Sin decirte adiós

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Mi amigo me dijo que necesitaba de dos semanas para procurarnos esos documentos.

~Dos semanas y seremos libres. Dos semanas y ya no tendremos que vivir oprimidos por el miedo. Dos semanas y la tendré completa.~pensé en ese momento.

Tú y tu hija tenían todo el tiempo para prepararse y hacerse con la idea de que nunca más regresarán a ese País que las vió nacer: México.

Para Sara era bastante doloroso dejar su escuela, sus amigos y sobretodo a su padre.
Un padre que siempre la había mimado y consentido pero que sin embargo siempre se portó como una bestia con su madre.
Ella era muy consciente de esto.

La semana que siguió fue muy intensa, Altagracia.

Nos vimos cada día y a veces hasta te quedabas por la noche, durmiendo pegadita a mí.

Tu marido se ausentaba mucho por -razones de trabajo- como él las llamaba, aunque si en el fondo era para atender sus negocios sucios.
La verdad era que nunca había dejado de ser el jefe de esa organización que traficaba mujeres, la misma a la cual tus padres te habían vendido años atrás.
De allí provenían todos sus millones.

Pero esas ausencias para nosotros eran un beneficio ya que podíamos vernos más en seguida, platicar, organizar la fuga, hacernos el amor...

Sobretodo esta última cosa: hacernos el amor.
¿Te acuerdas lo mucho que te encantaba entregarte a mí?
Solamente yo te hice sentir mujer.

Siempre desde que te conocí me dediqué a ti, cuerpo y alma y tengo la certeza de que tú hiciste lo mismo.

Nos amamos inmensamente desde el principio sin fijarnos en las diferencias, las barreras, los misterios, tu miedo de entregarte a alguien, tu dolor...

Te amé como a nadie.
Te amo todavía.
Me amaste, como nunca pensaste que serías capaz de amar.

Te tuve tantas veces, desnuda entre mis brazos.
Frágil, dolida, mostrándome tus heridas aún abiertas.
Y tengo la gran satisfacción de haber logrado sanártelas.
Cada quien tiene sus méritos en la vida; este es el mío.

¿Sabes la frase 'El amor lo cura todo.'?
Cobró sentido solamente gracias a ti.

Te hice feliz, así como nunca lo habías sido, pero nada se puede paragonar a la felicidad que tú me traes cada día.

Al fin de cuentas, no tengo algún remordimiento porque sé que todo lo que pudiera haber hecho por ti, lo hice.

"Estoy consciente de lo afortunados que somos por tenernos. Lo nuestro es un amor que no se encuentra dos veces en la misma vida."-me dijiste el domingo por la noche, mientras estábamos recostados en el balcón, mirando las estrellas caer y pidiendo deseos que nunca tuvimos la oportunidad de realizar.

Te miré sin contestar.
Hasta los momentos de silencio contigo, eran llenos de significado.

Ese día hicimos el amor repetidas veces, todas igual de intensas e pasionales, como si no existiera un mañana.

¡Dios, como me encantaba perderme en esos luminosos ojos verdes y acariciar tu sonrisa con mis labios!

Faltaba tan sólo una semana para podernos ir lejos.

Sin embargo, las cosas precipitaron...