❥ Capítulo 17

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Carolina entró en el apartamento con una pila de libros que aún tenía que leer para el premio de ficción. Cerró la puerta con el pie y se sorprendió al oír unos extraños sonidos que procedían del dormitorio de Valentina.

«Genial —pensó—. Lo último que necesito es oír a Valentina practicando sexo durante toda la noche.» Pero cuando entró en la cocina se dio cuenta de que, por una vez, lo que oía no eran gemidos y gruñidos de pasión, Valentina estaba llorando. Dejó las bolsas en su dormitorio y atravesó el salón como un rayo para dirigirse a la puerta de la habitación de su compañera. Llamó tímidamente.

—¿Valen? ¿Estás bien?

No hubo respuesta, aparte de los crecientes sollozos.

—Valu, ¿puedo entrar?

Esperó unos segundos, luego oyó movimiento. La chica le abrió la puerta. Tenía el rostro hinchado, colorado y surcado de lágrimas.

—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? —le preguntó Carolina.

—Rob ha roto conmigo —le explicó Valentina y eso provocó una nueva oleada de sollozos.

—¿Quién es Rob? —inquirió ella.

Parecía una pregunta inocua, pero, de algún modo, hizo que la joven llorara con más intensidad.

—Mi novio —respondió.

—¿Y Derek?

—¿Derek? Derek era sólo, ya sabes, un sustituto hasta que Rob estuviera preparado para comprometerse. De verdad no pensarías que iba en serio con Derek, ¿verdad?

«Desde luego sonaba que ibas en serio todas las veces que me habéis despertado en medio de la noche», pensó ella.

—Te lo juro, Carolina, el dolor es casi físico. Me siento como si me fuera a morir —se lamentó con dramatismo—. Estoy enamorada de él. Enamorada. ¿Has estado enamorada alguna vez?

Ella negó con la cabeza.

—Bueno, pues tienes suerte. No le desearía este infierno ni a mi peor enemigo.

Y entonces, para su total asombro, Valentina se le lanzó a los brazos y su delgado cuerpo se sacudió entre sollozos.

—Todo se arreglará —la consoló Carolina, mientras le daba unas palmaditas en la cabeza.

Y entonces recordó la invitación para la exposición de fotografía. Se sintió egoísta al pensar en eso cuando su compañera estaba tan disgustada, pero no lo pudo evitar. No sabía qué pensar de la invitación y de la insistencia de Sloan en que se habría extraviado. Se había pasado todo el día esperando impaciente poder hablarlo con Valentina, pero tendría que olvidarlo por el momento. Su drama imaginario era menos importante que el corazón roto tan real de la chica.

Y entonces, Valentina le dijo:

—No estropees lo de Agustín.

Carolina la miró sorprendida.

—¿Por qué dices eso? —preguntó.

—Porque yo la he cagado y estoy intentando impedir que te sientas como me siento ahora. ¿Te ha llamado?

—No.

—Hum. Eso de nada de sexo no es atractivo, Carito. Probablemente deberías ponerte a ello.

Ella ignoró el comentario y le dijo:

—Me ha invitado a una de sus exposiciones de fotografía.

Valentina se irguió.

—¿Cuándo?

—Esta noche. Pero no estoy del todo segura de que quisiera invitarme a mí.

Le contó el comentario de Sloan y Valentina puso los ojos en blanco.

—Ésa es una bruja. ¿A quién le importa que la invitación se entregara en el lugar equivocado? Ahora juegas en primera división, Caro. Lánzate. ¿Cómo es la expresión? Es mejor pedir perdón que pedir permiso.

Carolina no estaba convencida. Aunque hubiera querido invitarla a ella, era consciente de que se arriesgaba a hacer el ridículo. Se estaba ilusionando como una colegiala con un hombre al que no le llegaba ni a la suela del zapato. Quizá la encontrara divertida, puede que tuviese un hueco en su calendario social y se entretuviera convirtiendo a la última chica que acababa de llegar del pueblo en su proyecto de mascota. Ése era el único modo de explicar las locuras que le había dicho sobre verla ataviada únicamente con unos zapatos de tacón o su deseo de fotografiarla. El motivo de que nada de aquello tuviese sentido era que no era real. Lo mejor sería olvidarlo todo y olvidarlo a él.

—No lo sé. No voy a ir —decidió Carolina.

—Ya lo creo que vas a ir. No hay razón para que las dos nos quedemos aquí sentadas, hundidas en la miseria. —Se sonó la nariz—. Por otro lado, ayudarte a vestirte me dará algo útil que hacer.

—No necesito ayuda para vestirme.

—Caro, ahora sí que has sonado como una loca. Anda, abre mi armario.

No soy muy fan del fútbol. Pero mi país hoy está jugando y espero que ganemos este juego también.🇲🇽🌚💛
Si ganamos, les doy un maratón, ¿qué les parece?
¿De cuántos?

Uff rezen para que ganemos pls, las amo💛
Feliz Miércoles.

Uff rezen para que ganemos pls, las amo💛 Feliz Miércoles

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- Anhel.🌻

❥ La Bibliotecaria • Aguslina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora