❥ Capítulo 52

1.2K 60 5
                                    

Valentina regresó al apartamento a las cuatro de la tarde y se le escapó un
pequeño chillido de sorpresa cuando se encontró con Carolina sentada en el sofá.

—¿Qué haces en casa? —preguntó.

Tenía las manos tan llenas de bolsas que apenas pudo cerrar la puerta sin tirar algo.

Carolina, a pesar de que había tenido varias horas para procesar el horrendo giro de los acontecimientos, no logró responder a la pregunta de su compañera de piso. Seguía estupefacta. Después de que Sloan la hubiera despedido, se había quedado tan desconcertada que se había marchado sin recoger los libros que había guardado bajo la mesa ni decirles adiós a Mike o a Margaret.

Al pensar en la anciana se le hizo un nudo en la garganta. Se recordó que ésta se iba de todos modos. Y entonces, en la espiral de derrumbe de su estado de ánimo, pensó en la gala de los Young Lions que tendría lugar al cabo de dos semanas y que ella se perdería.

Todos sus años de esfuerzo en la facultad, estudiando en vez de salir de fiesta, haciendo recuentos de su nota media como si esos números fueran los bloques de construcción de su futuro, soñando con el día en que podría encontrar un puesto en una biblioteca de verdad; los fríos y lluviosos días de marzo, cuando había hecho las entrevistas para la Biblioteca Pública de Nueva York; el perfecto día de abril en que recibió la llamada del departamento de Personal de la misma que le cambió la vida. Todo eso se había ido al garete.

—Me han despedido —le comunicó, con los ojos llenos de lágrimas. Valentina pareció sorprendida, como correspondía.

—Estás de broma —repuso. Una típica respuesta de Valentina.

Abrió una bolsa de Whole Food y le ofreció una especie de magdalena. Caro negó con la cabeza, tanto a la oferta de comida como a su comentario.

—No, no estoy bromeando.

—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —Valentina se dejó caer en el sofá.

Carolina no sabía cómo responder a eso. «Oh, me acosté con el ex amante de mi jefa y he llegado tarde a trabajar, en medio de una bruma sexual...»

—Es una larga historia —dijo.

—Te escucho —insistió la rubia.

Sonó su móvil y —algo inusitado en ella— lo ignoró.

Carolina tomó una profunda inspiración.

—He llegado tarde unas cuantas veces. —Valentina se encogió de hombros.

—¿Y? Esas cosas pasan.

—Y, al parecer, mi jefa y Agustín tuvieron... —dejó la frase sin terminar deliberadamente.

—¡No! —exclamó Valen, inclinándose hacia adelante con los ojos como platos.

—Sí.

—¡No puedo creerlo! Apareciste en mi puerta toda calladita, tímida e inocente. Y ahora, mírate. Vas vestida como para dejar boquiabierto a cualquiera, te estás tirando a uno de los tipos más sexy de Nueva York y tienes más drama en tu vida que nadie a quien yo conozca...

—Creo que te olvidas del tema clave de esta conversación: he perdido mi empleo. Me he quedado sin trabajo. Estoy intentando no dejarme llevar por el pánico, pero me trasladé a Nueva York por ese trabajo. Vivo al día. No sé qué hacer.

—En primer lugar, relájate. Encontrarás otro trabajo. ¿Quieres que llame a unas cuantas personas?

—No... no lo sé. Quiero el trabajo que tenía. He querido ser bibliotecaria desde que tengo uso de razón. Ya sé que a ti te parece insignificante y nada glamuroso pero significa algo para mí.

❥ La Bibliotecaria • Aguslina.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora