido y por haber, así como el cuerpo inerte de Latika. Tamara Kingsley ha desaparecido, no obstante, ahora es mi meta buscarla y hacerle la vida imposible hasta dar con el paradero del corazón de mi hijo, una maldita bruja no se va a salir con la suya sin que pague por su osadía, nadie se mete con el Rey Oscuro y vive para contarlo.

Mi teléfono inteligente suena y contesto, es Leah Winterly a quien a estas alturas ya no me daba la gana de maldecirla porque al final de las cuentas tengo entendido que Emilia, Tristán y ella son familia.

Qué bueno que contestaste.

—Si. —Digo sin animo apoyándome sobre el capó del automóvil tipo camioneta en donde dentro están Emilia con Tristán junto al cuerpo de mi bebé.

Hay problemas enormes. —Dice algo alterada: —Es muy fuerte y temo que no podamos enfrentarlo con todo lo que tenemos ahora más que nunca.

— ¿A qué te refieres?

Remy dijo que estabas en Saint George y Abaddon ha cambiado rumbo.

—Déjame adivinar. —Le digo sin ánimos. — ¿Se aproxima a nosotros?

Necesitas bajar el rumbo en la interestatal 50. —Me habla rápidamente: —Tomamos un helicóptero y no estamos solos, La Coalición habló con la gente menor y una brigada especial del Ejercito Nacional está con nosotros con armas muy peligrosas dispuestos a detener la amenaza.

—Entendido. —Dejo la llamada a un lado y suspiro.

No sé qué vendrá después, no obstante, de lo que si estoy seguro es que no quiero que Emilia tome riesgos.

Miro a los hermanos y suspiro. —El demonio va llegando a nosotros, vamos a desviarnos un poco hacia gente de confianza, no sé qué pueda pasar, pero intentare sacarlos de la escena.

—¿Qué intentarás qué? 

Tristán me mira indignado y sale del auto tal vez para confrontarme: —Mamá me dijo que era un demonio de alto nivel y si se apodera de Emilia será el fin del mundo.

Siento que es una reprimenda absurda así que contraataco: — ¿Por qué no le dijiste a tu madre que meter el corazón del dios de los Faes Verdes en Emilia era peligroso?

SERIE RAZAS ANTIGUAS I: La Promesa del Rey Oscuro. *FINALIZADA*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora