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Hoy es otro 5 de Febrero.

Ya pasaron cinco años desde aquel día cuando te vi por la primera vez, parada frente a esa cafetería.

Fue amor a primera vista.
Amor en el sentido más puro y verdadero de la palabra.

Desde el principio entendí que tú eras la persona correcta para mí.
Esa a la que no tuve que mendigarle nada: ni amor, ni cariño, ni apoyo, ni amistad; simplemente me lo dabas todo antes de que yo llegara a pedírtelo.

Pasamos por tanto juntos, amor.
Tuvimos aventuras, proyectos, risas, sueños por cumplir...
Pero aún nos faltaban demasiadas cosas por vivir.
Como por ejemplo esa bonita ilusión de llenar la casa con chamaquitos que se parezcan a ti, ¿te acuerdas?

Sin embargo, ya no estás.

Te fuiste en un soleado día de primavera; junio estaba en su comienzo.

Te fuiste, sin darme tiempo de decirte adiós.

Te mataron de una forma cruel, vil.

De un momento para otro, mi mundo se hizo trizas.

No sé que haya pasado con ese asesino sin remordimientos, ojalá se pudra para siempre en la cárcel. No te lo puedo negar, le deseo lo peor.

Aquel día, cuando te arrebataron para siempre de mí, tomé a tu hija y nos escapamos juntos a Italia.
Ahora vivo aquí con ella.
Sara está por cumplir 15 años, es toda una señorita.
Desea convertirse en una exitosa y justa abogada para defender a mujeres como tú, víctimas de un destino injusto y de una violencia desenfrenada.

Tendrías que verla Altagracia.
¡Es tan hermosa!
Cada día se parece más a ti.
A veces me haces demasiada falta y el dolor se vuelve insoportable.
En esos momentos te busco y logro encontrarte en sus ojos.

Te extrañamos mucho los dos.
Vuelve, amor.
Aunque sea solamente en sueños, te pido, vuelve.

De ti solamente me quedan los recuerdos y tu dulce olor, impregnado en ese blazer que olvidaste a mi departamento en México, cuando por la primera vez hicimos el amor.

Te hice mía tantas veces, imaginándome que te tendría para toda una eternidad.
Ambos creímos que íbamos a tener cien años a nuestra disposición para querernos, cuidarnos, acariciarnos la piel y el alma.
Quise que estuvieras a mi lado para siempre.

Sin embargo, no fue así.

Sé que soy joven aún, que me queda una vida por delante.
Pero para serte sincero,
creo que nunca tendré el corazón ni el valor para mirar a alguien más de la misma manera con la que te miraba a ti.

Aún no logro imaginarme tu cuerpo frío e inerte y tus maravillosos ojos verdes, cerrados para siempre.

¿Sabes?
Te percibo en cada sonrisa de tu hija, en cada frappé con cookies que tomo, en cada atardecer dibujado en el cielo...
A veces siento el viento acariciar mi piel, y me imagino que es el toque delicado de tu mano.

Aún es mucho lo que siento por ti.
Entraste en mi vida y en mi corazón para no salir jamás.
Dejaste una huella imborrable.

Ahora estoy aquí, en mi cuarto, tratando de incorporar mis sentimientos en hojas de papel.
Sin embargo las palabras no logran transmitir todo lo que navega en mis adentros.

Te amo, Altagracia.
Y esto es algo que ni el tiempo, ni el dolor, ni tu ausencia logrará cambiar.

Te amo con todo mi ser.

Te sigo esperando aquí, aunque sé que esta vez, no puedes volver más.

¿Me ves, me oyes desde allá arriba?
Ojalá que sí, porque necesito que sepas que tú fuiste el gran amor de mi vida y que jamás lograré soltarte.

Prometo no olvidarme nunca de ti y de ese gran amor que alguna vez nos unió.

Soy tuyo para siempre,

Saúl

FIN

Sin decirte adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora