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Hay personas que llegan a nuestras vidas de repente, sin pedir permiso y la revuelven por completo.

Tú fuiste esa persona en la mía.

Aún no me explico el porqué de las cosas, pero supongo que hay cosas que no necesitan ser explicadas o entendidas, de lo contrario le quitaríamos toda la magia, el encanto.

No te volví a ver por una semana entera así que decidí entrar a esa cafetería y preguntarle al barista si solías ir a ese lugar muy en seguida.
Contestó que sí, que eras una cliente regular y le pareció extraño no verte durante tantos días.

Al salir de allí, sorpresa: me topé contigo.
Iba de prisa y chocamos, creo que te lastimé un poco sin intención.

"Fíjate por donde caminas imbécil!"

En gritarme esto ambos levantamos la cabeza y nuestras miradas se conectaron entre ellas.

Por unos segundos me quedé sin aliento.

Estabas hermosa.

Pero triste, muy triste.

Llevabas puestos unas lentes oscuras a pesar de que el cielo estaba nublado y tu cara estaba roja y mojada.

Bajaste tu mirada y me esquivaste para irte por tu camino pero te tomé por un brazo impidiéndote que lo hicieras.

"Veo que no te sientes nada bien y además estás temblando de frío.
Perdón por la vez pasada, se que me porté como un idiota. Aceptas tomar algo conmigo?"

Asentiste moviendo tu cabeza, sin decir palabra alguna.

Entramos.
Dejé que eligieras la mesa y acomodé la silla ayudándote a sentarte. Luego pedí al mesero que nos trajera dos frappé con cookies.
¿Como olvidar que es tu favorito si eso era lo único que, hasta aquel momento, teníamos en común?

"No sabía que eras tan caballero. Me sorprendes"-dijiste con un tono de burla.

"¿Tan mala impresión tienes de mí?
Sabes, opino que la galantería y el respeto nunca pasan de moda."

Sonreíste complacida al oír mis palabras.

"Completamente de acuerdo contigo. Aunque, digamos que las dos veces que te ví no fuiste el hombre más educado de este mundo."-levantaste tu ceja.

"Lo sé y te ofrezco unas disculpas. Con este encuentro de hoy, espero que cambies tú opinión sobre mí. Oye, ¿no vas a quitarte las lentes?"

"No, no quiero."-contestaste seca, bajando la mirada.
Luego pero cambiaste idea, las quitaste y las guardaste en tu bolsa.

Tenías un moretón en tu pómulo.

"Me golpeé en la puerta, soy muy torpe. Y el maquillaje no hace milagros."-sonrojaste un poco, contestando a mí mirada preocupada.

Sin decirte adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora