Carolina asintió despacio. Por supuesto que había sentido algo. Agustín era el hombre más guapo que había visto nunca. Pero más que eso, su proximidad física hizo que todo en su interior temblara. Le sucedió cuando le devolvió la tapa del termo ese día y también cuando se sentó a su lado tras la reunión de los Young Lions. Y hacía un instante, cuando había estado detrás de ella unos minutos mientras contemplaba las fotografías de desnudos, el leve contacto de su cuerpo en la espalda hizo que algo se agitara en lo más profundo de su ser.
Movió los pies, le dolían los empeines y sentía los dedos apretados en la parte de delante.
—¿Te importa si me quito los zapatos? —le pidió permiso.
—Sí —respondió—, me importa. Y no quiero volver a verte nunca más con zapato plano.
Lo miró estupefacta. Agustín le cogió la copa de vino de las manos.
—Ven —le dijo.
Lo siguió de nuevo al salón.
Él se sentó en el sofá negro y Carolina se quedó de pie, nerviosa, a la espera de que la invitara a sentarse también.
—¿Podría sentarme... allí? —le preguntó, señalando una butaca de piel negra.
—No. Te quedarás de pie. Eres una mujer hermosa, Carolina. No una chica, una mujer. Es inaceptable que no sepas llevar zapatos de tacón.
No podía creer lo que estaba oyendo.
—Supongo que, después de nuestra conversación en la biblioteca, estás aquí porque deseas estar aquí. ¿Es correcto? —continuó.
Ella asintió.
—Dilo —le ordenó.
—Deseo estar aquí —afirmó.
—Bien —asintió—. Es la última vez que voy a preguntártelo, Carolina. A partir de ahora, estamos de acuerdo en que lo que pase entre nosotros será consentido. Pero al mismo tiempo, tienes que aceptar el hecho de que lo que tú desees no importa.
Ella tuvo el impulso de alargar el brazo y apartarle un rizo de pelo oscuro de la frente. Era tan guapo que la distraía.
—No sé de qué me estás hablando.
—Ven aquí —le dijo, indicándole el sofá. Cuando se sentó a su lado, Agustín le cogió la mano entre las suyas, sobre su palma la de ella se veía pequeña, como la de una niña—. Deseo tener una relación física contigo, Carolina. Una relación física muy específica.
—Vale —respondió despacio, incapaz aún de seguirlo.
¿Estaba hablando de sexo? ¿La gente siempre se lanzaba y lo decía así?
—Deseo dominarte.
—¿Qué quieres decir?
—¿Específicamente? Quiero decirte qué debes hacer y quiero que me obedezcas sin cuestionarme, ya sea para ponerte cierto tipo de ropa interior, o de zapatos, o para desnudarte cuando y donde yo lo diga o para chuparme la polla cuando te lo ordene.
Carolina tragó saliva con fuerza, convencida de que debía de tener la cara roja como un tomate. Agustín le acarició la mano.
—A veces puede que desee hacer también otras cosas, pero todo se reduce a que me cedas el control. Y si hay algo que realmente no desees hacer, podemos discutirlo, pero es importante que fundamentalmente te entregues a mí.
Ella asintió mientras su mente seguía bloqueada, como un DVD rayado, repitiendo las palabras «me chupes la polla» una y otra vez. Ésa no era una frase que Carolina estuviera preparada para oír dirigida a ella. Pero al mismo tiempo, la expresión de los ojos de Agustín reflejaba su mismo sentimiento: una poderosa mezcla de curiosidad y deseo.
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❥ La Bibliotecaria • Aguslina.
Fanfic❥ Meterse a la historia para conocer la sinopsis. ❥ HISTORIA ADAPTADA.