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Llegaron los frappé y empezamos a beberlos.

Las horas se nos escaparon rápidamente.
Charlamos mucho y pasamos un buen rato.

Me gustó que eras reservada pero a la vez directa en contestar a mis preguntas y en defender tus ideas.

Sin embargo seguías manteniendo ese misterio que siempre te caracterizó.

"Me parece que tienes una vida muy activa e interesante. ¿A qué te dedicas?"- preguntaste en su dado momento.

"No creas eh! Soy periodista: escribo artículos de actualidad para un pequeño periódico aquí en Veracruz. Lo que gano apenas me basta para mantenerme. Pero eso sí, me encanta escribir y estoy muy apasionado de mí trabajo. Aunque últimamente me tiene muy estresado. Y tú, ¿a qué te dedicas?"

Te quedaste callada y el silencio se hizo un poco incomodo.
¿En serio era una pregunta tan complicada?
Finalmente tomaste aire y decidiste hablar.

"Yo no me dedico a nada en específico. Pero a mí también me gusta escribir. Y amo la poesía, me relaja mucho. Pablo Neruda y Mario Benedetti son mis favoritos.
A veces siento que las palabras me nutren, me dan vida, me permiten viajar, escapar en un mudo lejano, lleno de magia. Es algo extraño pero maravilloso."- al decir esto tus ojos se iluminaron y por la primera vez en tu rostro se dibujó una sonrisa sincera.

Dios, ¡que hermosa estabas!

No sé si las palabras tiene ese poder, si son así como tú las describiste, pero tú seguramente lo eras.
Eras pura magia.
Y yo quedé rendido a tus pies sin que utilizaras ningún tipo de truco.
¿Cómo se llama esto?

Charlando, pasó el tiempo y se nos hizo muy tarde.
La cafetería estaba por cerrar y con todo esto, yo aún no sabía tu nombre así que antes de despedirnos te lo pregunté.

"Altagracia. Altagracia Sandoval, encantada."-contestaste extendiendo tu mano para estrecharla con la mía.

Que nombre poco común.
Jamás antes lo había oído.
Era fuerte, igual que tu personalidad.
Me gustó.

El nombre...o quizás tú.

"Saúl."-dije tomando tu mano.

"¡Ahora es oficial!"- proclamaste.

"¿Qué?"

"Lo nuestro."

Te miré aún más confundido.

"Nuestra amistad, tontito. No te preocupes que no me referí a otra cosa."- reíste.

Siempre reías.
Como si no tomaras nada seriamente.
Como si con fingir una risa y hacerte la dura te distraías de algo doloroso.

~¿Qué pasa contigo Altagracia? ¿Cómo es tu vida cotidiana? ¿Que dolor escondido te guardas adentro?~ me preguntaba a mí mismo a cada rato, tal vez esperando que me lloviera con respuestas y esas simplemente no llegaban.

"¿Solamente amigos, eh? Eso está por verse."-te desafié mirándote fijamente a los ojos.

Una batalla de miradas que siempre la ganabas tú.

Sin decirte adiós Donde viven las historias. Descúbrelo ahora